Guillermo Samperio

La filosofía de oriente ha traído a nuestra sociedad occidental nuevas visiones del cómo vivir la vida y una de tantas vertientes ha sido la de disfrutar el instante, vivir el momento. Se refiere a vivir como si no existiera un mañana. Se necesita de mucha práctica para vivir de esta manera, pero al final es posible llevar una vida plena. Para hacer esto se debe apreciar la belleza de cada momento, lo que le rodea en todas las actividades de la vida diaria.
Pero, sin duda, no es fácil. La misma filosofía de Lao Tse, afirma que para llevarla a cabo es preciso pasar por experiencias que nos vayan alimentando el espíritu a manera de preparación. Pues no es igual una persona que nace sin carencias, crece sin carencias y, hasta el día de su muerte, vive sin carencias a una persona que ha vivido con gran cantidad de altibajos, es decir que ha sufrido de hambre, de un hogar o de oportunidades, como también ha gozado de opulencia, grandes posesiones y que por varios motivos vuelve a perderlas. La vida es como una ruleta rusa: a veces se está arriba y a veces abajo.
Pero el secreto está en cómo cada ser humano las va asimilando o las acepta a la medida de sus posibilidades cognoscitivas. El carácter es, sin duda, el motor de la vida; existen perfiles muy bajos que al menor tropezón, se derrotan y les cuesta mucho salir de la depresión o ya nunca se levantan emocionalmente, aunque continúen con sus vidas. Pero también hay personas que por más que caigan se levantan con más dinamismo que la última vez, sin importar lo que les depare el futuro, porque no creen en el mañana, viven el hoy, el ahora, el momento. Esas son las personas que logran lo que otras sólo añoran y se vuelven espectadores.
Contrastes de un vida extrema de Ernesto García Núñez, nos relata la vida de Francisco Bojórquez (Mungaray), alternando su presente con su niñez y juventud. En la historia de este personaje se entremezclan situaciones de la juventud que parecieran ser paradójicas, pero que en el fondo está llena de moralejas; la historia que arranca sobre las memorias de nuestro protagonista Pancho Bojórquez y nos introduce a su vida con una pregunta: ¿qué sigue? Una voz interna le responde que debe de volver a lo básico desde donde su aventura empezó. Partiendo de esa premisa nos narra el cómo es que llegó a ser senador por Sonora y un hombre poderoso e influyente, viviendo cada instante con una intensidad desbordante y vamos conociéndolo a través de los capítulos.
La historia de Pancho no es diferente a ningún otro mexicano, salvo que éste sabe aprovechar hasta la más mínima oportunidad que se le va presentando en el camino, desde un trabajito de medio tiempo de albañil, hasta ser la mano derecha del candidato a gobernador. Vive el ahora, el presente. A lo largo de la narración los capítulos se entrelazan entre la niñez, la juventud, hasta un pasado no muy remoto. Bojórquez es el reflejo del mexicano que no se agacha, es leal, un cabrón aguantatodo, un pusilánime que deja a su madre para irse a trabajar a Estados Unidos y regresa años más tarde para cuidarla hasta que muere, pero un tipo que no se raja a la hora de los golpazos.
Ernesto García Núñez nos presenta un personaje bondadoso, fiel a sus convicciones, valiente, pero que esconde una cierta malicia entre líneas, pues no hay que olvidar que la novela está narrada por dicho personaje. No estaría nada descabellado que el autor nos presentara la segunda parte del tal Pancho Bojórquez, ahora contada por otra voces que figuran en la historia. Entre tanto Pancho se nos presenta en primer plano como un hombre incluyente y que bien podría ser el protagónico de una novela taoísta: Vivir el hoy, sin pensar en mañana y olvidando el pasado ya aprendido.
Hay algo llamado “solución de continuidad”, que constituye otro principio teórico al juzgar las obras literarias. La solución de continuidad es la manera en que está resuelto el conflicto o trama que constituye la anécdota. La narrativa es un camino abierto, y pensamos que Ernesto García Núñez, debe recorrerlo más aún, he ahí un compromiso futuro para su talento, algo que le pedimos que haga. Porque lo descubro como un autor que sabe hacer crónica y debería ampliarse a relatar muchas más vivencias de los distintos pueblos que ha visitado. Hay una disciplina llamada micro-historia, no porque trabaje historias pequeñas sino porque se aboca a contar lo sucedido en pueblos pequeños con toda fidelidad, rescatando así, la memoria histórica de esos poblados un tanto olvidados por las grandes urbes, lo que constituye otro valor, enorme, en la literatura y en la narrativa.
Ernesto García Núñez ha empezado a pertenecer, como lo fue, José Rubén Romero, sobre contar la vida de los pequeños pueblos llevadas a las grandes ciudades, narrada por un personaje carismático en el que le van ocurriendo una serie de situaciones extraordinarias y melodramáticas. Un protagonista cauteloso, en el que los escenarios pueden ir desde un tren, pasando por desérticos parajes y el escritorio de don Fidel Velázquez. El escritor nos muestra la visión, las mañas, la traición y los altibajos de la vida sindical de México a través de los ojos chispeantes de Francisco Bojórquez.
El libro, de alguna manera, funge como un manual que nos detalla los argumentos que puede utilizar una persona para aspirar a tener puestos sindicales, institucionales, o bien, gubernamentales. Digámoslo en un sentido más coloquial: destapar la cloaca. Aunque no nos es ajeno las funciones sindicales que en muchas ocasiones parecieran acciones burdas, sí desconocemos el modus operandi para crear un sindicato y Pancho Bojórquez nos guía por ese camino.
García Núñez ha sido ganador de dos concursos nacionales de poesía, dos premios estatales y uno nacional de dramaturgia, así como un concurso de novela, se ha forjado un rumbo y temperamento en este escritor, y lo seguirá haciendo mientras su inquietud de literato busque modos de expresión de un instante, de un hoy y un ahora que en última instancia llevan a contarnos una historia cotidiana para hacerla extraordinaria. Por eso nos presenta este relato de Pancho Bojórquez que quiere aprender y aprovechar lo que se le presenta en la vida y lo va logrando escalando peldaños y picando piedra, chingándose la cresta. Hay quienes todavía creen en el fondo de este sufrido pueblo mexicano, que la lectura o la presencia de un cometa, o de la Internet, es cosa del diablo. Y el de un desempleado que tristemente se desmoraliza hasta caer en el crimen, pero también existen “Panchos Bojórquez” que desentierran nabos, realizan mezcla y reparten ladrillo para después estrechar manos de líderes sindicales y comer con presidentes.
Un libro en suma, que sabrá derramar, como aquel niño que dejó su ilusión en las veredas terregosas, su fe por un futuro mejor, por un porvenir que incluya a muchos, que dejó de escuchar la voz de quienes han quedado atrás para comenzar a construir un presente, un instante, un ahora.

Ernesto García Núñez, Contrastes de una vida extrema, Federación de Trabajadores del Estado de Sonora-CTM, México, 2012.