Policías comunitarias

 

 

 

No pudiendo cambiar los hombres,

se cambian sin tregua las instituciones.

Jean Lucien Arréat

 

Carlos Alberto Pérez Cuevas

 

Los problemas de inseguridad pública que vivimos en México no son nuevos, se han recrudecido en los últimos años, y cada vez son más las familias que han sido víctimas de la delincuencia organizada, en el peor de los casos, pero también hay grandes afectaciones cometidas por delincuentes comunes, en delitos como robo de autopartes, asalto a mano armada, robo a casa habitación, negocios y transeúntes, por mencionar sólo los que más alto índice de consecución tienen en el país.

Cuando lo sociedad ejerce justicia por su propia mano denota que su paciencia y confianza en las autoridades se han agotado, que no esperan nada de ellas; tampoco creen en las soluciones que políticos y gobernantes les han ofertado en campañas electorales o en los planes de gobierno y legislativos.

¿Pero qué es lo que empuja a las personas o grupos de la sociedad a que se erijan en tribunales y emitan sanciones que a veces hacen que los condenados sean linchados e incluso pierdan la vida? Algunos expresan que es impotencia ante la nula respuesta de la autoridades, otros mencionan que principalmente es la impunidad que existe en la comisión de delitos y la falta de sanción efectiva a los delincuentes.

Hoy vemos que las autoridades han sido incapaces de garantizar la seguridad pública en diversas regiones del país, por lo que es apremiante que el Estado mexicano haga uso de todas las herramientas a su alcance para retornar al Estado de derecho y aplique el precepto constitucional establecido en el artículo 17 que prohíbe a cualquier persona hacerse justicia por propia mano.

La Secretaría de Gobernación argumentó hace unos días que las policías comunitarias existen desde hace 15 años o más, pero es hasta ahora que comienzan a representar un foco rojo; indistintamente del tiempo que llevan operando, esta situación no puede continuar más ya que se encuentran fuera de la ley y usurpan funciones de instituciones establecidas en la democracia mexicana, con su actuación peligra la misma seguridad.

Sin embargo, en la actualidad es alarmante la proliferación de grupos de autodefensa en diversas entidades del país suplantando a las autoridades legales en esas entidades y que como un cáncer crecen y carcomen a México, en este momento existen registros de más de 36 de estos grupos operando en entidades como Oaxaca, Guerrero, Estado de México, Michoacán, Chiapas y Morelos.

En el mundo este fenómeno no es nuevo, tenemos antecedentes en diversas partes del orbe, y lamentablemente tenemos un caso cercano en el continente, en Colombia, donde las denominadas guardias blancas que surgieron como grupos de autodefensa comenzaron a crear su propia ínsula de poder y mediante el argumento de que brindaban seguridad a los colombianos, les cobraban impuestos o los desplazaban de sus territorios, realizando con esas conductas violaciones a derechos humanos y cometían ilícitos.

Los tres órdenes de gobierno tienen que trabajar de manera coordinada, pronta y expedita para garantizar que la sociedad mexicana viva en paz y tranquilidad en un estado de derecho, donde no exista ninguna posibilidad de ejercer justicia por propia mano.

Si la autoridad no controla estos levantamientos, al investigar quién linchó o asesinó, la respuesta será “Fuente  Ovejuna, señor”.

 

@carlospereznz