Entrevista Rodrigo Salazar/Profesor e investigador de la FLACSO
Irma Ortiz
En su primera gira al extranjero, Enrique Peña Nieto visitó países como Guatemala, Brasil, Colombia, Perú y Chile, con lo que se considera que nuestro país mira nuevamente hacia el sur, a América Latina, donde alguna vez fue considerado como líder de la región.
Hoy, países como Brasil, en el ámbito económico, y Venezuela, en el área política, marcan las tendencias. En opinión de especialistas es necesario que México deje de circunscribirse a Estados Unidos, debe diversificar la agenda y empezar a ejercer una política multilateral para avanzar en los problemas globales.
Reforzar la relación con Centroamérica y hacer un frente unido ante la amenaza de las bandas organizadas; tomar en cuenta los avances de Brasil en materia petrolera y económica, así como revisar la estrategia colombiana en materia de lucha contra el narcotráfico, son sólo algunos de los pendientes.
Emilio Lozoya Austin, integrante del equipo de transición del presidente electo Enrique Peña Nieto, señaló ya la necesidad de ajustar la diplomacia mexicana y convertirla en palanca de desarrollo económico del país. Dijo que sin descuidar seguridad y migración nuestro país debe diversificar la agenda con Estados Unidos.
Para el especialista en procesos políticos de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Rodrigo Salazar, la visita de Peña Nieto a América Latina busca estrechar lazos con la alianza Asia-Pacífico.
¿Su opinión de la gira de Enrique Peña Nieto a América Latina?
En cierta medida es una declaración de intenciones el hecho de que la primera gira de Peña Nieto haya sido por estos países, luego de que las dos administraciones panistas han sido muy cuestionadas por su “abandono” a América Latina, lo que no necesariamente es una crítica justa. Ni siquiera se podría decir que estos gobiernos prestaron más atención a Estados Unidos que las anteriores administraciones priistas.
Hay cuestiones interesantes en la selección de países visitados que hacen pensar en la visión que tiene México en términos en el futuro de sus relaciones comerciales. Me refiero, en particular, que al visitar Colombia y Perú parecería que más allá del tema de combate al narcotráfico en Colombia, México sí se plantea una alianza estratégica con los países que forman la alianza del Pacífico y ésta es una apuesta de algunos países de América Latina por estrechar lazos y competir en términos ventajosos en una de las regiones más dinámicas de la economía.
Si tuviese éxito, México estaría a través de esta alianza, abriendo mercados en Asia e iniciando algún tipo de diversificación que de alguna manera aligerara la independencia económica hacia Estados Unidos. Eso sería muy provechoso. No hay una ruptura respecto al pasado porque evidentemente empieza bajo el gobierno de Calderón.
En el caso de la visita a Brasil, me parece que hay dos vertientes que será interesante explorar. Una: Brasil y México son las economías más grandes de América Latina y sin embargo el nivel de integración de estos países realmente no es alto, son economías que básicamente no tienen importantes acuerdos económicos. Sería bueno ver la forma de integrar esos mercados.
Por otro lado, Peña Nieto utilizó esta visita para confirmar en parte sus intenciones de reformar el sector energético y apelar al modelo brasileño que últimamente es una manera de legitimar los planes que se tienen en el interior. Efectivamente, Petrobras es una empresa que funciona muy bien y que puede incorporar perfectamente el capital privado. Por supuesto que ni el gobierno mexicano ni el propio Peña Nieto necesitan gente de Petrobras para decirle cómo hacer las cosas, pero sí un poco es utilizar esta visita para señalar que sus intenciones son serias y para decir que éste es el objetivo estratégico.
La frontera sur
El primer país que visita es Guatemala, nación con quien tenemos frontera y que algunos consideran una coladera de las bandas del crimen organizado y la migración. ¿Se podría esperar un futuro frente para combatir el narco?
Es coladera de ambos lados, porque de un lado esta el tránsito de personas y de mercancías en la frontera, por el acceso a Estados Unidos, a través de México. Es una frontera muy porosa y las condiciones de seguridad no son las óptimas, pero más allá del tráfico de personas que es en lo que se ha concentrado el cuidado de la frontera sur, lo fuerte es el tráfico de estupefacientes. No necesariamente por tierra, eso hay que tomarlo en cuenta, el Golfo de México es una zona de importante tránsito de mercancía ilegal.
Por otro lado, aunque es innegable que desde el sur hacia México penetra gente y mercancía ilegal, también hay que tomar en cuenta que los cárteles mexicanos se han extendido hacia Centroamérica, han sentado base y han convertido a países como Guatemala, en importantes centros de operación.
Cada vez más para los cárteles mexicanos, México y Centroamérica son parte de un mismo territorio, más allá de las divisiones políticas, y Centroamérica le ha servido a los cárteles principalmente para tener dónde realizar sus operaciones frente a la presión de las autoridades mexicanas.
En ese sentido, los países de Centroamérica no tienen reclamos, pero en la medida en que la seguridad es un tema que va a seguir en la agenda, la cooperación entre México y Centroamérica e incluso la región va a tener mayor relevancia y será un tema importante en el gobierno de Peña Nieto.
¿Colombia sería el ejemplo para seguir la estrategia de seguridad en México?
No, porque la estrategia de seguridad de Colombia y que fue exitosa en el combate tanto al narcotráfico como a la insurgencia fue el Plan Colombia y éste incluía una fuerte presencia de efectivos norteamericanos en el país. Fue efectiva pero no parece viable que México esté dispuesto como país soberano a pagar ese precio a cambio de un combate más eficiente al narcotráfico. Peña Nieto puede señalar a Colombia pensando sobre todo en los resultados, en la situación actual, pero no creo que ningún gobierno mexicano esté dispuesto a hacerse caso de los medios que en el caso particular de Colombia condujeron a esos resultados.
En esta gira no se incluyeron los países miembros de la Alianza Bolivariana para América, ALBA, como Venezuela.
Nuestro país tiene mucho de las energías en su política exterior puestas en su política comercial, esto ya viene desde hace tiempo, al menos desde el ingreso de México al GATT y eso va a continuar. El ALBA es una alianza básicamente político ideológica que pone a los gobiernos en la esfera de influencia de Hugo Chávez.
El problema de las relaciones con Chávez —que deben ser cordiales, como con cualquier otro gobierno— es que Chávez y sus aliados del ALBA no desperdician la oportunidad de politizar los eventos diplomáticos y convertir a cualquier visitante en un aliado de su lucha antimperialista.
Esta propensión de los países del ALBA hace que sea un tema muy delicado, porque trae complicaciones innecesarias, alguna visita que no tenga objetivos muy específicos. Me parece muy razonable que Peña Nieto haya evitado tener complicaciones innecesarias.
México ya perdió su liderazgo
¿México en su opinión buscará crear una nueva diplomacia multilateral, que tenga otro tipo de liderazgo?
Hay una cosa que no va a pasar, el papel que tenía México en una etapa muy específica de la guerra fría como mediador relevante en diversos conflictos armados de Centroamérica, o en el contexto de la guerra fría como defensor del gobierno civil, o ejemplo de gobierno civil frente a dictaduras militares; ese papel ya no lo va a tener nunca más.
En la actualidad estamos viendo al menos dos países muy activos en el terreno de la influencia diplomática en la región, y esas naciones son Brasil y Venezuela. Las estrategias de los dos países son distintas, Venezuela muy politizada; Brasil le apuesta a tener una afluencia política en la región, tal vez de manera menos estridente que Chávez pero sin duda le apuesta a la política, pero aparte de eso, el gobierno de Dilma Rousseff también busca jugar un papel estratégico en las inversiones en infraestructura de la región.
México, a mi juicio, no está interesado ni se ve forzado en disputar estos liderazgos regionales. Finalmente nuestro país tiene al lado a Estados Unidos, es algo con lo que se tiene que lidiar y va seguir siendo la relación más importante para el país. Donde veo mayores potencialidades y mayor consistencia en la forma en que se ha conducido la diplomacia mexicana, es en esta alianza del Pacífico.
Por ahí creo que hay una apuesta por dinamizar la economía mexicana, darle una menor dependencia hacia Estados Unidos, en alianza con países clave de la región latinoamericana, es casi un anti ALBA, porque son los países con gobiernos que se consideran de derecha y con una fuerte visión comercial en esta alianza.
Sin embargo, insisto, es una alianza de países latinoamericanos con una visión estratégica y pensando en zonas económicas fuera de Estados Unidos; estos países, con excepción de Chile, están con México, Colombia, Perú muy integrados a la economía norteamericana. Están pensando en otras alternativas, es un alianza interesante que podría tener mejor potencial de resultados que alternativas, sin duda el ALBA, pero que podría tener mejores resultados que el MERCOSUR.
El equipo de Peña Nieto ya se está preparando para sus viajes en octubre a Europa y en noviembre a Estados Unidos y Canadá.
Ya tenemos prácticamente a Peña Nieto asumiendo, de manera anticipada pero inevitable, funciones de jefatura de Estado. Insisto, la relación en particular con Estados Unidos es el terreno de mayor importancia para México, y este tema es ahora menos comercial que fundamentado en los aspectos de seguridad.
Al parecer el mayor interés de Estados Unidos es que se mantenga la lucha contra el narcotráfico. No ha dado señales Peña Nieto de que no va a ser así pero tampoco sabemos bien a bien qué va hacer, ya que por otro lado hay una presión interna muy fuerte de que se reduzcan por lo menos los niveles de violencia, y con toda legitimidad, que se empezarán a recibir resultados tangibles de la lucha contra el narcotráfico.
Ahí hay un problema a resolver, Peña Nieto estará sujeto a dos fuerzas que en cierta medida tiran en contrario, por un lado, buena parte de la clase política y la sociedad quisieran ver un cambio, mientras que al parecer Estados Unidos está más interesado en la continuidad.


