Entre go-karts, víboras prietas y pejelagartos
Yazmín Alessandrini
El tiempo es relativo. Sin embargo, para el presidente Felipe Calderón, justo en este momento, las arenas del reloj para que pierda su condición de primer mandatario se agotan presurosas. Para muchos, ya es tiempo de afinar los instrumentos para tocarle Las Golondrinas y decirle adiós tanto al michoacano como a los 12 años fallidos de una alternancia que comenzaron con esperanza (con Vicente Fox) y terminarán con desilusión.
En las últimas semanas de su gestión vimos a un Calderón que nos hizo recordar a esos niños que durante casi todo el año se la pasan flojeando y evadiendo hacer sus tareas escolares, pero cuando se acerca el fin de curso empiezan echarle todas las ganas del mundo a los pendientes para que el maestro se compadezca y aunque sea les ponga un “6” en la boleta. Pero lo cierto es que un país como el nuestro, tan lastimado y agraviado por la clase gobernante saliente, no se recompone con acciones y eventos de última hora.
Sin embargo, el presidente de la república así lo creyó y de lunes a domingo, durante las últimas semanas, se dedicó a entregar obras por aquí, por allá, por acullá, abogando por la amnesia de corto plazo que aqueja al grueso de los mexicanos y que lamentablemente es el ingrediente principal que permite que cíclicamente en México siempre se repita la misma historia.
Pero las cuentas no le salen al señor Calderón. Las cifras oficiales (que sólo son eso, oficiales) no concuerdan con la realidad. Para él, estos últimos seis fueron nada más años de “vacas flacas”, pero para millones de mexicanos fueron años de terror, de violencia, de incertidumbre, de desempleo, de zozobra, de sangre. Pero el presidente de la república, en estas últimas semanas, los ha querido disimular con algunos episodios de comedia involuntaria a la hora de cortarle el listón inaugural a alguna de las obras de “relumbrón” que entrega. Y ya salen los chistes sobre el pejelagarto (en Tabasco), las víboras prietas (en Chihuahua) o incluso se avienta unas carreritas en los go-karts de La Marquesa para que a todos se les olvide, momentáneamente, lo complicado que luce el futuro inmediato de nuestro país y que en mucho será así por la herencia que nos dejará el presidente saliente y su muy poco capaz equipo de colaboradores cercanos, del cual casi nadie se salva de la quema.
¿Cómo creerle, por ejemplo, al secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, que nuestro sistema penitenciario es ejemplar y admirado en todo el mundo, cuando por todos lados se nos fugan los reos de las cárceles?, ¿cómo aplaudirle al señor Calderón su malograda guerra contra el crimen organizado, la cual arrojó en promedio 12 mil muertos por año?
No sé a dónde se irá a radicar Calderón una vez que salga de Los Pinos y se quite del pecho la banda presidencial.
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