No han servido para mantener la eficiencia del gobierno

Julio A. Millán B.

El arranque de la nueva administración deberá superar la prueba de transparencia derivada del proceso de entrega-recepción de programas, proyectos, planes y el estado actual de la agenda pública; para así evaluar el estado de cada sector y plantear las nuevas prioridades del próximo sexenio de la manera más abierta y clara posible. Los libros blancos son el mecanismo de transición entre ambos gobiernos. Sin embargo, históricamente éstos no han servido para controlar y mejorar la eficiencia del Gobierno.

Es importante que los libros blancos se consideren como instrumento útil para garantizar la continuidad en aquellos temas relevantes para el país y así evitar contradicciones o virajes abruptos en la gestión pública. Asimismo, son el mecanismo de una clara rendición de cuentas en toda la administración pública, lo que se ha convertido en una exigencia ciudadana, que no sólo permitirá garantizar el derecho a la información sino que además evitará la simulación.

Un libro blanco es un documento público gubernamental en el que se registran las acciones y resultados de la Administración Pública Federal. El origen de los libros fue la transición de la Administración Pública Federal del sexenio 1988-1994 al 1994-2000, estableciéndose los lineamientos generales para la integración de los mismos. Estos están fundamentados en la Constitución y reglamentados por la Secretaría de Función Pública; también están estrechamente vinculados al Plan Nacional de Desarrollo y al Programa Nacional de Rendición de Cuentas, Transparencia y Combate a la Corrupción.

Para lograr una transición entre administraciones de la manera más ordenada posible, esta debe basarse en la entrega y revisión de los libros blancos al gobierno entrante. Estos deben contener el mayor detalle posible de lo que se ha hecho y el estado que guarda cada sector de la administración pública. Este proceso debe estar caracterizado por un elevado grado de transparencia con el fin de evitar diferencias que entorpezcan el proceso de una transición tersa y ordenada. Sin embargo, es de esperarse que los funcionarios que preparan los libros planteen un panorama magnífico del trabajo que desarrollaron, y busquen minimizar aspectos en los que fallaron, lo que puede conducir a la opacidad.

Ante la necesidad de lograr un mayor control y eficiencia del gobierno cabría esperar un mejor ejercicio del gasto público. Sobre todo con la Ley de Contabilidad Gubernamental recién aprobada que obliga a los poderes Ejecutivo y Legislativo federales; a los estados y sus congresos, a los municipios y organismos autónomos a transparentar el uso de los recursos públicos.

Sin embargo, aún existe un largo trecho por recorrer en materia de eficiencia gubernamental ya que el sistema presupuestario se caracteriza por un elevado grado de heterogeneidad.

En suma, el país no se puede dar el lujo de evidenciar una transición entre gobiernos que sea confusa y desordenada por lo que el mecanismo de los libros blancos debe servir para superar la prueba de transparencia y eficiencia en la gestión gubernamental.

jmillanb@grupocoraza.com