Alexander Serikov
El bólido, aereolito o meteorito –existen varias palabras para determinar este objeto espacial- que cayó en la zona de la ciudad de Cheliábinsk la mañana del 15 de febrero del año en curso no solamente causó varias destrucciones y alteraciones en la salud de la población, sino también engendró varias especulaciones y abusos.
Inicialmente creían que el objeto que dejó una huella luminosa en el cielo y que asustó a la gente por no menos que un tremendo estallido, se desapareció en la atmósfera. Pero después se llegó a la conclusión de que el meteorito cayó en la superficie de la Tierra. El lugar donde cayó fue el lago Chebarkul situado a 78 kilómetros al oeste de la ciudad de Cheliábinsk, centro administrativo de la región del mismo nombre de los montes Urales.
Los especialistas rusos determinaron que este fue un objeto espacial de apenas algunos metros de tamaño y de cerca de 10 toneladas de peso. Antes de caer, este objeto se dividió en dos partes y cada cual explotó ya que sufrió un fuerte calentamiento.
Su energía quinética, según científicos de la cátedra de física teorética de la Universidad de Cheliábinsk, fue de una kilotonelada lo que es 100 veces menos que la potencia de la bomba estadounidense lanzada sobre Hiroshima. Después de las explosiones, la parte refractaria siguió la trayectoria, y en el tramo entre las ciudades Chebarkul y Miass esta parte explotó de nuevo dividiéndose en muchísimas partes más pequeñas que se esparcieron sobre una superficie de aproximadamente 100 kilómetros cuadrados.
La nieve que en esta temporada cubre el territorio de los Urales impidió que se localizaran de inmediato los restos del bólido y los buzos no lograron encontrarlos en el lago de Chebarkul. Pero más tarde los científicos mostraron a los periodistas varios trozos del meteorito encontrado, según ellos, cerca del lago en cuestión y confirmaron la procedencia meteorítica de ellos indicando al mismo tiempo que los fragmentos encontrados no poseen fondo de radiación.
Inmediatamente, la Internet se llenó de anuncios sobre la venta de estos fragmentos. Es que en el mundo hay demanda sobre los meteoritos y los coleccionistas están dispuestos a pagar grandes cantidades por ellos. En las páginas oficiales rusas hasta aparecieron varias advertencias sobre posibles casos de fraudulencia en la venta de los fragmentos de bólido de Cheliábinsk y se recomendó comprar sólo aquellos que tuvieran documentos oficiales de su procedencia.
La fuerza de la explosión del bólido dejó varias casas destruidas, más de mil personas lesionadas, de ellas 50 hospitalizadas. Los daños materiales alcanzaron mil millones de rublos, o sea más de 33 millones de dólares. En la mayoría de las casas se rompieron los vidrios de las ventanas por la onda expansiva. Las autoridades locales prometieron colocar nuevos vidrios gratuitamente y hasta cambiar viejas ventanas de madera por unas nuevas de plástico. Personas astutas hay en todas partes.
En Cheliábinsk comenzaron a romper los vidrios de sus ventanas viejas para obtener las nuevas gratis. Otra manera de aprovechar el fenómeno del meteorito fue emprendida por los fabricantes de pasteles y dulces que pretenden hacer caramelos, chocolates y pasteles con el nombre del meteorito de Cheliábinsk. Al mismo tiempo, las autoridades locales están pensando en cómo aprovechar todavía más lo ocurrido en sus cielos con fines lucrativos.