La detención
Educad a los niños y no será necesario
castigar a los hombres.
Pitágoras.
José Alfonso Suárez del Real y Aguilera
La detención de Elba Esther Gordillo Morales obliga a una profunda reflexión en torno a las causas que auspiciaron y solaparon este cacicazgo sindical cuya impronta postró la educación pública nacional a los niveles de envilecimiento que han quedado manifiestos en los motivos que sustentan su inmoralmente tardía destitución y captura.
Si en 1947 desde la cúspide del poder alemanista, se utilizó la emblemática figura de María Félix —en su magistral papel de la maestra rural Rosaura Salazar de la aclamada película Río escondido— para frenar el poderoso movimiento magisterial que encabezaba el lombardista Gaudencio Peraza en contra del esquema sindical domesticado, en abierta antítesis a esa manipulación fílmica del régimen del llamado Cachorro de la Revolución, podemos ubicar la confabulación mediática que los productores de la Presidencia Inevitable dirigieron desde 2012 contra la otrora omnipotente lideresa magisterial.
Ni duda cabe que la actitud asumida por Gordillo ante la reforma educativa y el consecuente escalamiento del encono entre el secretario Chuayffet —su proverbial adversario político— y La Maestra agudizaron la fuerte tensión política que encontraría en la discusión y debate de la ley reglamentaria un escenario de confrontación colectiva, cuyo análisis seguramente incidió en la toma de la decisión gubernamental de auspiciar el golpe de Estadoal sindicato magisterial, como presunta responsable de los delitos de delincuencia organizada.
A nadie escapa que el factor sorpresa que naturalmente causó la detención de la autoproclamada invencible guerrera desestabilizó el gremio magisterial, mafiosamente aglutinado por ella en función a la compra de lealtades —estrategia que seguramente fue aplicada por quienes la detuvieron y depusieron— a fin de controlar la retadora actitud asumida por Gordillo, cuyos alcances llegaron al límite de la permisividad priista, en clara oposición a la docilidad panista, particularmente la de Felipe Calderón, quien a ciencia cierta sabía que su espuriato se fraguó gracias a la masiva compra de votos que La Maestra impunemente ordenó a sus operadores la tarde del domingo 2 de julio del 2006 ante el imparable apoyo ciudadano a favor de Andrés Manuel López Obrador.
La lección magistral que nos deja la conjura en contra de Gordillo la debemos ubicar en el campo de la pedagogía, pues en tanto nuestros hijos reciban como ejemplo la permisividad social hacia la impunidad que cobija la vida sindical de los líderes dóciles al régimen y el cobro de facturas gubernamentales como arma de control político —como es el caso—, seguiremos “castigando a los hombres”, como Pitágoras sentenció hace centurias, porque no supimos educarlos desde niños.
