El diablo estará en los detalles
Las ideologías nos separan,
los sueños y las angustias nos unen.
Eugene Ionesco
José Fonseca
Será 2013 el año de las reformas. Las necesarias para que México rompa las ataduras que le mantienen en el estancamiento.
Trascendentes, sin duda, las reformas energética y hacendaria. Necesariamente vinculada la una con la otra, pues una es imposible sin la otra.
La reforma hacendaria exigirá del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto una gran capacidad de conciliar y reconciliar, porque a pesar de los discursos empresariales que la promueven, el diablo estará en los detalles.
Uno de esos detalles será qué hacer con el IVA, porque el enorme crecimiento de la economía informal hace necesarios cambios en dicho impuesto. Otro será la negociación para reducir las exenciones de que gozan muchos sectores de la economía.
Desde ahora hay que buscar lograr respaldo para la reforma hacendaria, con la finalidad de que a la hora de las discusiones en el Congreso los temas polémicos puedan resolverse mediante acuerdos, siempre bajo la premisa de que negociar es ceder.
Aunque esta reforma será difícil de conseguir, nada que ver con la batalla épica que significará una reforma energética, porque será en el terreno de la ideología.
Ideológica será la resistencia a cualquier cambio en este tema, porque la ideología ha convertido en tabú cualquier modernización del sector de la energía.
El reto para el gobierno del presidente Peña Nieto y para los partidos representados en el Congreso será superar las diferencias de concepción ideológica del sector.
La ideología en esta materia, como en tantas otras, suele tender un velo en las mentes más lúcidas, un velo que les impide ver la realidad.
El sector energético, especialmente Petróleos Mexicanos, está sobrediagnosticado. Ningún aspecto de dicha actividad ha dejado de ser objeto de análisis, estudios y conclusiones. Algunos realistas, otros simplemente ejercicios de imaginación.
Aquéllos que se oponen a la modernización energética por razones ideológicas lo hacen desde la posición del derecho soberano de la nación sobre sus recursos. Hasta los más inteligentes niegan la realidad que significa que en otras naciones, sin perder soberanía, las empresas energéticas nacionales se han convertido, mediante una mezcla de inversión privada y pública, en actores mundiales de la industria.
Cada quien a su manera, Suecia, Brasil, Noruega y hasta Cuba han explotado con éxito sus recursos petroleros y hasta los de otras naciones. Lo han conseguido sin perder el control de sus empresas petroleras.
Esa batalla será la batalla del sexenio para el gobierno del presidente Peña Nieto. Convencer a la mayoría que se puede modernizar el sector energético, aceptar inversiones privadas, sin que ello signifique perder soberanía sobre los recursos, ni sobre la renta petrolera.
La clave será propiciar que sobre la cerrazón de las ideologías prevalezca la sensatez y el pragmatismo.
jfonseca@cafepolitico.com
