Certidumbre a las micro, pequeñas y medianas empresas

Yazmín Alessandrini

Apalancado y respaldado por sus dos hombres más fuertes en esta materia, Luis Videgaray e Ildefonso Guajardo, secretarios de Hacienda y de Economía, respectivamente, el presidente Enrique Peña Nieto estará presentando en estos días su propuesta de reforma financiera al Congreso de la Unión, la cual estará fundamentada y cimentada primigeniamente en impulsar el crédito a las empresas y elevar la productividad y el crecimiento económico.

La reforma financiera se antoja igual de trascendente que las ya presentadas hasta el momento (educativa, telecomunicaciones, amparo), porque contribuirá a la solidez del sistema, amén que le dará certidumbre a las micro, pequeñas y medianas empresas, núcleos de los que se nutren las economías de las naciones emergentes, pero que en México, por ejemplo, no cuentan con el respaldo bancario adecuado, cosa que en Brasil y Chile sí sucede.

¿Qué pretenden Peña Nieto, Videgaray y Guajardo? Principalmente que el crecimiento sea sostenido y que éste no sea sólo un mero objetivo, sino un mecanismo que impacte en mayor bienestar para todos los mexicanos. Pero para que esto ocurra, la banca mexicana tiene que permitir que su crédito al sector privado sea mayor al actual, que es apenas equivalente al 26% del PIB, contrastando dramáticamente con los casos brasileño (que es del 50%) y chileno (que es del 100%).

Por todo lo anterior, en esta esperada reforma financiera (al igual que la hacendaria, que se presentará dentro de unos meses) todos esperamos que se contemple la inclusión y propulsión de la banca de desarrollo porque, en un panorama en el que se proyecte aportar mecanismos que permitan y fomenten el crecimiento de las micro, pequeñas y medianas empresas.

A propósito, todo esto nos llevará a ponerle mucha atención al papel que juegue de aquí en adelante el Instituto Nacional del Emprendedor, encabezado por Enrique Jacob y que se encargará de la reingeniería del Fondo Pyme de la Secretaría de Economía.

Es cierto que México, en relación con el resto de las naciones de América Latina, perdió competitividad en los años recientes por carecer de infraestructuras y sinergias adecuadas en materia financiera. Nuestro sistema financiero es sólido y robusto, pero ya va siendo hora de que exista una mayor y real competencia entre las instituciones de la banca privada y que ésta se refleje en la generación de mejores condiciones estructurales.

 

 

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