Alberto Híjar Serrano

Con el cuento de la modernización nos han saqueado desde 1492. Por esto es bueno conmemorar el desembarco de europeos en la isla Guanhaní presentando el libro de Carlos Guevara, Conciencia periférica y modernidades alternativas en América Latina[i]. Extraviados en tratados comerciales, contratos de explotación y tráfico financiero, habría que ampliar la critica actual con la del capitalismo monopolista de Estado benefactor y las vías al socialismo, todo lo cual hace que la critica de las modernidades resulte estratégica.

Carlos Guevara argumenta la impertinencia de considerar una sola modernidad ante la evidencia de tendencias distintas sobre todo ahora en que los gobiernos neoliberales exaltan la competitividad y las resistencias populares convocan a la solidaridad internacionalista. Unos celebran el Día de la Raza, otros el de Colón y unos cuantos el de la Resistencia Indígena.

La “conciencia periférica” condenada a reflexionar a partir de un centro en crisis, plantea la pregunta clave: “¿modernidad periférica o conciencia periférica de la modernidad?”. Lo peor sería la exaltación de América como lo hiciera Vasconcelos, sino que es necesario poner en crisis las diversas posiciones y advertir sus relaciones y diferencias. La cita de José Martí que encabeza en la primera página las de Octavio Paz y Tulio Halpering, es de una actualidad asombrosa. Dice Martí en 1886: “faltan los medios de ahorrar y competir. Falta el trabajo. Falta la tierra. Los que padecen, se lo dicen. Los que vienen de afuera, avivan. Los que poseen, resisten. ¿Por donde echará ese mar de fuego?”.

Cada apartado del libro y la Introducción se orientan con epígrafes que lo mismo recurren a Habermas o Marshall Berman que a americanos como Leopoldo Zea y René Zavaleta, como muestras de las amplias consideraciones necesarias para la crítica de las modernidades. Hay ausencias salvadas por las incitaciones como las de las teorías de la dependencia con las aportaciones críticas de los sudacas expatriados por las dictaduras. Refugiados en México en los setenta, revolucionaron las ciencias sociales. Agustín Cueva se arriesgó a historiar el capitalismo en América Latina y polemizó sobre el marxismo de acá, bien distinto del europeo. Raúl Fornet Betancourt, sacado niño de Cuba y hoy en Alemania, titula por esto a su libro de 2001, sobre el marxismo en América Latina, Transformación del marxismo. El libro de Carlos Guevara incita a estas y otras reflexiones sobre la modernidad.

El capitulo I trata de “Liberalismo, cultura y modernidad“ para precisar a las oligarquías y sus contradicciones. Asombran los párrafos de los próceres sudamericanos como Sarmiento cargados de racismo positivista, el mismo que hizo a Salinas de Gortari llamar rezago histórico a los indios de Chiapas en 1995. “Donde se lee barbarie humana tradúzcase hombre sin pellejo blanco” dice el epígrafe de Manuel González Prada en el arranque del capítulo II sobre “la élite y los otros”. En el anterior, una cita de Bulnes en 1904, ratifica la relación entre el Estado y el catolicismo para concretar la cultura oligárquica y claro, el cuento del progreso espiritual, nacional y la modernización culminante en dictaduras como la de Díaz no tan largas en el resto de América, salvo los Somoza, los Trujillo, Stroessner, Perón y sus derivados, el ecuatoriano José María Velasco Ibarra quien nunca completó sus cuatro periodos presidenciales, pero regresaba cada que un golpe de Estado lo requería. Una larga nota, tan esclarecedora como todas las del libro, precisa “que las ciudades en donde fue más fuerte la educación liberal, fueron también la base primera no solo del liberalismo triunfante sino también de los núcleos anarquistas y socialistas” como el magonísmo, el normalismo de Rebsamen en Veracruz, el Instituto Yucateco de Salvador Alvarado y Carrillo Puerto. Se extraña la inclusión de la masonería tan importante desde la Revolución de Independencia hasta la Republica de Juárez.

El capitulo III, “La periferia en imágenes”, trata la producción plástica usualmente ignorada por los historiadores que suelen reducirla a monografía aparte. Reconoce aquí Guevara la llamada de atención de Eric Hobsbawm, el grandioso historiador que se nos acaba de morir a los 95 años, sobre la importancia de las artes y la aplica en especial al indigenismo, a las transformaciones urbanas en beneficio de la higiene, esa parte de la salud considerada en el siglo XIX en sentido integral y no solo como lo opuesto a la enfermedad, por lo que para la buena salud ciudadana, nada mejor que los monumentos con los héroes republicanos y una que otra concesión indigenista.

“Las culturas rebeldes” ocupan el capitulo IV iniciado por la disputa de la democracia que por siglos regateó a las mujeres y a los no propietarios sus derechos civiles. Desde Maurice Joly y Maquiavelo hasta las “culturas radicales”, hay una lucha ideológica continua por la democracia plena y la liberación nacional donde destaca el muralismo mexicano y los escritores modernistas como Martí, Rubén Darío y Delmira Agustini a los que habría que agregar a Gabriela Mistral, colaboradora de Vasconcelos y autora de una antología para mujeres para contribuir a discutir los limites de la oligarquía construida como explotación de los pobres y los marginados de los derechos civiles. Frente a esta cultura dominante, José Carlos Mariategui, el amauta peruano, no solo discutió América, la cuestión indígena y el socialismo, sino que fue cronista teatral y dramaturgo de manera semejante a Ricardo Flores Magón también empeñado en hacer de la prensa revolucionaria un recurso de construcción del sujeto crítico. “A Roosevelt” de Darío con referencia a Tolstoi es un gran panfleto poético modernista. Una cultura anarquista creció en cooperativas, mutualidades y espacios fabriles para los trabajadores. Vale la pena insertar en esta nota a la película argentina La Patagonia rebelde sobre el testimonio novelado de Bayer donde se representa una zarzuela irónica por los obreros anarquistas. De aquí el Capitulo VI sobre el “Teatro anarquista en México (1908-1922)” con una precisión y extensión histórica excelentes. El epígrafe de Shakespeare es elocuente sobre todo para quienes fatigan la solemnidad, el patetismo y el sacrificio. Dice sobre la comedia: “con su ayuda la conciencia del Rey veré desnuda”.

Las conclusiones sobre “Posmodernidad y globalización en América Latina” recurren a un epígrafe de Mariátegui que termina diciendo: “el racionalismo, el historicismo, el positivismo, declinan irremediablemente. Este es, indudablemente, el aspecto mas hondo, el síntoma más grave de la crisis. Este es el indicio más definido y profundo de que no está en crisis únicamente la economía de la sociedad burguesa sino de que está en crisis, integralmente, la civilización capitalista, la civilización occidental, la civilización europea”. La observación del teórico y militante socialista apenas necesita de las precisiones de los autores considerados por Guevara: Jameson, Villoro, Zea, Hobsbawm, Cockfrot, Melgar, Magallón, Hopenhayn, Lyotard, Yudice que es salvadoreño pero vive en New York y se identifica como George para despistar, sin que falte Sartre y los activistas contra el Imperio, Chomsky, Said, Michael Moore, porque de asumir la crítica al cuento del progreso y la modernidad en extinción hacia la posmodernidad improbable y solo existente en las oficinas yuppies, es necesaria para transitar a algo más preciso que el anticapitalismo. El crecimiento de la pobreza, las migraciones, la precarización del trabajo, la devastación ambiental, la delincuencia generalizada, es un conjunto de señales de la agonía del capitalismo.

Una rica bibliografía insinúa al final del libro, el inmenso tamaño de nuestra ignorancia histórica que me hace recordar cuando dictaba a una distinguida activista universitaria una reflexión sobre Mariátegui. Cuando revisé, había escrito María Tegui porque jamás nadie le había mencionado al comunista peruano. Los profesores citan mucho menos a los americanos. Termino con la cita del título de la revista David y Goliath de FLACSO en 1988: “Modernidad y posmodernidad en América Latina o ¿le queda chico el corsé a la gorda?”.

El Centro para Extranjeros de la UNAM, fundado por Vasconcelos, será la sede de la presentación del libro el 12 de octubre a las 12:00, como prueba de las solidaridades críticas en construcción. La Doctora Silvia Fernández de CEPE comentará el libro que se articula a los resultados publicados de las reflexiones hechas con investigadores norteamericanos en beneficio de la transformación histórica urgida de orientación.


[i] México, INBA,-Conaculta, 2012.