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Frida Modak

Hace una semana, el ministro francés de Defensa, Jean-Yves Le Drian, viajó a España para entrevistarse con sus pares españoles a fin de determinar si mantenían el respaldo a la acción militar  destinada a desalojar de Mali el sector que ejerce el poder en el norte de ese país africano.

Esta intervención fue  aprobada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, en cuyo seno Francia presentó un proyecto de resolución, pidiendo esa intervención para que las autoridades del país africano recuperaran, se dijo, el control de esa zona que estaría en manos de los talibanes.

Las autoridades de Mali, el ejército y parte de la sociedad de ese país habían rechazado la idea  de pedirle ayuda militar a la Comunidad Económica de Estados de Africa del Oeste, pero el regreso del presidente y la creación de un gobierno de unidad hicieron posible un consenso.

Estos son, a grandes rasgos, los hechos principales que rodean este acuerdo adoptado en la ONU y del cual el ministro de defensa francés aparece como uno de sus impulsores. Cabe recodar que Mali fue ocupado por Francia en 1850.

Formó parte de lo que  los franceses denominaron el Sudán Francés, integrado además por Burkina Faso, Benín y Senegal, países que después se unieron con otras organizaciones, en particular al término de la Segunda Guerra Mundial, para  fortalecer su independencia.

Mali, por su extensión, es el séptimo país más grande de Africa, está dividido en ocho regiones, su territorio abarca un millón 240 mil kilómetros cuadrados y tiene 12 millones de habitantes.

Su frontera norte está en medio del desierto de Sahara, información que hay que recordar. En lo económico, la actividad se centra  en la agricultura y la pesca. Es uno de los países más pobres del mundo.

Sin embargo, entre sus recursos naturales se cuentan  el oro, el uranio y la sal. En un informe reciente, Mali  aparece como el octavo productor de oro, detrás de Sudáfrica, China. Australia, Estados Unidos, Perú, Rusia y Canadá.

Supera a Brasil, Japón, Arabia Saudita y España. Claro que una cosa es ser productor de oro y otra diferente es quiénes se convierten después en propietarios de ese oro, que está bajo el control de diez países.

En la antigüedad, el territorio actual de Mali fue uno de los tres grandes  imperios de Africa Occidental. Hoy, aunque la producción de oro es la tercera más grande de Africa y es su principal producto de exportación, hay una importante  inversión extranjera.

El Sahara

El desierto del Sahara, con sus  9 millones 65 mil  kilómetros cuadrados, es el más grande del mundo y está en el norte de Africa, que desde un tiempo a esta parte se ha convertido en el territorio más codiciado de ese continente, basta con repasar lo ocurrido con la llamada primavera árabe.

Se estima que tiene más de 2 millones y medio de años y su territorio abarca a Argelia, Túnez, Marruecos, Sahara Occidental, Mauritania, Mali, Níger, Libia, Chad, Egipto y Sudán.

Sus primeros habitantes, en la prehistoria, dejaron  importante información a través de sus pinturas, lo que indica que antes ese continente fue un territorio fértil, lo que ha sido descrito en numerosos informes  de organismos gubernamentales.

Se ha señalado que hace 5 mil años una parte del desierto del Sahara era una sabana y que hace 8 mil años era fértil casi todo su territorio. Incluso se ha establecido por la presencia actual de cocodrilos, que ríos hoy secos eran caudalosos afluentes del río  Nilo.

También se han encontrado restos de carretas  arrastradas por bueyes, las que formaban parte de transportes comerciales. La pregunta obligada es cómo  y por qué una zona de esas características se transforma en lo opuesto.

Algunos informes de diferentes organismos señalan que de acuerdo a investigaciones realizadas, el desierto de Sahara tiene oscilaciones climáticas que pueden abarcar etapas de 20 mil años y que se producirían por oscilaciones  del eje de la tierra.

Hay antecedentes más que suficientes para estimar que en todo el territorio se esconden, aún hoy, riquezas muy codiciadas. Recordemos que en Afganistán se han hecho en estos últimos años hallazgos importantes, desde las tierras raras  a otros productos igualmente codiciados.

La idea de que los desiertos no son más que eso quedó descartada hace unos meses con un nuevo  hallazgo o con la necesidad de hacer pública una información

Los hallazgos

 

En el mes de abril recién pasado, se dio a conocer la noticia de que en el subsuelo africano se había encontrado agua. Los periódicos europeos  hablaban de un  hallazgo “gigantesco”.

Si se consideran las pinturas rupestres encontradas en Africa, que muestran ese continente como un vergel, se podía pensar que era posible  encontrar rastros de agua por lo menos, pero lo que se ha encontrado abre muchas  ventanas.

Si después de siglos resulta que ni los ríos ni los pozos se acabaron sino que al parecer estaban esperando que alguien los encontrara, las preguntas son muchas y la primera de ellas es si en verdad los “descubridores” de hoy no lo sabían.

Tomemos en cuenta que Muammar Gadafi desenterró, de hecho, los yacimientos  acuíferos de su país y creó con esa agua un sistema para llevar el líquido a diferentes lugares de Libia e incluso hizo florecer zonas desérticas.

Gadafi utilizó el mismo sistema de regadío de los israelíes y hasta adquirió sus plantas desalinizadoras de agua para realizar lo que a no pocos libios les pareció un milagro, estamos apuntando al fondo del asunto.

Por otra parte, que en  Mali y en cualquier otro país africano pueda haber presencia e influencia de sectores islamistas no tiene nada de extraño, es una región en la que habitan muchos millones de musulmanes desde siempre.

Que eso se tome como justificativo para invadir países y tratar de imponerles un determinado modelo político y económico, es algo muy diferente.

Que europeos y estadunidenses busquen cómo mantener lo que estiman su “superioridad”, en medio de la crisis por la que atraviesan es cosa diferente. Esa crisis la crearon ellos, los países “subdesarrollados” no tienen que pagar las consecuencias.