“Revolución ciudadana”
Bernardo González Solano
Rafael Vicente Correa Delgado (6 de abril de 1963, Guayaquil, Ecuador), tal y como lo aseguraban la mayoría de las encuestas (sólo refutadas por las distintas ramas de la oposición) arrasó en los comicios presidenciales de Ecuador del domingo 17 de febrero.
Cumplirá su tercer periodo gubernamental después de haber reformado la Constitución para lograrlo. Escrutada el 100% de la elección, el Consejo Nacional Electoral ratificó las encuestas a pie de urna, concediendo a Correa una victoria aplastante con el 56.7% de los votos; el principal contrincante, el exbanquero Guillermo Laso, recibió el 23.3%.
Estos resultados impiden el balotaje y Correa Delgado, el discípulo preferido del redivivo bolivariano Hugo Chávez, que recientemente retornó a Venezuela —después de una serie de operaciones quirúrgicas en Cuba, donde le ha atacado el cáncer que padece, según afirman las fuentes oficiales—, se mantendrá en el gobierno por cuatro años más.
Haciendo historia
Al declararse ganador absoluto, desde el balcón principal del Palacio de Carondelet, sede de la presidencia ecuatoriana en Quito, con el orgullo del triunfador, aseguró a sus miles de partidarios reunidos en la Plaza Grande: “Esta revolución no la para nada ni nadie, estamos haciendo historia. Estamos construyendo la patria chica y la patria grande. Gracias por esta confianza, nunca les fallaremos, esta victoria es de ustedes. ¡Que viva la patria! Recibimos con toda firmeza cuatro años más de revolución muchas gracias a todos ustedes. Hasta la victoria siempre, que Dios los bendiga”.
Y, para que nada faltara, agregó: “Quiero dedicarle la victoria a ese gran líder, al comandante Hugo Chávez Frías, y desearle una pronta recuperación”.
Disipando cualquier duda, respecto a los análisis que lo sitúan como el sucesor de Chávez en el liderazgo del socialismo iberoamericano del siglo XXI, dijo que estaría donde fuera más útil: “Nosotros estaremos, y hablo en nombre de Hugo (Chávez), Cristina (Fernández), Raúl y Fidel Castro, donde seamos más útiles para nuestras patrias chicas y nuestra patria grande”.
Triunfo de la patria grande
El reelegido mandatario ecuatoriano se refirió, a escala regional, a la necesidad de institucionalizar los cambios de la revolución “para que nunca más puedan los grupos de poder seguir sometiendo a las grandes mayorías, unidos podremos someter, en función del bienestar de nuestros pueblos, al capital transnacional”, dirigiéndose a sus compañeros de Argentina, Bolivia, Nicaragua, Venezuela, República Dominicana y a dos islas del Caribe (que forman, desde 2001, la Alianza Bolivariana para las Américas).
“Este es el triunfo de la patria grande, consolidamos la democracia no solo en Ecuador sino en toda nuestra América”, aseguró Correa Delgado.
En su exultante discurso triunfal, Correa no podía dejar de referirse a su futura relación con la prensa independiente de Ecuador, a la que calificó como “la otra gran derrotada” de la jornada comicial.
Como es sabido internacionalmente, los medios ecuatorianos han sufrido el acoso del gobierno en los últimos años y Correa manifestó el propósito de reducir el cerco. Reiteró su intención de sacar adelante la ley de comunicación con la mayoría de la Asamblea Nacional.
“Queremos —dijo Correa— una prensa honesta, responsable, jamás con censura previa pero sí con responsabilidad ulterior”.
Sin embargo, también la calificó de “corrupta, manipuladora y mercantilista”, y la acusó de interponerse en el camino de la “revolución ciudadana”, auspiciada por Correa, a semejanza de la “revolución bolivariana” de Chávez en Venezuela.
Gobierno estable
Lo cierto es que durante la campaña presidencial, Correa amenazó al periódico ecuatoriano El Universo con emprender acciones legales, si no pedía disculpas por una viñeta en la que el dibujante Bonil se burlaba de la rebelión o “golpe de Estado” de los gendarmes ecuatorianos del 30 de septiembre de 2010. El diario publicó la carta íntegra de Correa con el párrafo textual en el que el mandatario dictaba palabra por palabra cómo tenía que disculparse el periódico.
Y en la noche del domingo 17 de febrero, Correa arremetió de nuevo contra la caricatura y contra los “sicarios de la tinta”; declaró: “Tenemos que lograr realmente una sociedad donde manden los ciudadanos y no el que tuvo plata para comprarse una imprenta”.
De tal suerte, hay que decir que Correa fue el candidato presidencial que más minutos dispuso en los medios públicos, quizás con la mejor propaganda difundida, y el que marcó la agenda de los temas a debatir. No menos cierto, Correa es el gobernante sudamericano que en seis años logró dirigir al país hacia el siglo XXI. Los electores se lo retribuyeron con el 57% de los votos.
Por lo mismo, Correa se colocó a una distancia sideral —esto es lo importante— de 34 puntos sobre el segundo candidato, Lasso (23%). Los otros cinco abanderados —uno de ellos expresidente y exmilitar— apenas lograron entre el 6 y el 1% de los sufragios.
Además, los comicios se definieron en la primera vuelta. Y, por primera vez en varios lustros, la República de Ecuador contará con un presidente que gobernará una década (2007-2017) de manera ininterrumpida, lo que garantiza una estabilidad muy diferente a la anterior, cuando se sucedieron siete mandatarios, entre ellos tres derrocados: Abdalá Bucaram en 1997, Jamil Mahuad en 2000 y Lucio Gutiérrez en 2005.
Correa llegó al poder en enero de 2007 y dos años más tarde los ecuatorianos lo ratificaron en ese cargo, mediante un nuevo proceso electoral, tras la aprobación de la nueva Constitución de 2008. Un año después fue elegido nuevamente como presidente y el domingo obtuvo su primera reelección. Con ello, gobernará un cuatrienio más, a partir de su toma de posesión el 24 de mayo de este año.
La Constitución ecuatoriana permite una sola reelección, siempre y cuando un presidente no logre cambiarla.
Si esto fuera poco, el partido Alianza País, que comanda Correa, obtuvo por primera vez la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, con lo que se abre la puerta para promulgar leyes sin apoyo de ningún partido opositor, sobre todo, la nueva ley de comunicación.
Críticas de la oposición
Las críticas al estilo de gobierno de Correa —al que muchos opositores tachan de autoritario por su enfrentamiento con los medios de comunicación privados, su reforma del sistema judicial y su presencia casi omnipresente en todos los ámbitos de la vida pública— también fueron denunciadas a la prensa internacional por el expresidente Lucio Gutiérrez: “Existe actualmente un escenario de miedo. Aquí, si uno es periodista no puede hablar porque lo botan de su trabajo, si es empleado del sector público tiene que estar calladito porque si se enteran que critica al gobierno lo sacan del empleo, si es pequeño comerciante y critica los impuestos va el Servicio de Rentas Internas y clausura su negocio”.
A su favor, dicen sus simpatizantes, la prosperidad que Correa insufló al país en seis años está a la vista. Aeropuertos, carreteras nuevas o reparadas, decenas de puentes, escuelas, hospitales. Sí, pero lo que más preocupa ahora a la población es el aumento de la delincuencia. Preocupa también la corrupción, tanto pública como privada. Puede ser paradójico que la inseguridad haya aumentado al mismo tiempo que disminuía la pobreza en un 27% desde 2006.
Los ecuatorianos han tenido que acostumbrarse a crímenes que no conocían, como el secuestro exprés. El politólogo español Decio Machado, exasesor de Correa en sus primeros tres años de gobierno, explica: “Influyó mucho el hecho de que el país adoptara el dólar como moneda oficial en el año 2000. El dólar facilita el lavado de dinero para las grandes redes de narcotráfico. El país se convirtió en una gran puerta de salida para la droga que llega desde Colombia y Perú. Y la policía está infiltrada por narcos”.
Asimismo, respecto a la corrupción, el economista Pablo Dávalos, profesor de la Universidad Católica de Quito, cree que las enormes sumas de dinero que ha manejado el gobierno gracias a los altos precios del petróleo ayudaron a que el anterior Ejecutivo —“no Correa ni alguno de sus ministros, pero sí el gobierno”— se convirtiera en el “más corrupto de la historia reciente del país”.
Así las cosas, muchos economistas y personas comunes y corrientes reclaman a Correa “una verdadera transformación en la economía nacional”. Medidas profundas que alejen a Ecuador de su dependencia del petróleo. Que vea a su alrededor los daños que ha causado el mal manejo de la riqueza petrolera, especialmente en la patria de su maestro Chávez.
El tiempo pasa rápido y el 2017, que parece tan lejano, llegará pronto, sobre todo porque Correa ha prometido que se marchará a casa ese año. No buscaría otra reelección. Ya se verá. La condición humana es impredecible. El poder enloquece y mucho poder enloquece más.


