Entrevista a Alfredo Jalife-Rahme/Profesor de posgrado en la UNAM


Antonio Cerda Ardura

México se encuentra en vías de miamización (en el sentido de la depauperación de su población y de la privatización de las empresas estatales y públicas, de la infraestructura, de los servicios y los valores, etcétera), ya que ha perdido su soberanía y ha cedido el control de todas las áreas estratégicas a los Estados Unidos.

Lo anterior lo advierte a Siempre! Alfredo Jalife-Rahme, especialista en relaciones internacionales, geopolítica y globalización y director del centro de Estudios Geoestratégicos de la UAM-Xochimilco, quien afirma que en su esquema de seguridad, el país vecino del norte está realizando el negocio perfecto, que es el lavado de dinero, la venta de armas y el control del negocio de las drogas a nivel hemisférico.

El también profesor de posgrado en la UNAM señala que en esta estrategia enmarcada en la Homeland Security (la seguridad interna estadounidense) y con la persistencia del modelo económico neoliberal, lo que está en juego es el petróleo mexicano.

El gran negocio

Durante la administración de Felipe Calderón en México se trabajó de manera intensa con Estados Unidos en el aspecto de la seguridad. ¿Qué tanto se logró ese propósito?

Hay que trazar una línea longitudinal para entender cómo funciona la política de Estados Unidos hacia México, y yo empezaría desde un escrito famoso titulado Nuevos Horizontes, elaborado por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), con sede en Washington, que tuvo la opinión de la Universidad de Austin y de algunos entrevistados mexicanos, como Jesús Reyes-Heroles González Garza (exsecretario de Energía y exdirector de Pemex), Luis Rubio (el hijo del luchador Wolf Rubinsky, considerado agente de la KGB en los años 50) y Rafael Fernández de Castro (jefe del Departamento Académico de Estudios Internacionales del Instituto Tecnológico Autónomo de México, ITAM), entre muchos otros, que plantean ya el inicio de una nueva relación de Estados Unidos con México. ¿Por qué refiero este escrito? Porque fue hecho días después del atentado del 11 de septiembre, cuando se da una recomposición de la política de seguridad de Estados Unidos frente al mundo y frente al islam, a nivel religioso y a nivel regional.  Obviamente México no podía ser la excepción en el marco de la Homeland Security, la seguridad interna estadounidense, y por ello al presidente mexicano en turno le correspondió, primero que nada, aplicar la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN), tratado subsecuente al de Libre Comercio, con lo que se inició el desmantelamiento y el socavamiento de la soberanía mexicana. El ASPAN es un acuerdo secreto y, hasta donde tengo entendido, nunca fue votado por el Senado, pero sí fue concretado de manera cupular por tres mandatarios: el de Estados Unidos, George W. Bush, y por los dos peleles que tuvo en ambos extremos de su frontera. Continuando esto, vino el desmantelamiento de la banca mexicana, que es el gran negocio. ¡México es el único país del mundo con el 92 % de su banca en manos foráneas! Y, tras eso entramos a la fase del Plan Mérida, que es una calca del Plan Colombia. Aquí ya queda muy clara la línea longitudinal que refiero. Todo esto está diseñado para beneficiar a Estados Unidos. ¿En qué forma? La seguridad es un negocio redondo, empezando por la venta de armas. Estados Unidos es el mayor productor de armas del mundo, de cualquier calibre. La Operación Rápido y Furioso demostró qué tipo de armas vende.

Y que existen  canales para su venta.

Y  cómo se maneja y quién controla el narcotráfico en realidad, que es un gran negocio financiero. Sólo un banco, el Wachovia, que tuvieron que disolverlo, lavaba al año 123 mil millones de dólares, como acusan ahora al HSBC. Estamos hablando del que quizás sea el gran negocio de la banca de Estados Unidos. Muchos manejan que entre el 5 y el 20 % del PIB mundial proviene del lavado de dinero. Entonces ¡es el negocio perfecto!: se cultivan o se fabrican estupefacientes; se venden; se controlan; se tiene, además, domesticada a la población interna de Estados Unidos; se lava dinero, se venden armas y se matan latinoamericanos. ¡No he visto un negocio mejor! Y no hay que olvidar que los estadounidenses tratan de crear una zona de amortiguamiento de seguridad, que suma el Plan Colombia, un punto que venga desde Colombia hasta el Plan Mérida, que es México. Se trata del área que se conoce como el vientre estratégico de Estados Unidos, el Soft Belly, que es toda la zona del Caribe; el Golfo de México; México, obviamente; Centroamérica y hasta Colombia, incluyendo el Canal de Panamá.

Tras nuestro petróleo

¿Entonces, en realidad, la seguridad de Estados Unidos es un plan económico?

Es multidimensional. Está en juego, por ejemplo, el petróleo del Golfo de México. Y el Northcom, el Comando Norte, es el último golpe que viene. Es la misma línea longitudinal que refería. Romney lo dijo en el debate: se trata de crear una zona energética de América del Norte. ¿Por qué? Estados Unidos es deficitario en materia energética. ¿Dónde están los energéticos? Pues los tiene México, además de que contamos con mucho uranio. ¡Es el energético que viene en unos 20 años! Tenemos grandes yacimientos de hidrocarburos en el Golfo de México, prácticamente entregados por Calderón, y  Canadá es una potencia hidráulica y gasera. Así que Estados Unidos tiene muy clara su visión de incorporar a México al Comando Norte.

¿Qué representó para México el éxito de este proyecto de seguridad?

Una desgracia. Si nos vamos a los datos del Pentágono —al que yo le creo más que a Calderón—, hablamos de 150 mil muertos y 150 mil desaparecidos. ¡Es un genocidio!

¿Qué viene con el cambio de gobierno?

Como la virginidad, que se pierde una vez, México realmente hace mucho que perdió la soberanía. El modelo está diseñado para que la periferia de Estados Unidos sostenga el dólar. Es el modelo expreso que Estados Unidos ha aplicado a México. Entonces no tenemos soberanía financiera, ni militar, ni energética.

Plan B

Entonces no vienen tiempos mejores.

México desde hace mucho está siendo controlado por Estados Unidos, pero no absorbido, lo cual es importante, porque no llegamos ni siquiera a ser un estado. Pero hay que ver un poco hacia adelante y nosotros tenemos a nuestro favor tres elementos. El primero es la decadencia de Estados Unidos. A mí no me gusta que le vaya mal a nadie, pero desgraciadamente el bien de Estados Unidos ha sido el malestar de México. Es una tragedia geopolítica que México esté en la frontera con Estados Unidos, pero obviamente vamos a tocar fondo y, de ahí, podemos resucitar.

En segundo lugar nos beneficia la demografía mexicana y latina en Estados Unidos. Eso es un problema para Estados Unidos en el mediano plazo. Yo hasta en broma digo que el próximo presidente independiente de México no lo vamos a tener en México, sino en Estados Unidos. Estados Unidos no anda bien y nosotros tenemos que tener también un plan B y estar listos para lo que suceda en ese país. La decadencia de Estados Unidos es real y puede llevar a una implosión interna y a una guerra civil.

El tercer punto es que tengo mucha esperanza en la juventud mexicana. Mi generación claudicó y se vendió muy barato.  Pero la juventud va bien, está despierta, se quiere informar y no quiere estar supeditada al modelo neoliberal. Creo que el futuro de México se va a definir en los próximos veinte años.