El México real

 

 

Las oportunidades son como los amaneceres,

si uno espera demasiado, se los pierde.

William George Ward

 

 

José Fonseca

Ha empezado a mostrar el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto su disposición a dialogar con todas las fuerzas políticas y con todas las organizaciones de la sociedad para lograr el respaldo a las políticas públicas de su administración.

Es el reconocimiento que el poder presidencial no puede ejercerse eficazmente si no se cuenta con el respaldo mayoritario en la sociedad.

Sus operadores políticos han encontrado resistencia en unos sectores. Su tarea en diciembre seguramente fue identificar aquéllos dispuestos al diálogo, para incluirlos en la ruta de negociaciones políticas de 2013. Curiosamente son más los dispuestos al diálogo que quienes lo rechazan. Lo importante, insistimos, es incluirlos.

Es una manera práctica de aprovechar el ánimo de cambio que trajo la elección presidencial y la buena recepción de los mensajes del presidente Peña Nieto durante su primer mes de gestión.

También es una eficaz manera de aislar a los grupos opositores más radicales que sólo buscan obstaculizar las tareas y políticas de gobierno.

Como sea, según se advierte en ciertos sectores de opinión, la luna de miel está por terminar. Se acerca la hora de las exigencias. Esa es la razón por la cual el nuevo gobierno tiene prisa en colocar las piezas de la reestructuración.

En pocas semanas se nos darán a conocer los detalles de la cruzada contra el hambre. Es, sin duda, un programa asistencialista, dirán los aferrados a los paradigmas de un mercado global que batalla por no desarticularse.

Lo es, porque la miseria y la desigualdad no pueden esperar a los grandes acuerdos. Exigen atención inmediata. Y el asistencialismo, por ahora, es la mejor alternativa para moderar la indigencia, en tanto se dilucidan las fórmulas para moderar la opulencia.

Porque el gobierno de la república, se ha dicho, gobierna para tres Méxicos: el México moderno y próspero; el México de las clases medias con sus cotidianas batallas para lograr la movilidad social, y el México miserable, donde todo falta y todo necesitan.

El primero sólo necesita facilidades y regulaciones. El segundo exige programas que le brinden oportunidades de movilidad. El tercero exige de la mano asistencial.

Ese es el México real.

 

jfonseca@cafepolitico.com