Asunto de hombres de Estado
José Elías Romero Apis
Hace unas semanas, a invitación de la directora general Beatriz Pagés, varios colaboradores de Siempre! nos reunimos con la secretaria de Salud, la doctora Mercedes Juan López, una funcionaria comprometida con su encomienda pero, además, muy sólidamente reconocida por su conocimiento y su comportamiento.
El asunto de la salud pública encierra la mayor importancia, en más de un sentido pero, además, la mayor complejidad. Desde luego, con el orden administrativo. Más aún, en el social. Pero, sobre todo, en el escenario humanista de un estado moderno y visionario.
Efectivamente, desde el mero contexto de una actividad de administración pública, las cifras y los resultados son muy dignos de consideración y hasta de admiración. Varios millones de personas atendidas cada día. Espectro de vacunación de cobertura virtualmente total. Descentralización de los servicios. Controles nacionales. Desarrollo de investigación y decenas de aspectos adicionales que son propios de pueblos más opulentos que el nuestro.
Pero, más allá de esto se encuentra la acertada percepción de que la salud es uno de los indicadores más indisolublemente ligados al estado de desarrollo de una sociedad. Bien se ha dicho que la salud no es solo un ideal, sino la concreción de los avances económicos y sociales del país en conjunto.
Los tiempos venideros tendrán mucho que decir en lo que logremos avanzar en el contexto tecnocientífico de la salud. Evidentemente, las décadas por venir, de manera inmediata, nos asombrarán en cuanto a lo que lograremos en el mundo y en México en cuanto a ingeniería biogenética, a implantación orgánica, a remisión infectológica, a revitalización celular, a avance tecnoquirúrgico o en cuanto a aprovechamiento nutricional.
Hemos logrado mejores espacios de convivencia colectiva; hemos fortalecido nuestras instituciones sociales; hemos reducido nuestras brechas de desigualdad política; hemos logrado un acceso más amplio a la educación y al saber; y, en fin, hemos avizorado la esperanza de que la sobrevivencia que mencionamos valga la pena de lograrse.
Nuestros logros tecnológicos nos permiten posibilidades ambivalentes. Tenemos hoy, entre las manos, fuerzas sin valencia propia sino dependiente de nuestra pura voluntad: liberadores de energía capaces de mover la planta productiva de un país o de destruir bélicamente a toda su población.
La salud pública comienza con la alimentación y con la nutrición, y al decir esto estamos diciendo que tiene que ver con poder adquisitivo, con capacidad productiva, con regulación y abasto, con distribución y precios, con información nutricional, con aprendizaje y cultura, con hábitos de consumo, con publicidad alimentaria y con muchos factores más.
Pero, al hablar de salud pública también estamos hablando de prevención y esto tiene que ver con jornadas laborales, con reordenación urbana, con contaminación en todos sus aspectos, con fomento deportivo, con culturización en el comer, en el beber, en el manejar y en el de la sexualidad.
Y al hablar de salud mucho se tiene que decir del escenario terapéutico y, entonces, estamos hablando de la seguridad social, de los servicios hospitalarios públicos y privados, del control de calidad, de la producción y suministros de medicamentos, de la investigación farmacéutica, de la práctica de la medicina, de la enseñanza de la medicina y de sus ciencias auxiliares o complementarias.
Al hablar de salud, hablamos también de la prevención y el manejo de los desastres. Hablamos de violencia general e intrafamiliar. Hablamos de la lucha delincuencial más importante del país: el narcotráfico. Hablamos de diarreas y de sida, muy importantes y muy graves.
Al hablar de salud, por último, hablamos de enfermedades mentales, de neurosis, de depresiones, de suicidios, de adicciones y de violencia generalizada.
Y, para ello, tendríamos que hablar de esparcimiento, de recreación, de convivencia, de humanización, de expectativas para los jóvenes, de presiones consumistas, de integración familiar, de valores, de soledad y de aislamiento.
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