Pecado y escándalo

Teodoro Barajas Rodríguez

No es usual que el sumo pontífice de la Iglesia católica renuncie, como tampoco dejará de especularse los motivos que le llevaron a dimitir al seno de una organización de gran peso en el mundo occidental, fundamentalmente.

Benedicto XVI argumentó motivos de salud al anunciar su renuncia como sumo pontífice, en gran medida derivados por su edad avanzada. La Iglesia católica se ha significado en diversos episodios que sucedieron a lo largo de nuestra historia, la cual se bifurca entre el olvido y la memoria. Al iniciar la insurgencia que culminara con la Independencia, Miguel Hidalgo y Costilla ocupó un estandarte guadalupano, los sociólogos dirán que tal símbolo aglutinaba como el cemento que une.

En la Reforma, encabezada por Benito Juárez y esa generación brillante, la pugna con los intereses clericales concluyeron en la guerra civil, en la que finalmente ganó el Estado laico. Ya en el siglo XX se registró un episodio oscuro en el que prevaleció el fanatismo y cerrazón de una Iglesia manipuladora contra un jacobino declarado que fue Plutarco Elías Calles.

La Iglesia perdona los pecados, pero no los escándalos, y estos últimos han marcado la organización a la que ha dimitido el papa Benedicto XVI. Los casos numerosos de pederastia detectados en los que incurrieron prelados de peso e influencia como Marcial Maciel se han acumulado.

Los tiempos tienen sus propios signos, muchas iglesias europeas actualmente más que oficiar servicios religiosos son museos, las vocaciones en los seminarios han declinado ostensiblemente. Por su propia naturaleza, la Iglesia católica es jerárquica, no democrática, tras el Concilio Ecuménico II que encabezó Juan XXIII al comienzo de la década de los años sesenta del siglo pasado no se han registrado más reformas apegadas a una realidad infectada de nuevos problemas, globalización y relativismo, como le llama el propio Benedicto XVI.

La Iglesia atraviesa momentos, la pederastia no es un invento, la existencia de los depredadores que han lastimado a tanta gente son de carne y hueso, tienen nombres y apellidos.

Sin duda, un gran reto aguarda a quien el cónclave de cardenales elegirá como el nuevo papa, es conveniente otra visión, otra misión y muchas reformas porque el tiempo actual vertiginoso como es lo demanda o el éxodo de muchos creyentes a otras confesiones continuará fluyendo.