Diseñar otro estilo

Teodoro Barajas Rodríguez

El próximo gobierno ocupa hacer un trabajo de reingeniería en materia de seguridad pública, ya se anuncian modificaciones porque es una alternativa viable dado el crecimiento y empoderamiento del crimen así como las secuelas del mismo.

Esperamos que los cambios sean tangibles para ser evaluados, de nada valdrían los cambios de siglas o nombres si se mantiene el mismo esquema ahora imperante que ha demostrado su fracaso. El combate a la impunidad, la recomposición del tejido social y la aplicación de la norma son imprescindibles, durante los últimos años se ha mantenido un modelo reactivo que ataca consecuencias pero olvida las causas que son multifactoriales.

La Secretaría de Seguridad Pública fue cuestionada en el actual sexenio, pero su titular fue inamovible peses a las irregularidades y montajes mediáticos. Evidentemente que las dificultades graves en materia de la legalidad no se remediarán mediante un decreto ni por anuncios, en principio debe operar un signo claro y contundente de voluntad política.

La próxima administración federal en pocas palabras ha reprobado el accionar de la Secretaría de Seguridad Pública, algunas funciones sustantivas de esa área institucional pasarán a la Secretaría de Gobernación, como se hizo en las anteriores gestiones priistas, en apariencia se retorna a lo básico y seguramente ello obedece a diagnósticos en la materia.

En los últimos dos gobiernos de extracción panista los grupos del hampa se multiplicaron, ello arroja un saldo demoledor y sangriento que perturba, enluta y masacra.

Decenas de miles de víctimas mortales es un dato que no puede pasar inadvertido porque los saldos reflejan una guerra sin dirección que sacude, aun así la impunidad mantiene su marcha en amplias porciones territoriales.

El análisis y el diagnóstico deben ser claros, mucho de lo realizado ha sido mal operado; partiendo de esa información bien puede diseñarse otro estilo, un paradigma nuevo que se distinga por aportar resultados.

El periodo que se avecina debe distinguirse por reformar el Estado, ya no valen más postergaciones, es preciso dejar la diatriba y los debates estériles para hacer causa común los actores políticos y dejar la mezquindad, a menos que continúen robusteciendo su desprestigio e inutilidad.

El asunto no puede anclarse únicamente en el incremento de los efectivos policiales o el endurecimiento de las sanciones para infractores, si acudimos a las causas se requieren mayores y mejores fuentes ocupacionales, promoción del arte y la cultura para forjar al ciudadano nuevo.

Esperaría que la próxima administración federal brinde un lugar estelar a la cultura y que ésta no sea vista como relleno porque es una manera de contrarrestar la impunidad, hasta ahora he percibido un afán constructivo e incluyente, un diseño de políticas públicas acorde puede ser un buen inicio.

De lo contrario, si los cambios sóolo se concretan en situaciones cosméticas el futuro no puede ser mejor, ya el hartazgo se ha manifestado de diversas maneras, un signo que prueba lo que señalo fue el resultado de los comicios de este año porque la gran mayoría votó en contra del masoquismo con la esperanza puesta en los cambios esperados que ahora se anuncian y deseamos que sean una realidad, pero no otorguemos cheques en blanco mejor exijamos respuestas.