Reformar el Estado es un trabajo esperado
Teodoro Barajas Rodríguez
Al final del año llueven las reflexiones, se trata de algo que podríamos denominar cíclico, siempre se renuevan las esperanzas, concluye un ciclo para llegar el aliento del que emerge con una multitud de buenos deseos.
Estimo que se vale soñar, deseando un país mejor, próspero, sí, definitivamente uno en el que la impunidad sea atacada frontalmente, cese la absurda guerra desatada irresponsablemente por Felipe Calderón y el modelo de combate a la delincuencia sea distinto, caracterizado por la eficacia. Es un tema complejo el de la seguridad pública, de origen multifactorial y consecuencias dolorosas. El trabajo debe hacerse, la recomposición del tejido social es un imperativo.
El año 2012 se ha caracterizado por la alternancia, el desplome del Partido Acción Nacional que en este momento enfrenta rupturas, desprendimientos una vez que el poder les fue arrebatado por la cantidad inmensa de errores diseñados desde la presidencia de Felipe Calderón, tan proclive a basarse en los afectos personales más que por los resultados o mejores perfiles.
El 2012 dejó una estadística cruenta de víctimas de la guerra contra el narco, daños colaterales elocuentes como el propio hijo de Humberto Moreira, que recién denunció en foros internacionales al expresidente de la república.
El próximo 2013 se advierte como un lapso temporal en el que se antojan los primeros resultados de la reforma educativa, en la que el Estado debe recuperar la rectoría en el sector tan impregnado de la más rancia antidemocracia proveniente de la perpetua dirigente sindical Elba Esther Gordillo, un ser que mucho tiene que ver en el retraso y oscuridad educativa.
Reformar el Estado es un trabajo esperado, construir los acuerdos entre los diversos para poder aspirar a una verdadera gobernabilidad tras los signos de una evidente descomposición. La partidocracia aún es propietaria de una gran parcela de poder que hace aflorar la gula de tal oligarquía que se empeña en secuestrar la participación ciudadana.
Vienen más partidos políticos, más de lo mismo, algunos cuestionan con severidad el sistema vigente pero se encomiendan al mismo para consolidar sus nuevas organizaciones, el asomo de la incongruencia es monumental.
Otro pendiente para resolverse, por la urgencia que representa, es el alto endeudamiento de estados y municipios que en esta época decembrina no pagaron a tiempo prestaciones constitucionales como el aguinaldo de la clase trabajadora.
Quiero suponer que muchos de los graves problemas de México sean tratados con la seriedad que se requiere, no hay recetas mágicas ni genios que broten fantásticamente de una lámpara, pero sí las propuestas, los diagnósticos y los análisis adecuados para aplicar el remedio a la enfermedad social que amenaza con hacer metástasis.
El 2013 debe ser un lapso diferente en forma y fondo al que se fue, más ineptitud no puede ser posible. Esta nueva administración de Enrique Peña Nieto ha comenzado con fortuna, ya se anuncian reformas, se han aprobado, ahora falta que la aplicación de nuevas medidas reflejen un cambio verdadero y no solo epidérmico, como lo expresara el padre Solalinde.
La pelota rueda en el campo de nuestra clase política. Al tiempo. Feliz año 2013 para todos.
