“Desnarcotizar” la agenda con México”
Mireille Roccatti
Barack Obama ha iniciado un segundo mandato en Estados Unidos que se empata con el comienzo de la presidencia de Enrique Peña Nieto, lo cual podría favorecer el diálogo, colaboración e intercambio entre ambas naciones.
Una vez realizada un día antes la protesta privada en sus oficinas del Despacho Oval en la Casa Blanca, tuvo lugar en el corazón de Washington ante 800 mil personas que se congregaron al aire libre y con una temperatura gélida; la ceremonia protocolaria en que al uso de los estadounidenses Obama juró ante una Biblia, que al parecer perteneció a Lincoln, desempeñar la presidencia de la Unión. Así, juró ante Dios y ante la nación —en sus propias palabras— y no ante su partido o una facción.
Este juramento es el equivalente a la protesta que en México formulan los servidores públicos al asumir sus encargos y que tiene su origen en el antiguo derecho romano cuando a los testigos les hacían jurar por sus testis que en latín significa por sus testículos, los cuales tenían que tomar con la mano izquierda y jurar con la derecha que habrían de testimoniar con verdad; posteriormente esta fórmula evoluciona y entonces debían de jurar pro testa lo que significa conceptualmente que empeñaba su cabeza de conducirse rectamente.
El juramento y la invocación a Dios, como se hace en muchos países, fue abandonado por nuestro país a mediados del siglo XIX al reconocer la separación de la Iglesia y el Estado, se buscó la antigua fórmula romana para mantener al Estado laico.
Lo anterior significa que en nuestro país la protesta obliga a conducirse con apego a derecho y que los servidores públicos empeñan en sentido metafórico su cabeza garantizando el cumplimiento de la función conforme con la Constitución y las leyes.
Más allá de lo espectacular de la liturgia estadounidense en la que asumen el poder sus presidentes, conviene destacar el discurso de Obama. Es cierto que es un gran orador, que tiene carisma y que logra conectar con la gente, pero independientemente del lenguaje y el buen decir, el mensaje tiene profundidad y en mi opinión terminará siendo recordado como lo son otras piezas oratorias que en su momento conmovieron las mentes y corazones de los hombres.
Por sólo citar algunas, vienen a mi memoria las palabras de Winston Churchill a los ingleses en la Segunda Guerra Mundial, recordado por la frase de que en ese momento sólo podía vislumbrar “sangre, sudor y lágrimas” y que jamás se rendirían ante Alemania y Hitler; o la alocución de Charles de Gaulle a los franceses de no rendirse: “la Francia ha perdido una batalla pero no ha perdido la guerra”; el del sueño de Martin Luther King o el de Kennedy de la nueva era, o el de la República Restaurada de Juárez al entrar triunfante en la ciudad de México tras vencer a los franceses.
Obama, al asumirse como parte del pueblo —We the people— recobró la esencia de la democracia, debe destacarse la recuperación del discurso humanista que coloca por encima del Estado y del ejercicio del poder al “hombre” mismo y su igualdad ante la ley. Su convocatoria a luchar por mejorar las condiciones de vida de las mayorías. Su llamada a la unidad del pueblo americano en esta coyuntura permeó en el ánimo colectivo, y los llenó de esperanza la convicción de que pueden vivir en paz.
Esperemos que tanto México como Estados Unidos en esta nueva era puedan iniciar una nueva etapa de la relación bilateral a partir de la desnarcotización de la agenda, teniendo como prioridad la construcción de mejores niveles de bienestar para mexicanos y estadounidenses.