Los panistas extraviaron la brújula
Teodoro Barajas Rodríguez
El PAN va en retroceso, su apuesta por el poder lo ha damnificado porque no ofrece atractivos, esa codicia atroz de sus cuadros dirigentes de la última docena de años lo ha enviado a un lugar distante. Perdió el poder y, en consecuencia, el partido. Resultó profético Daniel Cossío Villegas, así lo pronosticó.
A una abrumadora mayoría de panistas militantes no le interesó refrendar su pertenencia, comenzando por el exmandatario Vicente Fox. Lo que aún queda del PAN lo disputan ferozmente las tribus internas, entre una derecha moderada con otra de contenido radical de muy estrecha cercanía con organizaciones ultraconservadoras, yunquistas.
El PAN no fue la opción diferente que sus propagandistas vendieron en el año 2000 con un exitoso candidato que no paró hasta vencer al PRI para fraguar la alternancia, ese bono democrático se dilapidó vía ocurrencias, chistoretes y sinrazones diversas.
La realidad indica ahora que el PAN es un partido del montón que no inspira la confianza de la militancia, que ha sido desdeñado por sus otrora cuadros que participaron de las victorias del pasado reciente para ser testigos de la derrota actual que tiene sus orígenes en la propia praxis de los mandatarios de esa misma extracción.
Dice Joaquín López Doriga que el poder a todos los iguala, acaso por esa condición humana tan inherente como inefable. El estilo de gobernar del PAN no se diferenció en mucho a los que encabezaron los priistas, ambos con una excesiva concentración de poder en una sola persona, Felipe Calderón puso y dispuso en las dirigencias nacionales panistas, sus allegados jugaron papeles importantes aunque fracasados: Germán Martínez y César Nava son una muestra de ello.
La izquierda está en crisis, la derecha por igual. Ideologías fantasmas, modos y usos similares, una afanosa aunque infructuosa búsqueda por el poder. A cinco siglos de la aparición de El Príncipe de Nicolás Maquiavelo, esas cuentas, recetarios o reglas para la consecución del poder terrenal es vigente como el hambre o la sed porque la condición humana es exactamente la misma. Los tratados clásicos en torno a la ciencia política plantean los controles porque la avaricia, envidia y egoísmo del ser humano se expresan de diferente manera.
El PAN se ha quedado sin una parte importante de su militancia, ello tiene un lógico efecto cuantitativo, aunque es mayor el impacto político porque refleja una crisis inocultable.
Años erráticos le han valido al instituto fundado por Manuel Gómez Morín ese desdén de sus exmilitantes, sólo doce años bastaron para desinflar esperanzas y expectativas cifradas en un cambio que nunca se dijo para qué, la brújula la extraviaron.
El PAN retorna a su condición ejercida durante décadas, oposición. Muchos de sus bastiones se resquebrajaron, como fue el caso de Jalisco, entidad en la que gobernó un mandatario hipócrita tan cercano al catecismo como a los exabruptos y ser filantrópico con recursos ajenos.
El PAN debe aprender de sus reveses o se auto condenará a volver al redil de “oposición leal”.
