Gobierno fallido

Mireille Roccatti

El epílogo del régimen calderonista ha comenzado. Cuesta abajo en su rodada, los  últimos días de su gobierno se perciben llenos de sombras de los 70 mil muertos y 10 mil desaparecidos que, cual fantasmas, se alzan en busca del esclarecimiento de su muerte.

Es cierto que a Felipe Calderón no le es imputable directamente el problema del narcotráfico, ni tampoco el resto de vertientes de delincuencia organizada que han crecido como nunca, pero sin duda es responsable de la equívoca estrategia seguida hasta ahora: violencia estatal para combatir la violencia delincuencial. Apagar el incendio con gasolina.

Somos legión los mexicanos que desde el primer mes de su gobierno, cuando disfrazado de soldado declaró la “guerra al narco”, expresamos nuestras reticencias y, en busca de ser escuchados, formulamos planteamientos de reconducción de la política pública de seguridad.

Respecto de la estrategia seguida, en la cual sigue empecinado con terquedad digna  de mejor causa, desde la sociedad y la academia diversas voces y con distintas tonalidades le hemos venido señalado que el acento de las acciones debería  ponerse en la inteligencia policiaco financiera  y el lavado de dinero; que debe construirse una hoja de ruta para el retiro gradual de las fuerzas armadas, que no pueden por ningún motivo regresar derrotadas a sus cuarteles. La respuesta ha sido y sigue siendo que “no hay más ruta que la nuestra”.

Los resultados de la errática acción gubernamental están a la vista,  aumentan las violaciones de derechos humanos: desaparición forzada, tortura, ejecuciones extrajudiciales, la ya escalofriante cifra de homicidios siguen sin aclararse, los cuales no cuentan en su mayoría con indagatorias abiertas. El precio de las drogas continúa estable, el trasiego se mantiene, creció el consumo entre nuestros jóvenes.

La barbarie vivida en estos seis años de decapitados, calcinados, colgados, pozoleados, descuartizados y encajuelados, las tumbas multitudinarias clandestinas, los huérfanos, las viudas, no pueden quedar cual cifras estadísticas.

Ante la cerrazón oficial y la impunidad es entendible que por desesperación y hambre de justicia en meses recientes se presentara una denuncia colectiva ante la Corte Internacional de Justicia. La reacción del Ejecutivo es muestra de una respuesta visceral, llena de bilis e intolerancia, no puede exculparse por sí y ante sí. Demostró absoluta ignorancia jurídica, porque la denuncia no fue contra el gobierno, ya que en esa instancia internacional se denuncian personas. Ya tendrá tiempo libre para ocuparse de ello.

El juicio histórico sobre el régimen calderonista deberá todavía decantarse, pero sus contemporáneos decidieron arrojar hasta el tercer lugar a su partido, lo que demuestra, cuando menos, hastío, acaso total reprobación al tiempo panista, que se agotó en dos sexenios.

El crepúsculo del régimen sólo permite percibir un gobierno fallido.