Y los recursos, ¿de dónde saldrán?
Félix Fuentes
En México se ha insistido en la desnutrición infantil aguda, en la pobreza extrema “con algún grado de carencia alimentaria”, pero hasta este gobierno se reconoce la urgencia de atender a 7.4 millones de mexicanos con hambre.
Es la razón por la cual el presidente Enrique Peña Nieto inició el lunes pasado la Cruzada Nacional contra el Hambre. Ésta no puede ser una postura mediática porque con el hambre no se juega y menos si tantos millones de compatriotas la padecen.
El propósito de desterrar la hambruna hasta “dejarla en cero” fue declarado en Las Margaritas, zona ocupada por el EZLN desde hace 20 años, y el subcomandante Marcos, principal vividor de la pobreza, dijo que Alí Babá (Peña Nieto) y sus 40 ladrones, pretenden mitigar el hambre con miserias.
Antes de esa cruzada, el subsecretario de Sedesol, Javier Guerrero, dio a conocer el drama de los humildes: en los dos últimos años del gobierno de Felipe Calderón, 1.3 millones de hombres y mujeres se sumaron a la pobreza extrema para llegar a 13 millones. Son quienes carecen de hogar, atención médica, educación y alimentos básicos.
El presidente Peña Nieto afirmó en ese evento que uno de cada cuatro mexicanos enfrentan carencias alimentarias y uno de cada tres chiapanecos sufre pobreza extrema. ¿Por esto inició en ese estado el ataque al hambre, acompañado de todo su gabinete, de 29 gobernadores y el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera?
Manifestó Peña Nieto que no se trata de una medida asistencialista, de repartir alimentos entre quienes carecen de ellos, sino de una estrategia integral, de inclusión y bienestar social. “Es un cambio estructural en materia de combate a la pobreza”, afirmó.
Según dijo, las acciones sociales deben evolucionar y a mayor inversión sean logrados mejores resultados. Para tratar de resolver tantas carencias se tiene el propósito de evaluar y desarrollar 60 programas, en los cuales intervendrán todos los funcionarios del régimen priista.
Resulta inexplicable que alrededor de 60 millones de compatriotas padezcan pobreza y, de ellos, 13 millones estén sumidos en la peor tragedia nacional. El problema viene de lejos, de muchas décadas atrás, pero se agravó en 12 años de panismo.
Hasta el gobierno de Carlos Salinas de Gortari el número de pobres era de poco más de 37 millones. Con Ernesto Zedillo llegó esa cifra a casi 40 millones. Es decir, durante los regímenes albiazules aumentó más de 15 millones.
Las pésimas políticas sobre desarrollo económico, la destrucción agropecuaria a causa del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, el subempleo y el abandono en que se ha tenido a las zonas rurales son causantes de un México con hambre.
Debido al creciente número de pobres en nuestro país, es imposible acabar con las angustias de los 7.4 millones de mexicanos, localizados en 400 municipios, principalmente.
La crucial tarea es encomendada a la experredista Rosario Robles Berlanga, quien por razones no comprendidas por mucha gente se adhirió al priismo y el presidente Enrique Peña Nieto le asignó la Secretaría de Desarrollo Económico.
Robles adelantó que va a poner en juego todo su esfuerzo y pasión para resolver el drama de la hambruna. Está obligada a hacerlo y ojalá que no resulte con otra historia como la del PRD, partido al cual dejó con un desfalco de 300 millones de pesos.
El punto clave de dicha cruzada radica en la obtención de recursos para mitigar el hambre de tanta gente. ¿De dónde saldrán?
