Respeto federal y republicano
Hablar y portarse de buen modo todo lo resuelven.
Baltazar Gracián
José Alfonso Suárez del Real y Aguilera
La presencia del jefe de Gobierno del Distrito Federal, doctor Miguel Angel Mancera, en el Palacio Nacional el pasado viernes 14, es, en muchos sentidos, prueba de la recuperación de la institucionalidad que se exige a quien la democracia mandata a gobernar, por decisión mayoritaria de los sufragantes.
De igual forma este rescate se advierte al comprobar que el Palacio Nacional —tras doce años de repudio y abandono por quienes abiertamente desafiaron su simbolismo, dándole un uso ornamental y chabacano— vuelve a ser el centro de la vida política del país, no sólo en funciones protocolarias, sino como espacio cotidiano del ejercicio de gobierno del titular del Ejecutivo federal.
El encuentro entre Enrique Peña Nieto y Miguel Angel Mancera como gobernantes fue rubricado por el trato protocolario que el inquilino del emblemático Palacio Nacional brindó al mandatario capitalino, dándole un trato de respeto federal y republicano, que sistemáticamente Vicente Fox y Felipe Calderón negaron a quienes ocuparon en sus mandatos el cargo de jefe de Gobierno del Distrito Federal y a los propios gobernadores del resto de las entidades de la república.
Seguramente la presencia del titular del gobierno capitalino en el despacho presidencial, el recorrido que realizó por sus dependencias y la comida de trabajo efectuada en el comedor presidencial generarán reclamos —o por lo menos manifiesta incomodidad— en algunos sectores de la izquierda, para quienes los acercamientos y tratos con el gobierno federal son políticamente incorrectos, argumentos que omiten el apego al principio de institucionalidad que exigen democracia, federalismo y republicanismo bien entendidos y mejor representados.
La visita del doctor Miguel Angel Mancera no es producto ni de un acto de simpatía o de mera cortesía, sino es cumplimiento del mandato de sus gobernados, a quienes debe responder asertivamente ante los retos y objetivos que estructuraron su campaña política y cuya viabilidad económica se encuentra en riesgo ante un proyecto de egresos presupuestales deficitario para el Distrito Federal.
Atinadamente, la perredista Aleida Alavez, vicepresidenta de la LXII Legislatura de la Cámara de Diputados, de manera pública alertó sobre las graves reducciones que el proyecto presupuestal contiene en partidas fundamentales para el programa de gobierno encabezado por el doctor Mancera, afectando entre otros rubros la columna vertebral del Programa de Movilidad, el STC-Metro, al programa anual de mantenimiento de planteles escolares y el de fortalecimiento de video-vigilancia en la ciudad, que son parte fundamental del esquema del Programa Regional Escudo Centro, propuesto por el gobernante capitalino en su toma de posesión.
El déficit detectado en el Programa de Egresos de la Federación 2013 va en detrimento directo de la vida de los capitalinos y ello exige de nuestro gobernante el uso de la institucionalidad para lograr —a través del diálogo personal y el trabajo interinstitucional— revertir en beneficio de sus gobernados esas deficiencias presupuestales.
Las otras estrategias de presión política sólo son admisibles cuando la soberbia, la mezquindad y el artero revanchismo niegan el uso de la civilidad institucional, que fue lo que ocurrió con los irresponsables estilos del foxismo y el calderonismo, pues como afirma Baltazar Gracián, resolver cualquier dificultad a través del diálogo y comportándose de buen modo es signo de prudencia exigida al buen gobernante.