La Nana, generadora de energías culturales y sociales
La Nana sigue generando energías, antes eléctrica
ahora culturales y sociales.
Lucina Jiménez
José Alfonso Suárez del Real y Aguilera
Edificada en 1908, la subestación eléctrica de la Mexican Light and Power,ubicada en el callejón de San Juan de Dios, en la populosa colonia Guerrero, fue bautizada por los tranviarios como La Nana, por ser la nodriza que alimentaba el transporte que operaban.
Sus recios muros fueron testigos del nacimiento del decano de los sindicatos de México, el de tranviarios, organizado por los hermanos Rafael y Silvestre Sánchez y de cuyo seno se desprenderá el también combativo Sindicato Mexicano de Electricistas.
En 1920 la inmensa nave industrial transforma su vocación para dar energía a uno de los movimientos culturales más populares del país, el danzón, género inspirador y articulador de la vida nocturna de la capital que erigió el Salón México como su catedral, hasta el cierre de sus puertas en 1962 y su posterior recuperación en manos de la actriz María Rojo, quien enfrentó hasta donde pudo las crisis económicas y los hipócritas embates de la doble moral de una sociedad excluyente y mezquina que se negó así misma.
Renuente a sucumbir a su energía creadora La Nana soportó el abandono y menosprecio hasta que encontró en Lucina Jiménez el espíritu creativo que requería para transformarse una vez más en generadora de energías festivas, creativas y recreativas, rescatando al mismo tiempo el espíritu de barrio que procreó desde su inauguración.
La convicción y tenacidad de Lucina Jiménez y un grupo de talentos, convencidos en la regeneración social desde los barrios a través de la cultura, gestó ConArte, eligiendo La Nana como matriz de esta gran empresa cultural del siglo XXI, cuyos aportes se constatan ante la regeneración barrial que se respira en torno a la otrora abandonada construcción.
Como Fábrica de Creación e Innovación, Centro Cultural y Educativo, La Nana recibe a diario a niños, jóvenes y adultos de la colonia Guerrero y del otrora barrio de Santa María la Redonda, de cuya extraordinaria épica social y arquitectónica dan prueba vecindades, ruinosas y vetustas mansiones, así como la iglesia que le dio nombre por centurias.
Esa población, aparentemente invisibles a los ojos de los millones de transeúntes que circundan sus grandes avenidas, decidió ver y verse así mismo, decidió compartirnos sus miradas, sus realidades y sus mitos a través de una extraordinaria exposición de fotos y videos, amorosamente colocada en la Galería Transmemoria, ubicada precisamente en la planta baja de La Nana, en el histórico número 25 del Segundo callejón de San Juan de Dios, justo a espaldas de la histórica Plaza de la Veracruz de la avenida Hidalgo.
A través de estas fotografías y videos, los alumnos de Enrique Correa, Luz Montero, de Gloria, de Francisco y con una extraordinaria curaduría de Mariana Reyna Lorenzana, los sólidos muros de la subestación se tiñen de imágenes, de realidades y sueños captados a través de una mirada interna al barrio Guerrero.
Ahí, ante el espectador los amorosos ojos de los fotógrafos y camarógrafos entregan su corazón y su sentir a la vida del barrio, a sus expresiones cotidianas, a sus contradicciones, a sus propias desmemorias fugazmente recuperadas por esos ojos, por esos corazones que nutren la extraordinaria exposición compartida con una comunidad orgullosa de su Nana.
Ojos que ven, corazón que siente constata que La Nana sigue siendo generadora de energías culturales y sociales que rescatan, nutren y rearticulan uno de los barrios más emblemáticos de la democrática y solidaria ciudad de México.
