Tercera prueba nuclear del Norte
Bernardo González Solano
El teléfono rojo entre Corea del Norte y Corea del Sur puede cortarse de un momento a otro. O no, porque el comportamiento internacional del régimen comunista norcoreano es, simplemente, impredecible, incierto.
Además, de acuerdo al director de Inteligencia nacional estadounidense, James Clapper, el régimen encabezado por el extravagante heredero Kim Jong-un no utilizaría el arma nuclear excepto si creyera que su supervivencia está amenazada, pero Estados Unidos duda sobre lo que podría desencadenar esta reacción de Pyongyang.
Ruptura
Sucede que horas después del anuncio de nuevas sanciones aprobadas por el Consejo de Seguridad de la ONU —con apoyo de China— contra Corea del Norte por su tercera prueba nuclear realizada el 12 de febrero anterior, la capital norcoreana anunció, el viernes 8 de marzo, la ruptura inmediata de la línea establecida en 1971 en la ciudad fronteriza de Panmujon. Amenaza puesta en ejecución dos veces en el pasado.
El principal pacto en este aspecto data de 1991. Compromete a los dos países a resolver pacíficamente sus diferendos y trata de evitar las confrontaciones militares accidentales.
Además, anunció que unilateralmente anula, desde el lunes 11 del presente, todos los acuerdos de no agresión con Seúl tras la guerra de Corea (1950-1953) —de la que no se ha firmado un tratado de paz definitivo, hasta el momento—, de acuerdo con el Comité para la Reunificación Pacífica de Corea en un comunicado enviado por la agencia estatal de noticias KCNA.
Vía libre a las represalias
Por tanto, el Ministerio de las Fuerzas del Pueblo, en un comunicado dijo que tenía vía libre para disponer “represalias” por maniobras militares conjuntas entre Corea del Sur y Estados Unidos que están en curso: “Lo que queda por hacer es una acción de la justicia y la venganza despiadada del ejército y el pueblo de Corea del Norte”.
El ministerio del ejército agregó que Estados Unidos y Corea del Sur serán los principales blancos de los ataques. No es la primera vez que Pyongyang amenaza en convertir a Seúl y Washington en un “mar de fuego”, supuestamente con el uso de armas nucleares.
La nueva amenaza norcoreana se presenta como respuesta a un ejercicio militar de las tropas surcoreanas y estadounidenses. Asimismo, Kim Jung-un seleccionó una pequeña isla surcoreana, Baengnyeong —que cuenta con cinco mil habitantes incluyendo varias unidades militares—, como primer objetivo nuclear en caso de conflicto.
Por su parte, el Ministerio de Defensa de Corea del Sur advirtió el viernes 8 de marzo que el régimen norcoreano provocará su propia destrucción si lleva a cabo un ataque nuclear preventivo.
Advertencia del Sur
Kim Min-seok, vocero del propio ministerio, expresó: “Si Corea del Norte ataca a Corea del Sur con un arma nuclear, el régimen de Kim Jung-un desaparecerá de la Tierra… aunque en el pasado la bomba atómica fue utilizada dos veces para poner fin a la Segunda Guerra Mundial, de atacar a una sociedad libre y democrática, como la República de Corea, la humanidad no se lo perdonará”.
Además, menos de cuatro semanas después de su ascenso al poder, la presidenta Park Geun-hye enfrenta su primera y aguda crisis con sus vecinos y reiteró en una ceremonia militar su intención de “responder duramente” a futuras provocaciones de Pyongyang, y aseveró que el país comunista se enfrentará a su “autodestrucción” si continúa con sus políticas militaristas.
El martes 12 de marzo, en un informe presentado en la Cámara de Senadores por James Clapper, consideró que el programa nuclear de Corea del Norte y el de misiles son una “seria amenaza” para Estados Unidos y para la región del este asiático.
En este documento se analizan las amenazas contra intereses del Tío Sam en el mundo como el terrorismo, los ciberataques y las armas nucleares. El director de inteligencia estadounidense aclaró que las capacidades nucleares del régimen norcoreano “están destinadas a la disuasión, el prestigio internacional y la diplomacia coercitiva”, y aceptó que Washington desconoce qué motivaría el uso de un arma nuclear por parte del régimen de Pyongyang.
No obstante, dijo que creen que “sólo intentaría utilizar armas nucleares contra fuerzas de Estados Unidos o sus aliados para preservar el régimen de Kim Jong-un, (pero) no sabemos qué llevaría, desde la perspectiva de Corea del Norte, a cruzar ese umbral”.
Escalada retórica
De tal suerte, continuó la escalada retórica guerrera de Kim Jong-un. El lunes 11, el estrambótico gobernante norcoreano —cuya actuación pública y familiar se mantiene en un absoluto secreto rodeado de guardaespaldas las 24 horas del día sin que sus actividades trasciendan excepto cuando él decide hacerlo así—, amenazó (y lo cumplió), denunciar el acuerdo de armisticio que puso fin a la guerra de Corea en 1953. Sobre todo, esgrimió la amenaza de una “guerra termonuclear”, y se reservó el derecho de ejercer una “fuerza disuasiva” contra Estados Unidos para “destruir los bastiones de los agresores”.
La verdad sea dicha, una gesticulación vana, baladronada más bien, Corea del Norte no cuenta con la capacidad balística de poder golpear el territorio norteamericano. Japón y Corea, donde están acuarteladas importante número de tropas del Tío Sam, por el contrario, están listas para lanzar un fuerte ataque a territorio norcoreano.
La Casa Blanca, por su parte, contestó estar “en condiciones” de contrarrestar un ataque de misiles norcoreanos.
Citado por la agencia oficial KCNA, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Pyongyang advirtió que sería “inevitable” una segunda guerra de Corea, después del rechazo de Washington y Seúl para anular las maniobras militares conjuntas que ya están en curso. A su vez, Kim Jung-un ostensiblemente visitó las unidades militares estacionadas sobre la frontera del sur.
EU se previene
En tales condiciones, frente a la amenaza esgrimida por Corea del Norte de un ataque nuclear “preventivo” contra Estados Unidos, el viernes 15 de marzo la Casa Blanca decidió reforzar su defensa antimisiles. Es decir “reforzar la protección de nuestro territorio y de conservar una linea adelantada frente a la amenaza”, explicó el secretario de la Defensa, Chuck Hagel.
Explicó Hagel que este refuerzo “lo hacemos para no arriesgarnos y estar preparados ante cualquier amenaza”.
También se ha informado que los 14 interceptores que se planea desplegar se agregarán a los 26 ya existentes en Fort Greely, Alaska. Su montaje reforzará la capacidad del sistema para interceptar misiles de largo alcance en vuelo que podrían llegar a territorio de Estados Unidos.
Actualmente, la Unión Americana cuenta con cuatro de estos interceptores de misiles ya funcionales en la base aérea de Vanderberg, California.
En fin, para Washington, la preocupación mayor, de acuerdo con los expertos, no es que el Norte cuente con la bomba atómica, sino que el material nuclear prolifere y termine en las manos de potenciales “clientes” como Irán o grupos terroristas internacionales.
Para Pekín, por su parte, el temor es que, ante el progreso nuclear norcoreano, otros países como Corea o Japón decidan contar también armas nucleares.
Victoria Nuland, vocera del Departamento de Estado, igualmente denunció el viernes 8 de marzo la “retórica provocadora norcoreana… Y, tales actos, simplemente no van a mejorar las condiciones de vida del pueblo de Corea del Norte”.
Con este nuevo resonar de tambores de guerra, Kim Jung-un ha creado un problema extra a Pekín, donde se desarrolla un fuerte debate sobre la relación con Pyongyang que, según algunos analistas, genera ya más dolores de cabeza que beneficios.
Así las cosas, China tuvo que aprobar en el Consejo de Seguridad de la ONU las nuevas medidas de castigo contra Corea del Norte por el lanzamiento del último cohete el 12 de febrero. ¿Qué sigue? Lo que decida el nuevo gobierno de Xi Jinping en sus relaciones con Barack Obama y con el impredecible heredero Kim Jong-un. Así de fácil o de difícil.
Mientras tanto, el pueblo de este país se debate en la mayor de las pobrezas. Así son las dictaduras.