Jugada maestra de Luis Videgaray y Emilio Lozoy
Yazmín Alessandrini
La tan llevada y traída globalización (existe desde que Cristóbal Colón llegó a América en 1492) obliga a las naciones inmersas en el concierto internacional, sobre todo a aquellas catalogadas como economías emergentes (México es una de ellas) a expandir su rango de maniobra a la hora de hacer negocios con otros países y así no caer en peligrosas dependencias.
Por eso, la visita que realiza en estos momentos el presidente electo Enrique Peña Nieto (justo hoy domingo 14 se encuentra en España) se antoja crucial para lo que el mexiquense y sus colaboradores ejecutarán durante los próximos seis años a partir del 1° de diciembre venidero.
Primero Alemania, donde se reunió con la canciller germana Angela Merkel e importantes funcionarios del Deutsche Bank, el jueves y el viernes pasados; este fin de semana y mañana en España con Mariano Rajoy; posteriormente a Inglaterra y Francia con el primer ministro británico David Cameron y el presidente François Hollande, respectivamente (sin olvidar su reunión del jueves con Irina Bokova, directora de la UNESCO).
En Europa los principales socios comerciales de México son Alemania y España, quienes dentro de la llamada “zona euro” están viviendo realidades diametralmente opuestas en estos instantes.
Por eso, platicar con la canciller teutona sobre temas de prevención y refrendar los compromisos comerciales con estas dos naciones fue una jugada maestra de parte de Peña Nieto, Luis Videgaray y Emilio Lozoya, porque justo ahora que a los europeos les llueve sobre mojado, los alemanes son los que tienen el mejor paraguas. De los ingleses hay una percepción similar, sin embargo, los acuerdos que se alcancen con ellos a partir de mañana serán diferentes porque, por ende, la relación que lleva México con Inglaterra es distinta a la que lleva con Alemania.
También será trascendental lo que arroje el encuentro con el español Mariano Rajoy, pues de mucha enseñanza nos puede servir el actual caso de España, donde no ha habido un muy eficiente manejo de la crisis pero del que México no puede desentenderse porque se trata de su segundo socio comercial europeo más importante.
Y donde se esperan que surja una reconciliación política es en Francia, donde Peña y Hollande deberán lidiar con asuntos que les heredaron sus antecesores (Felipe Calderón y Nicolas Sarkozy). Me refiero al espinoso asunto de la secuestradora francesa Florence Cassez, ya juzgada y sentenciada por las leyes mexicanas y que en el tapiz representa para la relación francomexicana un tema ríspido que mucho los ha enconado en años recientes.
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