Entrevista a Elio Masferrer/Investigador de la ENAH
Antonio Cerda Ardura
Desde el mismo momento en que fue electo papa, el primer pontífice originario del continente americano, el argentino Jorge Mario Bergoglio, o Francisco, ha demostrado ser diferente. Este hombre no usa ya el llamado papamóvil blindado, ni anillo de oro, ni otros oropeles, y se manifestó como un sacerdote servidor y cercano de los pobres, más que de los poderosos.
En su primera misa en la Capilla Sixtina, llamó a la evangelización sin que la Iglesia católica sea vista ya como una simple ONG compasiva.
También ha pedido a la curia “traer a la humanidad de regreso a la Iglesia” y hasta llamó a los fieles de su país a no acudir a la ceremonia de inicio de su pontificado, sino destinar el dinero del viaje a Roma para realizar obras de caridad hacia los más necesitados.
Sobre los retos que afronta el nuevo papa, Siempre! entrevistó al especialista Elio Masferrer Kan, profesor e investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) y presidente de la Asociación Latinoamericana para el Estudio de las Religiones, quien indica, que, efectivamente, Francisco será un pontífice innovador.
Moneda al aire
¿Cuáles son los retos que tiene ahora la Iglesia católica?
El asunto más complicado que tienen ahora los cardenales de la Iglesia católica es que trajeron a un jesuita como papa, porque están convencidos de que los jesuitas tienen analizados los problemas, tienen equipo, etcétera. Y, además, querían a alguien ultraconservador, que es el caso de don Francisco. Evidentemente, la pugna es en este momento con la curia romana, lo que aquí en México se le llama el “Club de Roma”; es decir, la gente de Angelo Sodano y de Tarcisio Bertone, que aquí se expresó con Girolamo Prigione. En resumen, lo que hicieron los cardenales fue quitarle el control del papado a la curia romana. No quedó el candidato de la curia, que estaba entre Angelo Scola o Gianfranco Ravasi. De manera que la designación de Francisco representa, en cierta forma, la comprobación de que los cardenales están hartos de la manipulación de la curia romana en materia de protección a pederastas, de las transas financieras, del lavado de dinero y de los cochupos en la administración de la ciudad del Vaticano.
Podemos decir que Benedicto XVI preparó el ambiente para que no quedara nadie de la curia, particularmente ningún italiano. Por eso su equipo hizo todas aquellas filtraciones, lo de los Vatileaks, como el informe en el que salió a relucir la existencia del lobby gay en la curia y todos esos datos tan puntales. Benedicto XVI desconfiaba de los italianos para negociar y es ahí donde entró don Francisco. No sé exactamente cómo se dio todo el debate, pero Bergoglio no es una persona de izquierda, ni de la Teología de la Liberación, etcétera, pero es jesuita. Ésa es la cuestión.
Y falta la segunda etapa de todo este asunto: ver quién queda de secretario de Estado, si la curia romana consigue meter a alguno de sus cuadros, como Leonardo Sandri, de Argentina; u Odilo Scherer, de Brasil, o a alguien más de su aparato burocrático. La moneda está en el aire.
Ahora, hay que ver que al lado del papa está Georg Gänswein, el alemán se desempeñaba como secretario particular de Benedicto XVI. Benedicto movió esta ficha y la puso. Aparte de hacerlo su secretario particular, lo designó como prefecto de la Casa Pontificia. Es una especie de mayordomo o de gerente de la casa del papa, y, evidentemente, es la polea transmisora que le está pasando a Francisco todo el background de la curia.
¿Esto significa que queda una Iglesia partida en dos? Es decir, por un lado, una parte pastoral, que suponemos que va a manejar Bergoglio, y, en otra esfera, la curia vaticana. ¿Hacia dónde va cada parte?
Si observamos con cuidado la gestión que hizo Bergoglio en Buenos Aires, resulta que él fue distinto a los otros. El tiene su propia línea y la va aplicar, y la curia tendrá que disciplinarse porque, si no lo hace, él corre a todos. Él está en esa dialéctica de que es administrador y es pastor.
La dinámica que se aplicó en el pontificado de Juan Pablo II, fue que él no se metía con la curia, dejaba que hicieran lo que se les daba la gana, y, a partir de ahí, se desarrollaron auténticos alacranes que le impidieron a Benedicto XVI, que era un teólogo y un tipo más teórico, llevar adelante su programa de limpiar el desastre de la curia vaticana. Pero no nos equivoquemos: en el caso de Bergoglio, éste señor va a combinar lo pastoral con lo administrativo y va a estar ahí. No le van a decir: “Aquí hay gente que se va a ocupar y tú ándate a pasear por ahí”. ¡No, no, no, no! El señor Francisco tiene un proyecto para el planeta y también para la curia, y no entró en ninguna de las jugadas de la curia, como ésa del boato y todo aquello. Por ejemplo: el anillo que Bergoglio usa es de plata, con su bañito dorado, pero diríamos que todo sencillito. Se negó a ponerse la capa roja con armiño, y a todas esas bobadas. ¿Sabe lo que le dijo al jefe de ceremonias y lo hizo trascender? Le dijo: “¡El carnaval se terminó!”. Tal vez no se sabe si se refería al carnaval que acaba de pasar, o si estaba definiendo a toda la dinámica de la curia y de los papas anteriores como un carnaval. Pero conociendo la cultura argentina y la forma que tenemos los argentinos de hacer chistes, que nadie nos entiende, el carnaval al que se refería era a toda esa pantomima. Francisco no aceptó llevar una cruz de oro, sino que usa una cruz de fierro; los zapatitos rojos que calzaba Benedicto XVI, sobre lo que no quiero emitir ningún juicio de valor, se acabaron. Ahora el señor Francisco anda con sus pantalones obscuros y sus zapatos que compró en el mercado y se los lustra todos los días. Ahí va. No va a entrar en ninguna de las jugadas de la curia. ¡Es un zorro!
Ultima llamada
Esto cambia toda la vieja jugada.
Cambia todo, exactamente, porque antes los de la curia vendían el boato y todo aquello, y decían: “Déjame, yo me ocupo, porque yo sé de estas cosas”. Y el otro… ¡ni por casualidad se enteraba de nada! Ahora, Francisco se puso la estola papal para dar la bendición Urbi et Orbi, ¡y se acabó! Se quitó la tiara roja y siguió de blanco. Entonces, quienes tienen que estar sumamente preocupados son la fracción de la Teología de la Prosperidad, la opción preferencial por los ricos, que aquí, en México, tiene varias expresiones, varios obispos, varios cardenales y varias órdenes y congregaciones religiosas, etcétera. Lo que este señor dice ahora, es algo así como: “Iglesia… ¡Última llamada!”.
Hablando de la curia mexicana, ¿qué va a pasar con ella?
El único que más o menos se salva es el cardenal Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara. Juan Sandoval Íñiguez, bueno, ya se jubila, pero él y el cardenal Norberto Rivera son de la opción preferencial por los ricos y cada vez que quieren se sacan la foto en la revista Club, del Grupo Reforma, o en la sección de sociales de El Universal. Ellos bautizan al hijo de tal rico, o al nieto del otro, o casan a tal con tal. ¡Olvídese! Bergoglio nunca apareció en ninguna foto con la alta sociedad de Buenos Aires. Se iba a la villa miseria, tomaba el autobús, viajaba en Metro, y ya…
A Bergoglio se le ha comenzado a relacionar con la dictadura militar argentina.
Bergoglio es un hombre de ultraderecha y por supuesto que iba a tener una muy buena relación con los militares golpistas, porque ellos no llegaron solos, sino convocados por los civiles golpistas de ultraderecha. Hubo una asociación entre los poderes civil, económico y militar. Por eso lo eligieron papa, porque no era de la Teología de la Liberación. Pero sí: Bergoglio tuvo un comportamiento de sumisión a los militares, nunca los confrontó, se hizo guaje y no dio ningún testimonio como lo hicieron tres de los obispos de la Conferencia Episcopal Argentina. Sólo esos tres se enfrentaron a los militares y el resto dijo: “Sí, señores, ¿por dónde?” Bergoglio se plegó a lo que hacía la Conferencia, no inventó nada nuevo. Lo acusan de que no defendió bien a dos jesuitas, Francisco Jalics y Orlando Yorio, secuestrados por la dictadura militar de Argentina. Eso es todo. Pero los militares mataron a dos obispos, Enrique Ángel Angelelli Carletti y Carlos Horacio Ponce de León, a más de 130 sacerdotes, a unos 500 agentes de pastoral y no sé a cuántas monjas. Entonces, lo que hizo este señor fue lo que hicieron todos los obispos, menos tres. Además, en aquel momento él era simplemente el provincial de los jesuitas, no el presidente de la Conferencia. Simplemente se manejó dentro de la ultraderecha y la derecha. De ahí viene y ahí está ahora.
Finalmente no es una blanca paloma.
No. Se viste de blanco, pero no es ninguna blanca paloma. Estoy de acuerdo con usted. Pero, cuidado, él obedecía lo que le decía el papa Juan Pablo II. ¿Cuál era la política de Juan Pablo II? “Todos éstos de la Teología de la Liberación son agentes comunistas, son la cabeza de puente del Soviet Supremo de la Unión Soviética. ¿De acuerdo? A éstos no hay que ayudarlos en nada y, si se los friegan, mejor”. Ésa era la posición de Juan Pablo II, y él, como jesuita, obedeció lo que decía el papa.
Y el detalle es que ahora él es el papa y él da la línea. Como buen político, Francisco es sumamente pragmático y, además, cuando fue arzobispo de la ciudad de Buenos Aires, dio juego a todas las tendencias de la Iglesia católica, a los progresistas y hasta a los que le mentaban la abuela, etcétera. A todos. Así que no debemos irnos con la finta. Yo estoy seguro de que él se alegró por el golpe de los militares y que siguió al pie de la letra las instrucciones que le daban Juan Pablo II y el que estaba al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Ratzinger. ¿Había que ser fascista? Perfecto, fue fascista. Eso ya terminó. La historia ya va por otra cosa. ¡Ése es el punto!
Toque personal
¿Qué enfrentará primero Bergoglio?
Lo principal es que él va a tratar de salvar a la Iglesia católica del desastre total. Los jesuitas sienten que tienen el background ideológico e intelectual para dar a los católicos la receta con la que puedan salir del hoyo. Mientras que Francisco era de la ultraderecha, apoyaba a grupos de fascistas y hasta era el guía espiritual de Guardia de Hierro (un grupo peronista juvenil de ultraderecha que tuvo un papel activo en la Masacre de Ezeisa, el 20 de junio de 1973, cuando regresó Perón, en la que murieron más de cien militantes de Montoneros y de la izquierda), siempre mantuvo esa posición. Ahora es probable que él haya hecho una autocrítica y haya visto que la cosa va por otro lado. Y va a ir por otro lado.
Es por esto que la historia de Bergoglio no nos sirve para evaluar qué va a hacer. Como buen jesuita, él va a decir: “Bueno, aquello fue una experiencia. Ahora voy a hacer otra cosa, lo que a mí me parezca que sea más pertinente”. Cuando entró de obispo auxiliar y luego como arzobispo de la ciudad de Buenos Aires, él aplicó una línea distinta a la que la Conferencia del Episcopado Argentino aplicó en la época de los militares. Ni pensar que ahora va a hacer lo que hacía con los militares, de decirles: “Sí señor”. ¡Olvídese! Es muy pragmático.
Es decir: le va a imprimir un toque característico a su pontificado.
¡Ya comenzó! Ni siquiera se puso Ignacio, en honor de San Ignacio de Loyola, el fundador de los jesuitas. Se puso Francisco, como San Francisco de Asís, el fundador de la Orden Franciscana. Además, dijo que la Iglesia tiende a ser por los pobres y para los pobres. En su toma de posesión renunció a todos los oropeles. ¿Por qué? Porque el problema ahora es más complicado: ya terminó el comunismo, eso quedó archivado. Lo actual es que la Iglesia católica tiene que sobrevivir en este mundo moderno, así que hay que ir preparándonos para ciertas innovaciones.
Y le digo cuáles transformaciones, en mi opinión, conforman el programa de este caballero para los próximos seis o siete años:
1. Va a hacer algunos cambios en lo del celibato sacerdotal.
2. No va a aceptar el aborto, pero yo no descartaría que acepte ciertos métodos anticonceptivos y el condón.
3. Va a poner obispos progresistas y cardenales progresistas para equilibrar a la curia de derecha.
4. Va a tratar de incorporar a gente de sectores populares, porque él está consciente de toda esa cosa aristocrática que tiene la Iglesia católica, que sólo trata con las élites económicas y que se aleja de la gente.
¡Éste es el plan del señor Francisco! Los grupos de aristócratas que hay dentro de la Iglesia católica, cuya fascinación es codearse con la gente de la clase alta, tendrán que alinearse, o se van.


