Entrevista a Manuel R. Villa Issa/Académico experto en alimentos

Antonio Cerda Ardura

El lunes pasado, en un acto poco común en los últimos años, en Chiapas se reunieron todo el gabinete y los gobernadores del país con el presidente Enrique Peña Nieto, quien anunció la puesta en marcha de la Cruzada Nacional contra el Hambre y la Pobreza Extrema, que pretende inicialmente atacar ese problema en los 400 municipios más pobres de México, atendiendo a una población de poco más de 7 millones de personas.

En entrevista con Siempre!, el ingeniero agrónomo y doctor en economía Manuel R. Villa Issa, académico experto en alimentos y autor del libro ¿Qué hacemos con el campo mexicano?, asegura que el tema de alimentos es un asunto de seguridad nacional.

Indica que si los mexicanos descuidamos ese renglón, particularmente en los estratos más pobres del país, tendremos un alto riesgo de que estalle la inestabilidad social.

 

Estrategia transexenal

¿Qué alcances podría tener el programa contra el hambre presentado el lunes pasado por Enrique Peña Nieto? ¿Realmente se irá a fondo para solucionar este problema en México?

El tema del hambre es una consecuencia de muchas cosas que están sucediendo en México, no es un fenómeno simple y no lo podemos definir sencillamente como la falta de comida. Uno de los factores que lo producen es la falta de empleo, la baja del ingreso de la gente a lo largo de los últimos años. Otro factor muy importante es el crecimiento de los precios de los alimentos. Éste ha sido un problema gravísimo para la gente de ingresos medios y bajos, porque una parte muy importante de ese dinero lo destina a la compra de alimentos y en los últimos seis o siete años éstos se han encarecido en más del cien por ciento. Eso se traduce en menor capacidad de compra de alimentos y el hambre aparece casi de forma automática. Así que el hecho de que el presidente le otorgue esta importancia y reúna a todo el gabinete, a los gobernadores, a diversos grupos, y envíe el mensaje de que el hambre es un problema que ocupa un primer lugar en la agenda de su gobierno y hay que combatirla es muy positivo.

Hay quienes piensan que el programa es de alcances relativos.

Este programa empieza en 400 municipios, los más lastimados del país, donde existen 7.5 millones de personas. Pero apenas significa el inicio de una estrategia para atacar la parte más lacerante, la carga más desagradable del tema de los alimentos, que ya es, de por sí, muy complicado. Yo supongo que más adelante se van a ir tomando otras medidas. Sin embargo, hay que hacer algunas precisiones: de los cinco puntos que se trataron en la presentación del programa, destaca el de hambre cero. Erradicar el hambre del país es un proceso que no se va a terminar en la administración del presidente Peña. Es un problema que ya está tan arraigado y es tan profundo en México que tal vez va a tomar diez, o quince años. Se habló, por ejemplo, de aumentar la producción de alimentos. Obviamente eso se refiere a los alimentos de los pequeños productores, lo que en alguna época se conoció comúnmente como la agricultura de traspatio, es decir, lo que se cultivaba en los patios en las pequeñas comunidades rurales. Pero ya que el fenómeno del hambre no es solamente rural, sino que también es urbano, entonces esto apenas es un impulso a la producción de alimentos. La gran producción de alimentos, la que llega a la parte comercial en los centros urbanos, ése otro punto que se tiene que tocar y que se va a tocar como parte de la política del presidente para alcanzar una mayor oferta alimentaria. Y aquí hago una anotación: México importa el 35 por ciento de los diez alimentos básicos más importantes que consume, lo cual es totalmente inaceptable. Entonces es necesario recomponer toda la política del campo y toda la política alimentaria, de manera que podamos aumentar la producción y reducir la importación. Además, en este momento existe el problema de los precios altos en el mercado internacional. Son los más altos de toda la historia, particularmente desde la Segunda Guerra Mundial. Es pavoroso lo que está ocurriendo en el mercado internacional y no se va a acabar. Posiblemente eso dure entre diez y quince años.

Ya que usted menciona el aspecto rural, ¿es posible la reactivación del campo? Hace unos 30 años los periódicos anunciaban: “Logramos récord de sorgo, de trigo, de maíz”, etcétera. Es algo que ya más de una generación de mexicanos no ha escuchado después de la firma del Tratado de Libre Comercio. ¿Veremos de nuevo proyectos como el del Plan Chontalpa y los miles de tractores que enviaba al campo el Banrural?

Eso tiene que darse en circunstancias nuevas, porque hay que recordar que, en el tiempo del que usted está hablando, México era un país cerrado y no estaba abierto al mundo y al comercio internacional. Nuestras políticas eran también las adecuadas para ese entonces. Ahora se tienen que hacer una serie de modificaciones importantes, pero tienen que darse por fuerza. México tiene una enorme capacidad y una enorme cantidad de recursos para aumentar la producción de manera importante en periodos cortos. Eso es algo que ya está muy estudiado y muy analizado, no es una aventura. Ya hubo una época en la que México producía tanto, que exportaba alimentos. Es más, hubo temporadas, en los años 40, 50 y 60, en que la mitad de las divisas que entraban al país eran por la venta de alimentos. Y ahora estamos importando un mundo de alimentos y gastando divisas y, por el otro lado, dejando sin trabajo a nuestra gente en el campo. Son dos facetas, por un lado se les da trabajo a los productores de otro país, y por otro se gastan divisas para traer alimentos y se empobrece a nuestros productores, porque se les deja sin trabajar. ¡Es como un mundo de locos!

 

El ejemplo de Brasil

Son malas políticas. Pero igual hay sectores de los que no se ha hablado, como son la pesca y la piscicultura. No se ha escuchado que haya un programa real y específico para estas fuentes de alimentación.

Esos temas se tienen que ir incorporando poco a poco. Normalmente estamos acostumbrados a hablar de alimentos en términos de los que provienen de la tierra y se tienen muy olvidados los que provienen del agua, del mar o de los lagos internos. Eso se tiene que tocar.

Y hago otra puntualización: hace diez años, en Brasil, una de las banderas de la primera campaña del entonces candidato presidencial, Luis Ignacio Lula da Silva, era la de cero hambre. ¿Qué hizo Brasil para abatir el hambre? Trabajó sobre dos ejes. El más inmediato, el que se tenía que afrontar de manera contundente era un programa asistencial en el cual se repartían alimentos en las zonas más lastimadas. Y el otro, que era de más de mediano plazo, era una política alimentaria en cuyo marco la producción era muy importante. Y así lo hicieron, pusieron en marcha una política muy agresiva para aumentar la producción. En las primeras etapas se enfocaron a la parte asistencial y después en el aumento a la producción. Diez o doce años después, la parte asistencial es muy pequeña y la parte de aumento a la producción es la más grande.

Cambiaron la ecuación.

Fue un proceso que se fue dando en el tiempo y ahora Brasil exporta alrededor del 30% de lo que produce, cuando hace tal vez 25 años importaba el 20% de lo que se comía. Así que son políticas que se tienen que ir dando aparejadas, pero se tiene que enfrentar primero la urgente necesidad que tenemos los mexicanos y todos los humanos de comer tres veces al día. Es como una coyuntura, una urgencia, una necesidad inmediata, pero, a mediano plazo, ¿cómo se sostiene ese abasto de alimentos? La única manera en este momento es produciendo más adentro del país, porque los mercados internacionales se han vuelto muy inestables y con precios muy altos.

La presencia de Rosario Robles en el gabinete ha dado pie a algunas críticas y algunos sectores empiezan a pensar que esto tiene un fin electorero: Sedesol-Rosario Robles-despensas.

Yo creo que eso es andar buscándole mangas al chaleco, es andar buscando los detalles no reales. Si analizamos con cuidado y detenimiento, todas las acciones de gobierno tienen eventualmente un efecto electoral. ¿Por qué el PAN perdió la Presidencia en la pasada elección? Porque hizo un mal gobierno. ¡Punto! Tal vez habrá que buscar los detalles, pero el hecho real es que hizo un mal gobierno. Y en las urnas lo pagó. El presidente Peña obviamente está buscando hacer un muy buen gobierno; tocar los puntos sensibles, delicados, los que a la gente le llegan, y mantener un país con desarrollo, crecimiento y empleo, con abasto de alimentos y otras muchas cosas. Eso se tendrá que reflejar en las urnas en el año 2018.

 

Encender motores

¿Cuáles son los puntos más vulnerables de México?

Hay varios puntos vulnerables. Uno de ellos es, sin duda, la seguridad. Eso lo sentimos todos en carne propia. Un segundo punto, que yo creo que es tan importante, o a lo mejor más, es el tema de alimentos. Todos deseamos que haya alimentos suficientes, a buen precio y de buena calidad. Si no tenemos esa parte cubierta, México va a tener un problema muy serio. Aunque lo está enfrentando ahora el presidente Peña, a la vuelta del tiempo, si no hay un abasto suficiente de alimentos, no sólo para los más pobres, sino, incluso, para la clase media, vamos a tener cosas muy graves. Hay que recordar que la clase media está pasando ahora por una situación muy complicada, porque sus ingresos en los últimos seis años prácticamente no han subido y los precios de los alimentos sí se han elevado, entonces la clase media se ha vuelto más pobre, o con menor capacidad de compra, por llamarlo de alguna manera, porque dedica entre el 25 y el 40% de su ingreso para comer. Eso es algo muy importante y México ya no puede depender tanto del petróleo, porque tarde o temprano se nos va a acabar. Obviamente hay que crear empleo.

También es muy preocupante lo que ha ocurrido en los últimos doce años, con esa brutal migración de mexicanos hacia Estados Unidos. Esa ventana o puerta de salida ya se cerró, porque Estados Unidos está pasando por una situación difícil y ya no tiene esos números de crecimiento tan altos como los tenía hace quince años. Ahora ellos tienen que preocuparse por dar trabajo a sus conciudadanos y los inmigrantes ilegales se vuelven, hasta cierto punto, indeseables, porque van a competir contra los americanos naturales. De manera que tenemos que buscar trabajo aquí, en México, para nuestra gente, darle ingreso y hacer crecer el mercado interno. Un punto importantísimo de la política del presidente estará ubicado en hacer crecer el mercado interno para prender los motores del país. Pero el motor del campo está prácticamente apagado y está trabajando a 20 o 30% de su capacidad. Es un motor que ya no mueve a México y lo tenemos que volver a arrancar. Al aumentar la producción de alimentos, estaremos aumentando también el empleo en el campo y en el mercado interno. Estamos hablando de ciertas reformas estructurales que se tienen que hacer, como la reforma fiscal y la energética. Ésos son los temas que, desde mi punto de vista, pueden tener impacto en la estabilidad social del país.

Entonces es correcto el inicio de la nueva administración enfocado a la lucha contra el hambre.

Creo que es importantísimo lo que planteó el presidente. Vamos a ver cómo evoluciona esta política con el tiempo. En varios escritos, incluyendo mi libro ¿Qué hacemos con el campo mexicano?, yo siempre he sostenido que el tema de alimentos es un asunto de seguridad nacional. Si los mexicanos descuidamos el tema de los alimentos, particularmente en los estratos más pobres del país, tenemos un alto riesgo de tener inestabilidad social. Eso lo hemos visto a través de la historia en muchísimos países. Las revoluciones en los pueblos empiezan, casi invariablemente, cuando hay hambre o cuando no hay alimentos disponibles, a precios accesibles. Ése es el fenómeno que está atacando el presidente Peña. Por eso le da ese nivel de importancia y hace una convocatoria nacional a la lucha contra el hambre.