Israel y Palestina
Bernardo González Solano
Hubo una vez una “guerra de cien años” que en realidad duró 116 años, de 1337 a 1453, entre los reinos de Francia e Inglaterra. Al final de cuentas, este enfrentamiento armado se saldó con la retirada inglesa de suelo francés. Esta guerra fue de raíz feudal: dirimir quién controlaría las posesiones de los reyes ingleses en territorio francés desde 1154. La guerra tuvo implicaciones internacionales. Todo derivó desde el ascenso de Enrique II Plantagenet, conde de Anjou, casado con Leonor de Aquitania, al trono inglés. Muchos creen que esta fue la guerra más larga de la historia, pero no es así.
En los días que corren todavía estamos inmersos en la guerra más larga de la humanidad: la del Oriente Medio, entre el moderno Israel y casi todos los Estados árabes de la región. Y contra el “futuro” Estado palestino que debió haber nacido en 1948 junto con Eretz Israel, pero que los propios líderes palestinos no dejaron que el parto fuera natural, optaron por la cesárea y el producto no ha podido completar su nacimiento. Por algo será que la palabra romana philisteus se convirtió en palestinos.
El Génesis bíblico
El conflicto se remonta al Génesis bíblico, a la envidia filistea por las riquezas de Isaac y la destrucción de los pozos de Abraham (Génesis, 26, 13 y 15). Además, por si algo faltara, en el mismo libro bíblico (25, 23) Jehová dijo: “Dos naciones hay en tu seno y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo; Y el mayor servirá al menor…”
Tal parece que no hay soluciones sencillas a conflictos milenarios. El diferendo va para más de seis mil años. En nuestros días, desde 1948 al presente, la friolera de 64 años y no se ve el final del túnel.
Por el momento, las cosas están así: Khaled Mashaal, líder supremo de Hamás (Harakat al-Mugawame al-Islamiya, en árabe: Movimiento de Resistencia Islámica), grupo integrista islámico palestino de los Hermanos Musulmanes, incluido en la lista de organizaciones terroristas por Estados Unidos de América y por la Unión Europea, afirmó la semana anterior que “los días de Israel están contados… La batalla contra el enemigo continúa… Los hombres y las mujeres de Palestina seguirán adelante con la resistencia… Israel y el resto de las fuerzas oscuras del muno no van a eliminar al pueblo palestino… Israel no es un país, sino un ente ilegítimo que ocupa Palestina… los días de Israel están contados”.
La guerra santa continuará
En un congreso de líderes islámicos en la ciudad de Jartum, Sudán, el dirigente de Hamás anunció que la Yihad (guerra santa) contra Israel continuará.
Asimismo, en un comunicado, la Brigada Ezedin el Kasam, brazo militar de Hamás adelantó: “Israel ha abierto las puertas del infierno”. A lo que Israel aclaró que la operación llamada Pilar Defensivo no había hecho más que empezar, que planeaba atacar nuevos objetivos y que estaba listo para lanzar una ofensiva terrestre “si fuera necesario”, según declaraciones de los portavoces militares.
El ejército judío desplegó, después del miércoles 14 de noviembre, día que murió Ahmed Yabari, el famoso jefe del brazo militar de Hamás en uno de los “asesinatos selectivos” de Israel, tropas terrestres en el sur del país y aprobó el viernes 16 la movilización de hasta 75 mil reservistas en previsión de una probable invasión de la Franja de Gaza.
De hecho, esta podría ser la mayor movilización de tropas en varias décadas, muy superior a la que se hizo en la guerra contra Hezbolá, en 2006, y durante la ofensiva Plomo Fundido en Gaza en 2008.
Mientras prosiguen las negociaciones para concertar un alto el fuego —en las que sobresale la participación del nuevo gobierno de Egipto y el de Turquía, localmente—, la violencia desatada por ambas partes aumenta el número de muertos y heridos —ya se habla de más de cien víctimas mortales, más de 500 heridos, entre los que abundan mujeres y niños, lo que ha servido para que algunos medios de comunicación distribuyan fotografías y vídeos de cadáveres de infantes y de periodistas que también han sido víctimas del estallido de las bombas, a uno incluso se le amputó una pierna—, el servicio de inteligencia israelí ha dado información sobre más de un centenar de objetivos militares, entre ellos puestos subterráneos de lanzamiento de misiles y túneles de almacenamiento de armas y material bélico. Por la cantidad de proyectiles y bombas lanzados se ve que ambos contendientes se han aprovisionado lo suficiente para continuar una guerra de larga duración.
Sami Naïr en La guerra anunciada escribió: “Un Estado palestino al lado de Israel parece cada vez más una quimera; al revés, la «cohabitación» armada y sangrienta entre los dos pueblos se está convirtiendo en un destino implacable”.
“En realidad —continúa Naïr—, estamos ante una guerra de los cien años, que con la diseminación de armas de destrucción masiva, acabará en una conflagración destructora, no sólo para ambos adversarios, sino para toda la región. No es una amenaza lejana”.
Por su parte, dice Javier Solana, exsecretario general de la OTAN, en El interior de Hamás: “El asesinato de Ahmed Yabari, comandante militar de Hamás, ha vuelto a desatar un grado de violencia entre Israel y Gaza desconocida desde la tregua de la Operación Plomo Fundido (2008) que se cobró la vida de 1,400 palestinos y 13 israelíes y además dejó enormes destrozos… Es difícil saber cómo este nuevo drama va a desarrollarse, pero sin duda contribuirá a una clara recomposición de las estructuras de poder en el seno de Hamás que afectará, también, a sus relaciones con los países vecinos, incluyendo a Israel y la propia Autoridad Palestina… En el deseo de los dirigentes de Hamás en Gaza de ser punta de lanza en la batalla contra la ocupación radica, en parte, los lanzamientos de bombas a Israel de las últimas semanas y la respuesta fulminante del Ejército israelí causando la muerte de uno de sus líderes más importantes, Ahmed Yabari, y enormes destrozos. Son conscientes de que Netanyahu no puede aparecer débil en su respuesta frente a Hamás, en especial después de haber convocado elecciones para enero: no obstante, están dispuestos a sufrir las consecuencias”.
“Pero, a la postre —agrega Solana— Israel no podrá conseguir lo que quiere. No lo consiguió con la Operación Plomo Fundido; recordemos que su objetivo era poner fin al poder de Hamás en la Franja de Gaza y obtener una mayor seguridad. No resolvió los problemas de seguridad en Israel y hoy se reencuentra con un Hamás más fuerte en el interior de Gaza… Como Hussein Ibisch escribe en Foreign Policy, «Israel puede una vez más ganar una batalla, pero seguirá perdiendo la guerra y a sus mejores amigos en el mundo»”.
Puede que sea cierto, pero no menos cierto es lo que en su momento escribió la inolvidable Golda Meir: “Israel puede darse muchos lujos, menos el de perder una guerra, porque ésta sería la última”.
Mientras tanto, los bombardeos israelíes, más certeros, continúan causando más muertos —al momento de escribir este reportaje (jueves 22 de noviembre) sumaban más de cien, y centenares de heridos—, muchas mujeres y niños. El domingo 18 resultó el más sangriento de la ofensiva de Israel, 29 palestinos fallecidos, once en una misma familia. Al tiempo, proseguían los esfuerzos diplomáticos para alcanzar una tregua entre el gobierno judío y Hamás.
A su vez, el presidente Barack Obama, por primera vez en sus propósitos diplomáticos en busca de un acuerdo para el alto el fuego, el domingo 18 pidió contención a Israel en su enfrentamiento contra Hamás. Esta petición encuadra en las preocupaciones de la Casa Blanca por impedir una escalada que no sólo tendría imprevisibles consecuencias dramáticas para los palestinos de Gaza y los israelíes, sino que pondría contra las cuerdas la política del Tío Sam en el Medio Oriente.
Durante su gira por el Lejano Oriente, en Bangkok, el presidente Obama, recién reelegido para otro periodo de cuatro años más, declaró: “Israel tiene derecho a esperar que no se disparen misiles contra su territorio… Si puede lograr eso sin una escalada de la actividad militar en Gaza, sería preferible. No sólo es preferible para el pueblo de Gaza, sino también para los israelíes”.
La clave se encuentra en que ambos bandos dejen de lanzar sus bombas uno contra otro para establecer el cese el fuego. Algo que parece tan simple es lo más difícil de lograr. Seis mil años de enfrentamiento y la cuenta continúa al alza. El Génesis parece una novela de nuestros días.


