Entrevista Jorge A. Schiavon/Investigador del CIDE
Irma Ortiz
Luego de los recientes resultados en los comicios norteamericanos donde el demócrata Barack Obama fue reelegido, hoy la pregunta en México es cómo será la relación entre la administración estadounidense y el gobierno entrante del priista Enrique Peña Nieto. Una relación que se iniciará este 27 de noviembre, fecha en que el presidente electo mexicano se entrevistará con el mandatario estadounidense, donde se irá preparando el terreno de cómo serán los vínculos en materia política, económica y de seguridad entre las dos naciones.
Una relación que se espera que sea distinta a la de las administraciones panistas, caracterizadas por su proclividad a la subordinación, y que ahora se pretendería que realmente se potencie y se reactive una relación más igualitaria con Estados Unidos, una relación de igual a igual. La complejidad de temas bilaterales como la seguridad, la migración, la economía y los escenarios que ambos países enfrentan están en la mesa de discusión.
El especialista en las relaciones México-Estados Unidos, Jorge A. Schiavon, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económica CIDE habla a Siempre! sobre su visión de las expectativas de la relación entre las dos naciones.
Acaba de regresar de Washington, donde vivió de cerca los comicios en Estados Unidos. ¿Cuál es su visión sobre estas elecciones?
Fue una elección muy competida. Unos comicios que hablaban de dos visiones de país; una republicana, que lo que buscaba era reencontrar el Estados Unidos del pasado, blanco, más anglosajón. Por otro lado, está la percepción de un Estados Unidos nuevo, multicultural, un país que busca una sociedad del siglo XXI y fueron justamente esas dos visiones las que se contrastaron en la elección.
Lo interesante fue ver que el país está dividido prácticamente en mitades; una mitad que cree en un Estados Unidos multicultural, con mayores compromisos internacionales, con ideas más liberales, y por otra parte está la de los republicanos, un país que quiere ver hacia el pasado.
Lo que vemos es que hay que encontrar un mecanismo para asegurarse de que no haya una fragmentación dentro de esa nación y que se encuentren los mecanismos para solventar las diferencias de óptica del país que estuvieron en pugna. Triunfa la visión más multicultural, la visión más liberal, pero al final, el 50 % de esa nación sigue teniendo esa percepción más hacia el pasado que hacia el futuro.
Ello nos lleva a los retos que enfrentará Obama en esta administración, con una población tan dividida…
Obama habló de ellos en su discurso al triunfar en las elecciones. Los principales retos: primero y antes que nada, el grave problema fiscal que tiene ese país. Una deuda gigantesca, resultado en buena medida de las políticas de liberalización económica que se llevaron a cabo en las dos administraciones del presidente Bush, y el enorme rescate que se hizo en la administración del presidente Obama. Hay que encontrar una estrategia para sacar adelante la economía estadounidense, y en buena medida resolver el enorme boquete fiscal y la gran deuda.
Segundo —también lo dijo el presidente Obama—, hay que encontrar un mecanismo para regularizar la situación migratoria de prácticamente 12 millones de personas que se encuentran hoy de manera irregular en esa nación. Tercero, encontrar una participación mucho más comprometida de Estados Unidos en asuntos globales, buscando una solución real a los temas económicos y políticos a nivel global, con una visión mucho más de consensos, en vez de imposiciones.
Por último, un tema mucho más de agenda interna: el de las energías; cómo hacer autosustentable a Estados Unidos en términos energéticos y lograr la transición hacia un esquema de economía energética mas limpia.
Replantear la relación bilateral
Tenemos presidente electo, quien también trae propuestas y una visión de país. ¿Considera que Peña Nieto podrá replantear esa relación con Estados Unidos de manera distinta a la que hemos tenido con los gobiernos panistas?
Habrá un replanteamiento de la relación bilateral con Estados Unidos, y además en un buen momento, porque siendo la segunda administración del presidente Obama, podrá empujar temas que son importantes desde la agenda política interna norteamericana, pero que afectan directa y abiertamente la relación bilateral.
La principal para los norteamericanos es indudablemente la agenda migratoria. Obama en este su segundo mandato y ante el enorme cambio demográfico que hay en ese país, va a buscar esa reforma integral en términos migratorios en Estados Unidos. Lo va hacer por tres razones fundamentales: la primera porque es un compromiso de campaña hacia el electorado hispano, quien definió por cuarta ocasión la elección; segundo, por una cuestión estratégica en el sentido de que esta población es más multicultural, donde en buena medida los hispanos representan ya, de cada cuatro nacimientos, uno es hispano y por lo tanto con mayor importancia en el ámbito electoral estadounidense.
Obviamente hay que encontrar el mecanismo para ordenar esa participación hispana, esa migración y, mucho más importante, su participación electoral, por ello al presidente Obama le conviene estratégicamente ser quien incluya política y electoralmente a este grupo. Tercero, al final de cuentas le conviene desde una óptica económica, pues una población que está envejeciendo, como la de Estados Unidos, si quiere mantener su dinamismo económico y las posibilidades de crecer e innovarse, requiere de la población minoritaria, incluyendo a los hispanos, para así financiar a los que se retiran y mantener la dinámica dentro de la economía estadounidense. Son razones de política interna, pero que benefician a nuestro país, porque a final de cuentas el 60 % de los migrantes irregulares en Estados Unidos son mexicanos, y por lo tanto conviene de manera fundamental a México encontrar una regularización de estas personas.
¿Qué tanto será posible una reforma migratoria cuando la Cámara de Representantes tiene una mayoría republicana?
El presidente Obama tendrá que enfrentarse a la división de poderes nuevamente en su segundo mandato. Lo interesante es que tiene mayoría dentro del Senado, pero no dentro de la Cámara de Representantes. Estratégicamente conviene a la gente más liberal dentro de los republicanos, pensar más sobre cómo incluir a estas nuevas minorías que adquieren una importancia electoral mayor en el curso de los siguientes años, en su electorado. Eso facilitaría que tengamos una propuesta legislativa para una agenda migratoria y que sea bipartidista.
¿De igual a igual?
Peña Nieto tiene muchos retos por enfrentar. ¿Conducirá la relación bilateral de manera que nos hablemos de igual a igual con Estados Unidos, de Estado a Estado?
Hay tres prioridades dentro de la política exterior de México y las tres están siendo retomadas por el equipo de transición y particularmente por la gente encargada de los asuntos internacionales del presidente electo. Primero encontrar un mecanismo de mayor cooperación, pero de una lógica mucho más negociada hacía el norte, con Estados Unidos. Segundo, recuperar los espacios de liderazgo y de incidencia en asuntos latinoamericanos; y tercero, que México recupere esa presencia y esa capacidad de conducción de los temas multilaterales en organismos internacionales.
Dentro de la política exterior es encontrar un mecanismo de mayor negociación y cooperación con esa nación, pero en términos de igual a igual. En el caso latinoamericano, en particular de Centroamérica, es recuperar los espacios de liderazgo, y en el caso de arreglos multilaterales, que México vuelva a ser un actor fundamental en la codificación del derecho internacional y de la atención a los temas que para México son prioritarios dentro de la agenda multilateral. Yo sí veo posibilidades de recuperar esa agenda por parte de la nueva administración.
Un punto clave en la relación México-Estados Unidos ha sido el de la seguridad, un Plan Mérida, y se implementa una política que ha provocado situaciones terribles de mortandad. ¿Se podría repetir la situación?
Si México quiere ampliar sus capacidades de negociación real frente a Estados Unidos, lo primero que tiene que hacer es atender nuestro principal problema, que es el de la seguridad interna. La máxima prioridad de Estados Unidos hacia México es que su frontera sur, la frontera entre los dos países, sea segura y que México sea una nación estable. Si se quiere fortalecer la capacidad de negociación frente a Estados Unidos, lo primero es resolver un problema de política interna: la seguridad en el interior de nuestro país.
Será a través de mecanismos para mejorar la seguridad en el país en que se amplíen los márgenes de negociación con Estados Unidos, ¿cómo?, encontrando un esquema en el cual se pueda no sólo mejorar la situación en términos de la reducción de la violencia, sino también del fortalecimiento de las instituciones mexicanas en materia de procuración e impartición de justicia y de readaptación social. Hay que invertir en términos de un fortalecimiento institucional en el país para poder hacer un cambio real de largo plazo.
Con respecto a la atención de los temas de violencia muy probablemente, al igual que ocurre en el resto de los países del mundo, hay una estrategia de tolerancia estratégica. ¿Qué significa?, que hay que atacar al crimen organizado que sea más violento, al que atente de manera más directa a la sociedad, aquel crimen organizado que lleva a cabo extorsión, secuestro y que genera mayores niveles de violencia, ¿por qué?, porque enfoca sus baterías en atender los problemas que más atentan en contra de la población y de la seguridad en el país y manda una señal hacia el crimen organizado, de que crimen siempre habrá, pero lo que hay que evitar es que las consecuencias más nefastas del crimen afecten a la sociedad y lastimen el tejido social.
Falta de confianza
¿Cómo enfrentar posiciones y decisiones unilaterales como el programa de Rápido y Furioso, que tan nefastas consecuencias ha tenido en nuestro país?
A través del fortalecimiento de esquemas institucionales de negociación bilateral entre México y Estados Unidos. En buena medida vemos este tipo de acciones por parte de Estados Unidos, en los que no se suma a México en estos esfuerzos, por la falta de confianza que hay.
La falta de confianza es resultado de la debilidad de nuestras propias instituciones. Al fortalecerlas y encontrar mecanismos de mayor cooperación, que además sean institucionalizados como ocurría en el pasado, como es el caso de la Comisión Binacional México Estados Unidos, se evita que suceda lo que ha pasado en los últimos años en los que Estados Unidos negocia con diferentes instancias dentro del gobierno mexicano, y a veces hasta aprovecha las pugnas interburocráticas que puede haber entre las secretarías de la Defensa Nacional, la de Marina, la de Seguridad Pública, etcétera.
Si México resuelve sus problemas de coordinación, fortalece sus instituciones y presenta un frente único de negociación y de cooperación con Estados Unidos, se evita este tipo de situaciones.
¿Cuál debe ser el perfil del embajador de México en Estados Unidos?
Tiene que ser un embajador que primero y antes que nada tenga la confianza total del presidente mexicano. Es el enlace directo del mandatario mexicano frente a nuestra relación internacional más importante, que es Estados Unidos. Segundo, tiene que ser una persona que tenga capacidad de sostener un diálogo al más alto nivel en Washington con los actores políticos, pero también con otros personajes de importancia en Estados Unidos, en la Casa Blanca, en el Congreso, y frente a actores económicos, particularmente el empresariado, pero también están los think tank y los organismos de la sociedad civil. En pocas palabras, tiene que ser una persona que tenga acceso a los principales actores de Estados Unidos y que tenga, al mismo tiempo, la confianza total y absoluta del presidente de la república.
¿Expectativas sobre la próxima reunión de Obama con Peña Nieto?
Es de enorme importancia porque sentará las bases justamente de cómo, en qué temas y bajo qué esquemas institucionales se dará la cooperación durante los siguientes cuatro años entre México y Estados Unidos. Ahí lo que se tiene que hacer es llevar, por parte de México, nuestras prioridades e intereses, pero al mismo tiempo, demostrar que somos confiables en términos de que vamos hacer nuestra parte del trabajo, que es resolver los problemas internos y que sólo compete a nosotros hacerlo.
Si México resuelve los problemas que competen al país, automáticamente mejora la capacidad de negociación frente a Estados Unidos. Si México es un país seguro, estable, si garantiza el ordenamiento de los flujos comerciales, migratorios, el control sobre los aspectos más nefastos del crimen organizado, entonces la capacidad de negociación de México frente a Estados Unidos automáticamente mejoraría.
Con credibilidad en sus instituciones…
Con credibilidad en sus instituciones y con credibilidad en su capacidad para garantizar su estabilidad en nuestro país y obviamente la atención a los principales problemas políticos, económicos y sociales. Es decir, un México más fuerte internamente es un México con mayor capacidad de negociación frente a Estados Unidos.