Humberto Musacchio/Periodista cultural
Moisés Castillo
Sólo Humberto Musacchio pudo imaginar y concretar un libro faraónico como México: 200 años de periodismo cultural (Conaculta, 2012). Sólo un periodista obsesionado con la historia y la información, como Humberto, hace cosas imposibles. ¿Por qué escribir un libro sobre autores y hechos culturales más sobresalientes de México? Simple: porque es un trabajo inédito, una labor de investigación lúdica que revela lo que fuimos como país en el campo de la cultura y las artes.
Humberto ha dirigido y escrito en los suplementos culturales más importantes del país. Es autor, entre otras obras, del Diccionario enciclopédico de México y de los libros de crónicas Ciudad quebrada, Hojas del tiempo y Urbe fugitiva. También ha publicado Historia gráfica del periodismo mexicano e Historia del periodismo cultural de México. El Fondo de Cultura Económica ha editado El Taller de Gráfica Popular, un recorrido gráfico notable.
Con cuatro décadas de experiencia en el periodismo cultural, el oriundo de ciudad Obregón, Sonora, afirma que existe un fenómeno singular: cuando hay grandes momentos de la cultura también hay excelentes publicaciones culturales. Así lo demuestra en este libro monumental, realiza un retrato quirúrgico de los mejores medios impresos y etapas de la cultura nacional.
Esta obra, que consta de tres tomos, documenta además las épocas de sequía cultural de los dos primeros siglos de vida independiente del país. En el tomo I —el único disponible hasta el momento—, el autor presenta plumas famosas y desconocidas, publicaciones olvidadas, debates polémicos que se ventilaron en medios como el Diario de México (1805), El Iris (1826), El Apuntador (1841), El Renacimiento (1869), El Artista (1874), La Juventud Literaria (1887), Revista Azul (1894), Revista Moderna (1898), Savia Moderna (1906), entre otros.
El viaje de los primeros cien años es fascinante, no sólo porque se muestra el estilo de escritura del siglo XIX sino también por la evolución de géneros periodísticos como la noticia, la crónica, la columna, la semblanza y la poesía como armas políticas. El sonorense conformó un equipo multidisciplinario para cubrir y revisar miles de páginas, y posteriormente entró al proceso de selección detallada del material periodístico.
La elegante edición facsimilar presenta cómo eran las tipografías, viñetas, litografías, ilustraciones, fotografías y grabados en volantes, diarios y revistas. Estamos frente a una síntesis perfecta e inédita que redescubre el arte y las letras mexicanas tal y como fueron publicadas. México: 200 años de periodismo cultural es una guía imprescindible para los estudiosos del periodismo y debería ser un libro obligatorio en todas las universidades que ofrecen la carrera de comunicación.
El periodismo es tan viejo como la imprenta. Y Humberto caminó y llegó a buen puerto gracias a su buen gusto e inteligencia para ordenar un pasado-presente entre un mar de información. Para esta obra se tomaron 34 mil fotografías de ejemplares antiguos de los acervos de la Hemeroteca Nacional, Biblioteca México, Biblioteca Lerdo de Tejada y el Archivo General de la Nación.
¿Cómo fue construyendo esta cronología de dos siglos de periodismo cultural?
Creo que el periodismo cultural acompaña el desarrollo de la cultura mexicana. Por eso no incluyo textos extranjeros salvo en casos extraordinarios como los escritos por Víctor Hugo, presencia aplastante del siglo XIX. En general es contar la historia del periodismo y en ella el reflejo de la historia de la cultura en México. El asunto era conciliar la inmediatez inherente al periodismo con la trascendencia de los textos que valían la pena por su estética y su influencia.
De los primeros 100 años, ¿qué plumas y qué publicaciones destacaría?
Empiezo la antología con textos de el Diario de México, que fue fundado en 1805 por Jacobo de Villaurrutia y el escritor oaxaqueño Carlos María de Bustamante. Tomo textos de 1810 que es el año en que comienza la investigación. El Diario de México fue el órgano de expresión de nuestra primera mafia literaria, un grupo de poetas neoclásicos. Incluyo también unos trabajos literarios que aparecen en la prensa insurgente que sobre todo es poesía, cantos a los líderes independentistas. En el México independiente hay varias publicaciones pero me parece que la más destacable de ellas en los años 20 del siglo XIX es El Iris. Fue el primer medio totalmente cultural que hubo en México. Además fue el primer periódico ilustrado con litografías elaboradas por el italiano Claudio Linati.
“Adiós a mamá Carlota”
¿Cómo calificaría la vida cultural en esos años de guerras continuas?
En esas décadas la vida cultural en México no fue muy rica porque el país vivió una permanentemente guerra civil de 1810 hasta 1867. Por cierto, durante la guerra contra los franceses se publicó un periodiquito que se llamó El Pito Real, que editaba Vicente Riva Palacio y que se burla del emperador Maximiliano y toda esa ridiculez. Ahí se publican, por primera vez, los versos de Adiós a mamá Carlota. Es un periódico que se pitorrea de todas las formalidades del Imperio. Afortunadamente tengo en mi colección el número que trae esos versos que cantó todo el país; paráfrasis del ¡Adiós, oh, patria mía!, de Ignacio Rodríguez Galván. Para no alargarme con la lista diré que el siglo XIX cierra con dos publicaciones de enorme importancia para las letras mexicanas como son la Revista Azul y la Revista Moderna. Esta última es ilustrada por el gran Julio Ruelas junto con otros artistas como Germán Gedovius. Podemos leer textos que hoy nos parecerían muy osados o que de plano estarían prohibidos. Hay sobre todo una ilustración que publica Ruelas que me parece que todavía escandalizaría a las buenas conciencias: Cristo crucificado, que ve hacia abajo donde está María Magdalena mostrando unos senos generosos y acariciando una serpiente de forma fálica.
De los últimos 100 años, ¿qué es lo que no se conoce del periodismo cultural?
En la segunda década del siglo XX surge una cantidad muy interesante de publicaciones culturales. Manuel Maples Arce y los estridentistas sacan Actual e Irradiador; la revista Contemporáneos es formidable; El Universal Ilustrado es también una gran publicación. El suplemento El Gallo Ilustrado, del periódico El Día era muy bueno. También tomé como eje el suplemento de El Nacional porque es de fácil acceso. Es muy difícil que las colecciones estén completas; sin embargo, en el caso de El Nacional estaban casi todos los números. En la segunda mitad del siglo XX lo dirigió Juan Rejano, ahí empezamos muchos escritores, muchos periodistas culturales que hemos seguido en este mundo de las letras. Hay varios más como La Onda del periódico Novedades, que fue un suplemento importantísimo con un aire juvenil, pícaro, una publicación espléndida con grandes plumas. Después fue La letra y la imagen de El Universal, un suplemento dirigido por Eduardo Lizalde. Está también El semanario cultural del Novedades donde Pepe de la Colina hizo un muy buen trabajo, un gran suplemento hasta que desapareció el periódico. Hay que decir que los suplementos culturales generalmente están hechos con poco dinero.
Por ejemplo, el celebérrimo suplemento México en la Cultura que dirigió Fernando Benítez en los años 50 o La Cultura en México, suplemento de la revista Siempre! eran famosos y prestigiados. Era muy prestigioso colaborar en ellos pero pagaban muy mal. El periodismo cultural siempre ha sido el patito feo de las publicaciones. Pero también quiero mencionar otros suplementos de la segunda mitad del siglo XX: El Heraldo Cultural que dirigió Luis Spota. Fue un escritor oficialista, no es un santo de mi devoción porque escribió un libro sobre la noche de Tlatelolco que se llama La Plaza (1971), siguió la versión oficial aunque luego la modificó cuando hubo cambio de presidente. No es un escritor que me entusiasme, aunque he leído varias cosas de él, sabía escribir, tenía oficio, pero creo que le faltó grandeza.
El “ninguneo” cultural
Es en esta etapa donde aparece el término de las “mafias literarias”…
El gran suplemento de la década de los 50 es México en la cultura, que dirige Fernando Benítez en Novedades, donde se refleja todo este movimiento literario y también se omite, se margina a los que no son simpatizantes del grupo. Benítez forma una mafia literaria poderosa, inteligente, productiva, pero el que no estaba con él no existía. Benítez fue el gran maestro del ninguneo y un gran maestro del periodismo cultural. Esa receta que decía “fuera del grupo no existía nadie” se reproduce cuando encabeza el suplemento La Cultura en México, de Siempre!
¿Cómo se explica la carencia de suplementos culturales en los diarios nacionales? ¿La cultura no vende o no interesa?
Hay la firme creencia de los dueños de los medios, directores y editores de publicaciones periódicas de que el periodismo cultural no vende. Sin embargo, es demostrable que en los últimos 30 años el periodismo cultural se ha convertido en un buen negocio porque hay anunciantes de plana completa o media plana. Por ejemplo, Conaculta, Bellas Artes, Antropología, las grandes editoriales españolas, el FCE, las universidades. Hay anunciantes, pero me parece que hay un gran prejuicio contra el periodismo cultural. Siempre digo que la sección internacional no tiene anunciantes y sin embargo no dejan de publicarla.
Paz: el sumo sacerdote
¿Hubo algunas plumas o textos que lo sorprendieron por su calidad?
Juan Villoro es un excelente periodista cultural, lo demostró en el suplemento de La Jornada. Pero las mafias de hoy tienen sus propias publicaciones, Nexos o Letras Libres. Son revistas sectarias porque son de grupos que comparten una visión de la cultura. No necesariamente es peyorativo llamarlas sectarias, hacen un aporte al presentar su punto de vista sobre temas de la vida pública y cultural del país. Esas revistas funcionan como “capilla”. Son publicaciones que sirven para elogiar, encubrir a sus miembros o quienes las dirigen. Octavio Paz fue un creador de revistas culturales que le permitió convertirse en el sumo sacerdote de la cultura mexicana.
¿Algunos autores-periodistas jóvenes sobresalientes?
Hay muy buenos periodistas en estos últimos años, como Heriberto Yépez, me parece de una inteligencia excepcional. Pero nos falta perspectiva para entender y juzgar el periodismo de nuestro tiempo. Muchos compañeros que empiezan a ejercer el periodismo cultural tienen la idea de que este género empezó ayer, y pues no, tiene una historia tan vieja como el periodismo mismo.
¿Cuál ha sido la “época de oro” del periodismo cultural?
El periodismo cultural acompaña los diversos momentos del desarrollo cultural del país. Menciono los años 20 o los 50 porque me parecen muy importantes. Pero los 40 son fundamentales por la llegada de los intelectuales del exilio español que confluyen con escritores mexicanos. Hay una gran cantidad de revistas e instituciones educativas. En los 50 llega el exilio guatemalteco, en los 70 el exilio argentino, chileno, huyendo de las dictaduras, y se enriquecen nuestras publicaciones culturales. El suplemento de Siempre!, Sábado del Unomasuno es muestra de que cuando hay grandes momentos de la cultura también hay grandes suplementos. Cuando la cultura está a la baja también el periodismo cultural.
¿Le gustan las publicaciones culturales por internet?
Las publicaciones por Internet son marginales. El periodismo profesional está sobre todo en los medios escritos-impresos. Hay un suplemento excelente que es Laberinto de Milenio, ya no hay muchos porque han desaparecido. Han suprimido páginas culturales en los periódicos. El periodismo cultural está viviendo un mal momento porque también me parece que no son de los momentos más brillantes de la cultura mexicana. Diría que está Fernando del Paso, José Emilio Pacheco; no hay figurones. José Agustín que viene de los 60. Hay muchas revistas en los estados pero lamentablemente éste es un país centralista y nada sucede si no es en el Distrito Federal.


