Ricardo Venegas

El volumen Con rumbo desconocido nos sumerge en la violenta vida cotidiana de México. Si José Emilio Pacheco afirma que “antes a Cuernavaca se le conocía como la ciudad de la eterna primavera y hoy es la ciudad de la eterna balacera”, lo dice con toda la razón del que observa los cambios sociales que hoy se asumen con la normalidad de la costumbre: una gama de violencia que antes sólo veíamos en el norte del país. “Es cierto porque es absurdo”, diría Carlos Fuentes, en México se ha permitido toda clase de atropellos en los que la sociedad civil es la pagana de estos crímenes; por ello es saludable que la denuncia a través de la literatura se renueve y se vuelva a cultivar como en el siglo XIX, cuando en las novelas por entregas se hiciera pública la existencia de salteadores como El zarco de Altamirano, el credo de los Bandidos de río frío de Manuel Payno, o bien, Los Plateados de tierra caliente, obras en las que se detallan las estrategias de los criminales de la época, así como el afán siempre presente de los personajes de ascender de nivel social a través de una vía fácil y rápida. Si dijéramos que la realidad supera a la ficción por lo que hoy mismo presenciamos en el país, erraríamos, pues como dijo alguna vez el crítico Renato Prada: “decir que la ficción supera a la ‘realidad’ puede ser una afirmación paradójica. A pesar de la buena intención que parece motivarla, empobrece el sentido mismo de la ficción, la distorsiona y la deja, en el fondo, tan mal parada que se le reduce a un servil parámetro de la realidad”. El tino de Prada consiste en separar, a través de la frontera del discernimiento, la realidad de la ficción. Y ésta será una discusión interesante, ya que la narrativa de Isaías Alanís se encuentra estrechamente ligada a los parámetros de la realidad, sería injusto considerar ficción lo que ocurre cotidianamente en México, por ejemplo. Si Santiago Genovés explica el fenómeno de la violencia desde la investigación antropológica, Isaías Alanís lo hace desde la óptica del escritor, abordando temas de doble filo que involucran a la sociedad civil de México. El estilo de Alanís, expuesto sin el uso de la puntuación a la que uno se acostumbra, no es obstáculo para una lectura fluida que nos acerca a sus personajes y a sus avatares. Incluso la poesía se asoma entre líneas para ofrecer una gama de anécdotas, narraciones que parecen tener la encomienda de reconstruir el momento original en el que ciertos hechos se desencadenan. El lenguaje es el de la calle, el que se escucha cuando uno camina por avenidas donde todos somos iguales, a este oído fino para captar el habla popular hay que sumarle la enorme tradición que cultivó el gran Ricardo Garibay, que con Alanís encuentra a uno de sus más dignos representantes; celebro desde un rumbo desconocido la aparición de este libro cargado de blasfemia, riña, vitalidad, denuncia, tragedia, entrega, hedonismo y realidad.

Isaías Alanís, Con rumbo desconocido. Sigla Editores, 2010; 333 pp.