Gobernabilidad
Teodoro Barajas Rodríguez
Vivimos el fin de este año que en su trayecto refleja muchos signos, acontecimientos y visiones encontradas, parece a veces la guerra de todos contra todos como lo escribiera hace siglos Thomas Hobbes en su clásica obra El Leviatán.
En cualquier tiempo que localicemos en la historia mundial siempre ha quedado de relieve una inefable condición humana, algunos argumentan que todo es un círculo que gira en espiral porque los rasgos sociales suelen ser muy similares, las pasiones se encumbran con el disfraz de un ideal y al final se desnudan las aspiración por el poder temporal.
El debate en torno a los grupos que se manifestaron radicalmente el primero de diciembre aún continúa, las discrepancias en el PRD en torno a su dirigente por haber signado el acuerdo nacional con sus pares del PAN y PRI a convocatoria del presidente Enrique Peña Nieto también.
En Michoacán se mantienen los conflictos en el poblado, con apariencia medieval, de la Nueva Jerusalén. Expectativas se dibujan, las apuestas se hacen en el sector educativo que requiere de cirugía mayor, un golpe de timón para que sea el Estado el rector de este eje y no más una oligarquía que mantiene su peso en los gobiernos, sean éstos del signo que fueren.
Una sociedad en ebullición permanente refleja diversas visiones porque no existe un pensamiento único, el despotismo religioso y gubernamental no caben en el siglo XXI aunque muchos no se den cuenta de que el mundo es redondo y mantienen el ancla en el dogma o la superstición.
La procuración de justicia en México debe cambiar porque el saldo heredado es cuestionable, ni qué decir de la gestión de Genaro García Luna, los excesos tienen registro, la administración que encabezará Jesús Murillo Karam tiene ante sí un reto monumental, como en materia de seguridad Manuel Mondragón.
Las apuestas del presidente Peña Nieto se harán más perceptibles con el tiempo, los cambios son demandados constantemente en muchos rubros. Un viejo y un nuevo PRI están en esa bifurcación de caminos. Estamos situados en una amplia aldea global, ya no vivimos guerra fría, la bipolaridad ideológica se colapsó ante los consecuentes diseños de la política neoliberal cocinada en Washington teniendo como operadores a Ronald Reagan y Margareth Thatcher.
Los fenómenos políticos de los últimos años han constituido una gran novedad impulsados desde nuevas plataformas de la comunicación: mensaje global de los indignados que irrumpieron para censurar la codicia plutocrática; la revolución del Jazmín en Asia y Africa que llevó a los soberanos a declinar sus mandatos entre repudio y descontento.
La tipología gubernamental y la correlación de fuerzas difieren en forma y fondo de la vivida en nuestro país en décadas anteriores por más que haya nostálgicos que añoran el pasado autoritario, porque para muchos el leviatán del Estado poderoso garantizaría orden, pero en contraparte también abatiría la democracia.
El manual de Nicolás Maquiavelo es un tratado de la condición humana retratada desde el poder, es un recuento de recetas pragmáticas que en su momento fueron eficaces aunque distantes de la ética. Nuestro tiempo requiere otro molde, otra forma con nuevos acentos, ni leviatanes ni príncipes pero sí gobernabilidad.
