Juan Barrera Barrera
Hace menos de un mes en dos de las democracias sudamericanas se realizaron elecciones municipales. En Chile la derecha gobernante se vio rebasada literalmente por la izquierda. Los partidos de la Concertación Democrática arrebataron municipios importantes y emblemáticos. En Brasil, el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) no sólo no mantuvo su votación, sino que ganó la alcaldía más grande de Latinoamérica, Sao Paulo.
La derechista Coalición por el Cambio perdió varias de las alcaldías importantes de Chile. Tan sólo en la región metropolitana fue estrepitosamente derrotada en la capital Santiago, Providencia, Ñuñoa, Recoleta e Independencia. En las tres primeras destaca la victoria obtenida por tres mujeres: Carolina Tohá del Partido por la Democracia (PPD), hija del ex ministro del Interior del gobierno de Allende; Josefa Errázuriz, quien encabezó una candidatura independiente y de paso jubiló al último vocero de Pinochet, ex militar Cristián Labbé Galilea, quien había gobernado a esa comuna desde hacía 16 años.
Ñuñoa, otra comuna no tan emblemática, pero resultó significativa por el triunfo de la nieta de Salvador Allende, Maya Fernández, sobre otro pinochetista, Pedro Sabat, (con una diferencia de 16 votos en un recuento de voto por voto), que llevaba cuatro periodos gobernando. La derecha gobernante triunfó en 121 municipios, antes contaba con 144, en cambio la oposición incrementó su membrecía al pasar de 147 a 168 alcaldías. Sin embargo, el abstencionismo fue el factor que manchó la jornada electoral, pues el índice de electores que no salieron a ejercer su voto se elevó a casi el 60 por ciento, en un hecho sin precedentes.
Derrota de Piñera
La escasez de sufragios no es inexplicable. Analistas locales lo atribuyen a la Ley de Inscripción Automática y Voto Voluntario que suprimió la obligatoriedad del voto, y que tenía por objetivo aumentar la participación de los jóvenes, pero la realidad fue muy adversa. Los resultados de los comicios municipales chilenos no pueden interpretarse de otra forma sino como una derrota directa del presidente Sebastián Piñera (su popularidad ha caído hasta menos de un 30%, de las más bajas que se recuerden) y de su ex ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter que tiene varias denuncias por corrupción, ahora promovido al ministerio de Defensa, porque dejan a su coalición gobernante contra la pared, en la antesala de las elecciones parlamentarias y presidenciales de 2013.
La adversidad electoral de la Coalición por Chile se puede explicar por la política errónea del gobierno derechista en la conducción y procesamiento de las nuevas demandas sociales de sectores sensibles como el educativo. Las municipales dejan, por otro lado, un escenario muy favorable para la actual directora de ONU Mujeres y ex presidenta, Michelle Bachelet, para convertirse en la mejor oferta política de la Concertación de izquierda para regresar al Palacio de La Moneda. Los candidatos hicieron campaña con su imagen, ya que goza de una alta popularidad. Pero la izquierda chilena enfrenta un grave problema de renovación de cuadros y no es suficiente apostarle sólo al regreso de Bachelet ni mirar hacia atrás, a los 20 años de gobiernos concertacionistas, sino son capaces de mirar hacia el futuro.
En el lado de la derecha, el movimiento de Hinzpeter, obligo a la salida del gabinete de los dos presidenciables, Andrés Allamand, ex de Defensa, y Laurence Golborne, ex ministro de Obras Públicas, enfrentados por la debacle electoral en las municipales. En México, la derecha tardó 71 años para llegar al poder y en 12 años no supo gobernar; en Chile, la derecha había llegado al poder después de 50 “y no resistió la primera elección”.
El caso de Brasil
En la séptima economía del mundo, el gobernante Partido del Trabajo se alzó con la victoria en las elecciones municipales, a pesar de los pronósticos en contra debido a que se atravesaba el juicio histórico en contra de 25 acusados de tejer una red de corrupción en ese partido para sobornar a sus aliados durante el inicio de la administración de Luis Inacio Lula da Silva. Los partidos opositores, especialmente al Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) de José Serra, equivocaron la estrategia electoral y apostaron todas sus canicas por anteponer los resultados del juicio adversos al ex colaborador de Lula, José Dirceu y a José Genoino, ex dirigente petista, a su posible triunfo. Así, en una jugada de altura política, el ex presidente Lula, al decidir por la vía del “dedazo” la candidatura de su ex ministro de Educación, Fernando Hadad, logra arrebatarle la alcaldía de Sao Paulo, “la joya de la corona” de la elección, al PSDB que la había refrendado durante varias administraciones.
El PT incrementó la cantidad de municipalidades en 14 por ciento, y fue el partido más votado del país, sin embargo, perdió en ciudades importantes como en Salvador, capital de Bahía, Fortaleza, del estado de Ceará, Recife, de Pernambuco y Belo Horizonte, capital de Minas Gerais.
El Partido Socialista Brasileño (PSB), principal aliado a nivel nacional de la presidenta Dilma Russeff, fue uno de los principales triunfadores, de la mano de Eduardo Campos que con ello se perfila como fuerte contendiente en las elecciones presidenciales del 2014, junto la mandataria carioca y el senador Aecio Neves, ex gobernador de Mina Gerais, del PSDB. Pero se sabe que Sao Paulo es la puerta del PT para retener el poder, pero todavía falta tiempo.