Calderón y Peña Nieto
Marco Antonio Aguilar Cortés
Morelia.- Contamos, por nuestra sucesión, con dos presidentes: el presidente en funciones Felipe Calderón Hinojosa y el presidente electo Enrique Peña Nieto.
Por diversas razones, ambos, parece que han programado viajes al extranjero. Calderón Hinojosa inició un periplo por Rusia, Singapur y anexas; mientras, el segundo principiará un recorrido por Sudamérica.
Los dos están dejando fierros en la lumbre dentro de una nación de volcanes, con problemas de desempleo y hambre, de salud y educación, de inseguridad y corrupción, de improductividad e inequitativa distribución de la riqueza.
Mientras en México, sin importar en qué partido esté, Andrés Manuel López Obrador tiene seguidores.
La determinación unipersonal que tomó López Obrador el domingo próximo anterior, en el Zócalo capitalino, fue separarse del PRD, PT y Movimiento Ciudadano, a efecto de integrar un nuevo partido con base en Morena; claro, poniéndole un disfraz aceptable de decisión popular.
Es común que los excandidatos a la Presidencia se manejen con discreción, convirtiéndose en líderes morales de su partido político, e incluso comiencen trabajos para volver a postularse a la titularidad del Ejecutivo federal; empero, en el caso de López Obrador, en sus dos pérdidas se ha llamado despojado, representando muy bien el papel de víctima.
En el 2006 se autonombró “presidente legítimo”, y ejerció como tal fuera de la ley, afectando su participación en el 2012, pues de haber ganado hubiese recibido el poder de un “presidente ilegítimo”, según su visión.
Su incongruencia y sus errores se le dan de manera natural. Ahora vuelve a equivocarse al afirmar que “…no reconoceré al priista Enrique Peña Nieto como presidente legítimo de México…”, cuando éste es ya presidente electo de los Estados Unidos Mexicanos, y a partir del inicial segundo del primero de diciembre del 2012 será presidente constitucional.
El político tabasqueño tiene como cualidad la tenacidad, pero ésta se ve atrofiada por sus múltiples defectos. Miren que señalar que “no hay diferencia entre Elba Esther Gordillo, Carlos Salinas, Vicente Fox, Diego Fernández de Cevallos, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto”.
Y con esa incapacidad para diferenciar, con esa carga de prejuicios, y aun sin conocer al futuro gabinete presidencial dice: “Estarán en los cargos más altos del próximo gobierno las personas de más bajo nivel moral”.
Una oposición seria no puede andar tirando palos de ciego a la “siniestra”; un político agradecido con los partidos que lo han postulado, tantas veces, no los abandona “sin ruptura y en los mejores términos”, dejándolos en la orfandad.
Y ahora anuncia que el 1 de diciembre habrá acciones “contra la imposición en todas las plazas públicas del país… una lucha sin cuartel… tenemos vocación de gobierno… revolución, si hay imposición… No prometemos días tranquilos”.
Estamos sobre un volcán, y con un excandidato a la presidencia arrojando explosivos, ¿a quién sirve y para qué sirve un excandidato perdidoso así?
Viajar al extranjero no es malo por parte de los dos presidentes de México, siempre y cuando se acerquen al pueblo de México.
