Carlos Guevara Meza
La última semana de septiembre resultó particularmente sangrienta en Siria. Los observadores internacionales calculan en más de 30 mil las personas que han muerto desde que comenzó el conflicto, 294 mil sirios se encuentran refugiados y la cifra podría incrementarse (según datos de la ONU) a 700 mil para fines de año, cifra que supera las expectativas previas. Aunque sin datos precisos, diversas organizaciones vinculadas a la rebelión aseguran que se ha incrementado también la violencia sexual incluso contra menores de edad, como parte de las prácticas de guerra.
A pesar de la cruenta ofensiva lanzada por el régimen para recuperar los barrios de la capital, Damasco, que se encontraban en manos de los rebeldes, éstos han mostrado que no se encuentran de ninguna manera postrados, pues en los últimos días de septiembre realizaron varios atentados significativos en la ciudad.
Primero uno en unas instalaciones escolares donde según los rebeldes se realizaban reuniones de alto nivel entre el ejército y la temida milicia pro-gubernamental shabbiha. La televisión oficial siria informó del hecho, hablando de varias personas heridas (sin identificarlos como civiles o militares) y de daños menores al edificio. Los rebeldes hablaron de decenas de oficiales muertos y heridos. Al día siguiente, otras dos bombas estallaron muy cerca de las instalaciones del Estado Mayor del ejército sirio en pleno centro de Damasco, una de las zonas más vigiladas por el régimen y repleta de otros muchos edificios públicos de primera importancia. La televisión oficial informó de 4 agentes de seguridad muertos y 14 heridos entre civiles y militares. Ambos golpes muestran una capacidad operativa muy superior a la esperada.
También se realizan enfrentamientos y atentados en otras ciudades del país. En Aleppo, la segunda más importante y primera en términos económicos, la batalla entre rebeldes y militares continúa. El régimen aún controla la ciudadela desde donde lanza ataques de artillería contra el resto de la ciudad (incluso las panaderías deben mudarse cada dos o tres días, pues en cuanto son detectadas se convierten en blancos con el fin de someter a la población por hambre), pero según informes de la prensa internacional los rebeldes han logrado, a fuerza de muchas bajas, estrechar el cerco contra las posiciones del ejército del gobierno, al grado de controlar tres de los cuatro puntos de acceso a la zona. La vía de aprovisionamiento que les queda a los militares es, sin embargo, suficiente para resistir hasta el momento.
La toma de Aleppo significaría para los rebeldes el control de toda la zona fronteriza con Turquía, que de hecho juega como aliado de la revuelta. En la misma semana, el Ejército Sirio Libre anunció que había trasladado su mando militar, que operaba desde Turquía, a territorio sirio.
Por su parte, en una de sus contadas entrevistas en los últimos meses, el presidente Bashar el Assad, llamó de nuevo al diálogo con la oposición “pacífica” y señaló de manera contundente que la violencia será respondida con la represión, según declaró al semanario egipcio ‘Al Ahram al Araby’. Mientras que en la ONU no se pasa de las declaraciones.
El jueves 27 de septiembre la oposición denunció que en un solo día murieron 343 personas, superando así la terrible jornada del 25 de agosto cuando murieron 330.


