Enésima pugna

Teodoro Barajas Rodríguez

El PRD parece ir a la baja, ello por el éxodo ya visible de militantes que han abrazado la causa de Morena con Andrés Manuel López Obrador, en el archipiélago de tribus que prevalecen, acaso como deporte cotidiano, las pugnas adquieren dimensiones cada vez más sentidas.

Esto de los quiebres y desencuentros se viven en Michoacán en la bancada perredista del Congreso del estado, tres legisladores se han separado de su fracción, aunque no necesariamente han renunciado al PRD, es un asunto confuso porque la lucha por el poder suele vestirse para la ocasión.

En términos cuantitativos las corrientes o tribus perredistas de Michoacán tuvieron una recomposición con una nueva correlación interna, el Foro Nuevo Sol que encabeza el excandidato a gobernador Silvano Aureoles Conejo tiene mayoría, seguida por el Frente Democrático Cardenista del diputado local Uriel López Paredes, seguidos en la tercera posición por la otrora poderosa tribu Moduc, que está plenamente identificada con Leonel Godoy.

Con la enésima pugna del PRD en Michoacán ya se pierde el registro de conflictos intestinos en el Sol Azteca, tales episodios son prolíficos, regularmente por el reparto de posiciones para que, usualmente, sean los mismos quienes las detenten, los regentes de las tribus que han llevado al despeñadero al Sol Azteca, mismo que tiene hondas raíces en Michoacán.

En el Congreso del estado las fisuras del grupo cameral perredista llegaron a su culminación con la desvinculación de algunos legisladores a la fracción que encabezaba Fidel Calderón —cercano a Leonel Godoy—. Cristina Portillo, Selene Vázquez y Uriel López Paredes protestaron por el cambio de coordinación en esa bancada, a la que ahora coordina la diputada Silvia Estrada, que para muchos es una desconocida, si los méritos políticos de ella se comparan con los inconformes seguro la diferencia resulta obvia.

Más allá de las razones, argumentos o sinrazones de los quejosos, lo cierto es que el mensaje que se envía a los electores no es positivo porque las reyertas internas han socavado la presencia y alcances del perredismo. La política es un medio para llegar al poder, eso se puede leer en cualquier manual de la ciencia política, pero cuando sólo se persigue esa finalidad sin más contenido hace aflorar la codicia y el egoísmo.

La condición humana es inefable, la búsqueda del poder ha sido un elemento constante en el devenir de la historia de la humanidad, aunque en algunos casos se trata de algo descarnado y lejano, muy lejano a las tesis aristotélicas que se sintetizan en afirmar que la política debe ser la expresión máxima de la ética. Idealismo, tal vez.

La partidocracia hace aflorar una serie de vicios y seguramente por ello cada vez cobra mayor significación los votos en blanco que aunque gráficamente aparecen sin algún signo en pro o en contra no esconden el desdén ciudadano por la serie de pifias, ambición y soberbia de quienes encabezan esas agencias caprichosas en que se han convertido los partidos, una elite voraz y minoritaria que no esconde sus dentelladas por el poder.

La izquierda mexicana aún sigue encerrada en el laberinto fatuo de los intereses grupales y no se advierten presagios de lo contrario.