Renunció el papa Benedicto XVI
Bernardo González Solano
La noticia dejó boquiabierto a todo el mundo. No era para menos. La última renuncia de un papa se remonta a Gregorio XVI, en 1415, hace 598 años nada más. O, lo que es lo mismo, 77 años antes de que Cristóbal Colón descubriera lo que después se llamaría América. Como “cabeceó” un periódico inglés: “Primer papa que renuncia desde la Edad Media”. Curiosamente, los periódicos anglosajones hicieron especial hincapié en este aspecto.
Asimismo, de acuerdo a las profecías de San Malaquías —un arzobispo irlandés del siglo XII—, Benedicto XVI sería el penúltimo papa antes de la caída de la Iglesia católica. El sustituto del cardenal alemán Joseph Ratzinger sería, de acuerdo con esas profecías, el último papa que adoptaría el nombre de Pedro II —el primero fue San Pedro, el apóstol— podría ser el cardenal Tarsicio Bertone, cuyo segundo nombre es Pietro (Pedro), el actual secretario de Estado del Vaticano que desde 2007 ha asumido el papel de camarlengo.
Durante la Sede Vacante —los días que no haya papa después del 28 de febrero cuando empezaría a surtir efecto la renuncia de Benedicto XVI—, Bertone actuaría como jefe del Estado Vaticano. Lo singular del caso es que la generalidad de las profecías solo han quedado en eso. Para que no cunda el pánico.
La decisión, tras el viaje a México y Cuba
Corresponsal desde hace veinte años de la agencia italiana Ansa en el Vaticano, Giovanna Chirri fue la primera en anunciar la primicia informativa: “El Papa renuncia al pontificio”, minutos después de haber escuchado la homilía de Benedicto XVI en latín.
Segundos después,la recogían los medios de todo el mundo. En el acto papal que anunció su renuncia estaban presentes también otros periodistas: un mexicano, dos franceses y un japonés, pero solo la italiana tradujo del latín lo dicho por Benedicto XVI. Declaró Chirri: “Di la información y me puse a llorar”.
“El latín de Benedicto XVI es muy fácil de entender”, dijo modestamente en su Twitter Giovanna Chiarri, quien recibió felicitaciones del mundo entero por su histórica información. Esta sí fue primicia.
En síntesis, Benedicto XVI anunció el lunes 11 de febrero que dejará de ser papa el próximo 28 de febrero a las 20 horas. La renuncia, escrita en latín y leída a un grupo de cardenales, cumple al detalle los requisitos del Derecho Canónico. En un editorial del periódico vaticano L´Osservatore Romano, escrito por su director Giovanni Maria Vian, explica que la decisión se tomó “hace muchos meses, tras el viaje a México y Cuba, y con una reserva que nadie pudo romper, después de haber examinado ante Dios reiteradamente la propia conciencia a causa de la avanzada edad”.
La sorpresa y la emoción fueron indudables, pero enseguida se puso en claro que la renuncia era válida y el programa de la transición no tendría fallas. Benedicto XVI continúa como papa para todos los efectos y desarrollará su programa de actividades públicas hasta el jueves 28 de febrero.
A partir del martes 12 de febrero vivirá en la residencia veraniega de Castel Gandolfo, y posteriormente en un convento de monjas Mater Ecclesia que cultivan frutas y verduras orgánicas.
Del 1 de marzo en adelante, la Iglesia estará en manos del Colegio de Cardenales hasta que el cónclave —de 120 cardenales— elija un nuevo papa a mediados de marzo, en La Pascua.
Ya que en esta ocasión no hay funerales del papa muerto, la transición será más rápida de lo tradicional. El sucesor de Juan Pablo II, con voz serena, tranquilo, como si leyera cualquier otro documento burocrático de la Santa Sede —con frialdad germánica, muy a su manera—, dijo a los cardenales que los había reunido “para comunicarles una decisión de gran importancia”, y la explicó con sencillez: “Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”.
Aunque Benedicto XVI sobrelleva la vida en buena forma para una persona de casi 86 años de edad, lo cierto es que “en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve”, es necesario “el vigor tanto del cuerpo como del espíritu” para gobernar la Iglesia. Y, a su juicio, ese vigor “en los últimos meses ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado”.
El Papa puso en claro su decisión “con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de obispo de Roma, sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los cardenales el 19 de abril de 2005”.
Las causas: edad y escándalos sexuales
La fecha del cónclave la fijará el Colegio de los Cardenales, que será convocado por su decano, Angelo Sodano, quien presidirá los debates previos al cónclave durante varios días, pero no entrará en la Capilla Sixtina, pues cuenta ya con 85 años de edad. Curiosamente, el programa de Benedicto XVI para el próximo mes estaba vacío hasta el Domingo de Ramos del 24 de marzo. Ahora se entiende el porqué. Las ceremonias de la Semana Santa estarán ya a cargo del siguiente papa.
¿Por qué renuncia el Papa, aparte de los problemas físicos y de su avanzada edad? Las razones son múltiples, pero es indudable que una de las situaciones más duras de su pontificado —menos de ocho años, lejos de los 27 que tuvo su predecesor, Juan Pablo II— fue la acusación por parte del gobierno de Irlanda al Vaticano de haber obstaculizado e intentado frustrar la comisión oficial sobre abusos sexuales.
Tras conocer la magnitud de los hechos, de los abusos realizados por los sacerdotes en Irlanda durante 70 años y revelados a la luz pública en 2009, Benedicto XVI manifestó sentirse “asolado y angustiado” y que compartía con los fieles, expresó de manera contundente, la “indignación, la traición y la vergüenza” por esos delitos sexuales. Y se encargó de realizar la operación de limpia en el episcopado irlandés. En otros lugares del mundo, la reacción del Papa no fue similar a la que tuvo en la patria de San Patricio. En México, Marcial Maciel y sus legionarios corrieron otra suerte.
En 2012, hubo otro acontecimiento importante en este sentido para el Vaticano, al reconocer otros cuatro mil casos de pederastia y también que la respuesta de la Iglesia fue “inadecuada”. Benedicto XVI afirmó entonces que la curación de la víctimas debía ser “la preocupación prioritaria” de la comunidad cristiana y que ésta debía ir unidad a una “profunda renovación de la Iglesia en todos los niveles”.
Asimismo, Benedicto XVI deja una Iglesia oficial ciega ante el mundo de nuestros días: la oposición al aborto, el uso del condón, la prohibición para que las mujeres puedan ejercer como sacerdotes, obispos y hasta papas. Todavía la Iglesia vive en el temor a la “papisa Juana”. En muchos sentidos se aparta cada vez más de los pobres, de los condenados de la Tierra, lo que propicia y fomenta la supervivencia de la “teología de la liberación”; la falta de vocaciones sacerdotales —el problema hace crisis en todo el mundo—, y la prohibición del matrimonio de los sacerdotes afecta gravemente la función del sacerdocio, etcétera, etcétera, etcétera.
Posibles sucesores
¿Quién será el papa 266 de la historia? Todavía no se sabe. Lo único cierto es que será un cónclave más americano y menos italiano el que elija al próximo sumo pontífice. No obstante, por países, todavía Italia cuenta con más cardenales: 28; Estados Unidos, 14; Alemania 6; Brasil, 6; España, 5; India, 5; México, 3.
En 2005, cuando se eligió a Ratzinger como Benedicto XVI, ya era real la posibilidad de un papa hispanoamericano. El arzobispo jesuita de Buenos Aires, Jorge María Bergoglio, llegó a 40 votos en el tercer escrutinio. No se olvide que en el Nuevo Continente viven más de la mitad de los católicos del mundo: mil 200 millones de fieles.
En primera línea para suceder al Papa están dos estadounidenses: Timothy Dolan, cardenal de Nueva York, de 62 años de edad; intelectual, buen gestor, talento natural para la “nueva evangelización”. Donald Wuerl, de 72 años, arzobispo de Washington, teólogo, intelectual y comunicador, dicen que de no ser sacerdote ya fuera senador. De Canadá, se cuenta con Marc Ouellet, de 68 años de edad, prefecto de la Congregación para Obispos, canadiense francófono: habla inglés, italiano y español, teólogo reconocido y colaborador del Papa.
También se citan como posibles sucesores del papa alemán a Angelo Scoda, arzobispo de Milán, italiano, 71 años, hijo de camionero, tiene fama de liberal, teólogo. Christoph Schönborn, 67 años, austriaco, arzobispo de Viena, filósofo, psicólogo, teólogo y predicador; discípulo de Ratzinger. Luis Antonio Tagle, 55 años de edad, arzobispo de Manila, Filipinas. Activo protagonista de redes sociales, sabio y simpático. Es el segundo cardenal más joven de la Iglesia y líder por el peso de su palabra.
En fin, entre los cardenales estadounidenses hay que incluir también a Sean O´Malley, arzobispo de Boston. A Odilo Scherer, arzobispo de Sao Paulo, Brasil. Peter Erdö, arzobispo de Budapest, Hungría; Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon, Francia; Reinhard Marx (sic), arzobispo de Munich, Alemania, y al nuevo rostro de Africa, Robert Sarah, presidente del Pontifico Consejo Cor Unum, de ayuda humanitaria. Muchas opciones abundan en un abanico plenamente internacional.
La Iglesia católica tiene de dónde escoger. En pocas semanas, el Vaticano anunciará Habemus Papam. Y habrá fumata blanca.


