Lo “encabeza” Martí Batres
Yazmín Alessandrini
Víctima del clientelismo, la voracidad, el oportunismo y la intransigencia, la izquierda en México, cuando menos en lo que a política se refiere, prácticamente no existe. Lo que tenemos en nuestro país por izquierda (a algún iluminado se le ocurrió ponerle una ese para que hoy día les llamemos izquierdas) en estos momentos es una desbalagada muchedumbre de acomodaticios que un día dicen pertenecer a un partido, pasado mañana se cambian a otro.
Por eso mismo resulta totalmente burdo y tedioso tener que presenciar mudamente (como contribuyentes) la puntada de Andrés Manuel López Obrador de inventarse, no fundar, un partido que poco a poco se irá poblando de aquellos tránsfugas de los que en su momento se desmarcó para dizque rodearse de gente honesta, decente y profesional. ¡Sí, cómo no!
¿O acaso usted, amable lector, no está cansado de ver, año tras año, que parte de sus impuestos se destinen para mantener a legiones de políticos doctorados en el fino arte del “chaqueterismo”?
El Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, es una más de las inacabables triquiñuelas de las que el tabasqueño ha echado mano una y otra y otra vez para eternizarse en el presupuesto anual que se le destina a los partidos políticos a expensas del trabajo denodado de millones de mexicanos.
El gazapo ese de que todo servidor público adherido a este nuevo Club de Toby de López Obrador tendrá que aportar el 50% de su salario no es más que una “cortina de humo” para que los verdaderos “peces gordos” de esta naciente militancia se queden tranquilos, ellos y su cartera, y que los incautos de siempre (el obrero, la costurera, el microempresario, el sindicalizado, etcétera) sean lo que se encarguen de mantenerles sus supuestos despliegues de austeridad.
El hecho de que el martes pasado Martí Batres haya sido ungido el mesías junior (porque el mesías 1 de esta charada es el señor López) simple y sencillamente lo dice todo. Pero si aún les quedan dudas y creen que soy una malintencionada, échenle un ligero vistazo al organigrama de este flamante partido político para que se den cuenta de que se trata “de la misma gata, nada más que revolcada” y con distintas siglas: el hermano del mero-mero, su hijo, la amiga, el patiño principal (Ricardo Monreal Avila), el hermano de éste, su yerno, la senadora que juega “joyitas” con su iPad en plena sesión, la hermana del mesías junior… en fin, parafraseando al finado “Pompín” Iglesias, ¡qué bonita familia, qué bonita familia!
Hablar de democracia desde la izquierda, o desde las izquierdas, no es más que replicar los modelos que ellos agriamente critican “de los de la banqueta de enfrente”. Por eso, su aportación a la vida democrática de México será mínima, prácticamente nula, porque desde todas las aristas que pueda ser vista, ésta Morena no es más que una empresa familiar disfrazada de partido político.
Seguramente don Heberto Castillo debe estarse revolcando en su tumba.
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