Carlos Guevara Meza
La tensión diplomático-militar entre Siria y Turquía crece, involucrando ahora a Rusia que no parece querer meterse más de lo que ya está. Además de los disparos de artillería que los turcos han hecho en represalia por fuego disparado desde Siria en la zona fronteriza (“accidental” según alegan los sirios en el contexto de fuertes combates contra la oposición que busca controlar la región), Turquía ha continuado acrecentando su presencia militar a lo largo de la frontera con más tanques (se calcula que ya llegan a 250 unidades) y aviones de combate. Pero fue el incidente del 10 de octubre lo que ha desencadenado nuevas tensiones.
Ese día, alrededor de las 18:30 (hora local), aviones caza turcos interceptaron y obligaron a aterrizar a una aeronave civil de pasajeros siria que transitaba por el espacio aéreo turco. El avión, proveniente de Moscú con destino a Damasco, con 35 pasajeros (17 de los cuales eran rusos), fue retenido en el aeropuerto de Ankara durante 8 horas bajo la sospecha de transportar material militar. Las autoridades turcas confiscaron varios contenedores que se encontraban en el avión antes de dejarlo partir. Las declaraciones oficiales de Turquía confirmaban que el avión transportaba material bélico y que se le había retenido no porque fuera ilegal la compra venta de ese equipo, sino por la utilización de transportes civiles para su traslado. “Estamos determinados a controlar el envío de armas a un régimen que está llevando a cabo masacres tan brutales contra la población civil. Es inaceptable que tal envío se haga usando nuestro espacio aéreo”, declaró el Ministerio de Exteriores de Turquía.
Siria, además de protestar enérgicamente por la acción turca, rechazó categóricamente la acusación y retó al gobierno turco a mostrar la mercancía confiscada, lo que hasta el momento de escribir estas líneas no había hecho el gobierno turco. Rusia por su parte también demandó explicaciones por la afectación a sus ciudadanos, todos civiles y entre ellos mujeres y niños, a los que se mantuvo retenidos en el interior del avión sin alimentos y sin acceso al apoyo consular. Asimismo cuestionó que la decisión turca no le fuera consultada por las vías diplomáticas habituales. Oficiales rusos, sin embargo, declararon que el avión sí transportaba material que podía tener fines militares o civiles (piezas para equipo de radar), aunque aseguraron que se trataba de una exportación completamente legal.
Estados Unidos y otras potencias de inmediato expresaron su apoyo a Turquía, lo que los analistas internacionales han interpretado como un mensaje al régimen sirio de que la situación podría llegar más lejos si el conflicto interno no se resuelve pronto de manera pacífica, algo difícil de conseguir en una guerra civil que ya cuenta con 30 mil muertos y más de 300 mil refugiados.
Y la cosa no paró ahí. Turquía anunció que el espacio aéreo sirio no era seguro para sus ciudadanos y prohibió a las aerolíneas utilizarlo. Poco después declaró la prohibición de que cualquier avión sirio utilizara el espacio aéreo turco, a lo que Damasco no le quedó más remedio que responder de la misma forma, aunque lamentado la decisión de Ankara. El incidente deja una pregunta: ¿estará Turquía provocando al régimen de El Assad buscando un pretexto para una confrontación militar mayor, que podría involucrar a la OTAN? (de la que Turquía forma parte).


