Jesús Hernández Garibay

Que “Romney dominó sobre un apático Obama”, que éste “estuvo poco preparado”, que la discusión “se la llevó Romney”, que el republicano fue “el claro ganador…”; frases todas éstas, fueron las que campearon en medios de prensa al informar acerca del primero de tres debates, llevado a cabo el pasado 3 de octubre entre los principales candidatos a la presidencia de Estados Unidos. “Tras un humillante traspié — diría después un periodista—, Barack Obama recibió… buenas noticias. La reducción de la cifras tasa de desempleo a 7.8 por ciento en septiembre, la mejor desde 2009, le han dado un respiro, justo cuando su contendiente republicano, Mitt Romney, ha comenzado a ganar tracción…”.

En efecto, las condiciones económicas de un país castigado por una crisis que no se resuelve y golpea a muchos, han mermado hasta la capacidad de liderazgo que cuatro años antes había mostrado su actual mandatario. Y es que día con día, el norteamericano promedio se despierta con una y otra mala noticia, por el escasamente declinante desempleo, la mayor contracción salarial y el inevitable incremento de los precios. Hace unos días, por ejemplo, en el sur de California los precios de la gasolina rebasaron los cinco dólares por galón, frente a un ya alto precio nacional promedio de $3.79 (39 centavos más de lo que era hace un año). Así, dichas condiciones económicas favorecen al empresario Romney, a pesar de que muchas de las encuestas muestren al presidente a la cabeza.

Los responsables de la campaña de Obama aseguran que esa caída en el índice del desempleo, “es una prueba más de que la economía… continúa sanando…” Obama mismo afirma que esas “son las cifras más alentadoras que hemos recibido desde que asumí la presidencia, cuando se destruían empleos a razón de 800 mil por mes…”. Por ello y por las dificultades para lograr más en un clima de zozobra, el candidato demócrata pide a su ciudadanía comprensión y oportunidad para un segundo mandato y poder supuestamente completar el cambio que prometió al país en el 2008. “No pretendo decir que el camino que ofrezco será fácil…, tomará más de unos cuantos años resolver los retos que se han acumulado en las últimas décadas…”, dice ofreciendo con un dejo de esperanza.

En tanto, la guerra de las encuestas continúa. La encuesta diaria que lleva a cabo el servicio informativo Rasmussen, para el domingo 7 de octubre muestra a Romney con un apoyo de los votantes a nivel nacional del 49 por ciento, mientras destaca al presidente con sólo un 47 por ciento. Del otro lado, en su encuesta del 30 de septiembre al 6 de octubre, Gallup ubica a Obama con el 49 por ciento, mientras a Romney lo deja con el 46 por ciento. Y el mismo Rasmussen informa que una vista combinada de los resultados de los 11 Estados ganados por Obama en 2008 (Colorado, Florida, Iowa, Michigan, Nevada, New Hampshire, Carolina del Norte, Ohio, Pennsylvania, Virginia y Wisconsin), deja ver al mandatario con el apoyo de 49 por ciento de los votantes, frente al 47 por ciento de Mitt Romney. Un interminable desfile de cifras que exhiben no más que la división de una ciudadanía golpeada y confundida sobre el qué hacer.