Madero, la Ciudadela…
Mireille Roccatti
Los idus de febrero que golpearon a México hace 100 años, interrumpieron la incipiente democracia que había llevado a la Presidencia de la República a Francisco I. Madero, tras la larga dictadura de Porfirio Díaz. Es cierto que la pax porfiriana permitió estabilidad y crecimiento económico sostenido tras la turbulencia del carrusel de efímeros gobernantes o los sucesivos gobiernos santanistas que detentaron el poder tras la independencia del país.
El régimen autoritario porfiriano basado en la explotación de los hombres del campo, de los mineros y de los trabajadores de los establecimientos fabriles de la incipiente industrialización del país, sostenida en la inversión extranjera principalmente británica y estadounidense, se colapsó en un lapso de tiempo inverosímil, debido al propio agotamiento del modelo de generación de capital, la inmensa brecha de desigualdad social y la confrontación de intereses económicos de distinta índole.
Un mes después de celebrar los fastos del Centenario de la Independencia, se inició la insurrección popular que en un principio se centró en el objetivo político de la sucesión presidencial ante la evidente decrepitud del viejo dictador y posteriormente el Plan de San Luis, enarbolado por Madero, incorporó las demandas agrarias de los campesinos y rancheros que tomaron las armas. Tras una breve campaña militar que culmino con la toma de Ciudad Juárez y el tratado de paz, firmado en esa frontera, se acabó la Revolución. En unos meses terminó una dictadura de treinta y cuatro años.
El gobierno provisional acordado en el tratado de paz, convocó a elecciones, las primeras genuinas y democráticas que vivió México después de cien años de haber conquistado la Independencia. Este primer periodo de democracia que vivía nuestro país, terminó abruptamente por el golpe de Estado efectuado por el ejército en alianza con diversos intereses económicos y el apoyo de los Estados Unidos.
En ocasión de recordar la traición a Madero, debe resaltarse el respeto irrestricto que éste guardó para la libertad de expresión, tanto de los legisladores, como de la prensa, especialmente de los caricaturistas quienes se solazaron en agraviarlo, vejarlo, denigrarlo e insultarlo, sin que el gobierno maderista reaccionara autoritariamente respetando sin cortapisas la libertad de prensa. Tras tres décadas de represión y persecución, parecía que la “gente decente”, los legisladores de la oposición y los periodistas no sabían qué hacer con la libertad.
El golpe militar contra Madero se inició con la puesta en libertad de los generales Bernardo Reyes y Félix Díaz (sobrino de su tío), muriendo el primero al intentar tomar Palacio Nacional y el segundo se refugió en la Ciudadela ubicada en Balderas en donde se atrincheró con otros rebeldes. A pensar que Madero, meses antes les perdono la vida. En esos días aciagos, los mexicanos no solo vivieron momentos negros y oprobiosos como las traiciones y las defecciones, también atestiguaron acciones heroicas que todavía hoy recordamos.
Uno de esos hechos es la marcha de la lealtad protagonizada por los cadetes del H. Colegio Militar, quienes escoltaron a Madero desde el Castillo de Chapultepec en su camino hacia Palacio Nacional, la respuesta de la Guardia de Palacio a la intimación a la rendición realizada por Reyes o la defensa a balazos del presidente Madero por uno de sus ayudantes del Estado Mayor cuando intentó detenérsele en los primeros días del golpe. Esos días vivimos luces y sombras de la condición humana.