Ángeles, sólo en el cielo

 

 

 

Un fanático es quien no puede cambiar de opinión,

pero tampoco de tema.

             Winston Churchill

 

José Fonseca

Ha dicho el coordinador de los diputados del PRD Silvano Aureoles que “hay que decir adiós a los consejeros del Instituto Federal Electoral”. Con igual contundencia ha declarado el coordinador de los senadores perredistas Miguel Ángel Barbosa.

El argumento esgrimido por los políticos perredistas constituye parte de una campaña mediática, reflejada por muchos comentaristas, para convencer a la mayoría de los ciudadanos, a la mayoría silenciosa, de que en el IFE hay una crisis.

Es una falacia, porque el argumento para afirmar que hay una crisis se sustenta en los reclamos retóricos, en los rezongos de los malos perdedores, resultante de su dudosa vocación democrática, de la cual se ha contagiado toda la oposición.

A la elección presidencial fueron todos los partidos políticos con la reforma de 2007 que todos aprobaron, bajo las reglas por todos acordadas y aceptadas, reglas no sólo para la elección, sino también para el periodo postelectoral.

Eso no lo dicen. No lo dicen porque nadie se lo pregunta, pues desgraciadamente también en muchos medios, so pretexto de ejercer la crítica se manejan intereses legítimos, sí, pero no necesariamente se refleja la opinión de la mayoría de los ciudadanos.

El entramado institucional armado para la democracia mexicana está sujeto a innumerables cambios, cambios que corresponden a los malos humores, a las frustraciones y a la incapacidad de los políticos para aceptar la voluntad de la mayoría de los votantes.

En la elección presidencial que tanto cuestionan los resultados reflejaron esa voluntad. De eso se trata la participación de los ciudadanos el día de la votación. Casi todos los reclamantes hacen eco del discurso del eterno victimizado, quien afirma que quienes votaron en su contra fueron comprados.

En un régimen democrático, los ciudadanos pueden hacer con su voto, en lenguaje coloquial, un papalote si se les antoja. Son los perdedores quienes tienen que aportar  las pruebas de que violó la ley algún partido. No suposiciones y presunciones, pruebas de que un partido violó la ley.

Ésa es la democracia real, la histórica democracia real, no la utópica de tantas visiones académicas, pues esta última supone que los seres humanos somos ángeles.

Ángeles, sólo en el cielo. Y allá no tienen problema, porque allá no hay democracia.

                                                                                  jfonseca@cafepolitico.com