Tres casos en América Latina
Frida Modak
La muerte del presidente Hugo Chávez puso sobre el tapete un tema acerca del cual se ha discutido mucho, pero en el que no se ha avanzado y no sólo en lo que se refiere al fallecimiento del mandatario venezolano.
Los asesinatos políticos se han producido desde las primeras etapas de la historia, porque aun cuando no se los califique así, las querellas eran por el poder, aunque se produjeran en comunidades pequeñas y aisladas.
En estos tiempos adquieren otra proyección y se insertan en realidades en que la lucha por la hegemonía aplasta los demás valores, empezando por el derecho a la vida.
Y hoy, en América Latina, hay tres casos en torno a los cuales se investiga si las personalidades de que se trata fueron asesinados o murieron como consecuencia de las enfermedades que se les atribuyeron.
Joao Goulart
Fue elegido presidente de Brasil en 1961, con un gran respaldo popular, pero el suyo fue el primer golpe de Estado que se dio en América Latina para frenar un proceso de cambios y por lo tanto distinto a otros que se produjeron antes en defensa de intereses empresariales.
Derrocado el 31 de marzo de 1964 por un golpe militar, Goulart vivió exiliado en Uruguay y en Argentina, donde murió en 1977, lo que se atribuyó a un ataque cardíaco.
Ahora, la presidenta Dilma Rouseff ha creado una comisión de la verdad para aclarar los crímenes cometidos por la dictadura militar.
Uno de los casos a investigar es el del depuesto mandatario, a quien no se le practicó una autopsia, porque se aceptó que se trataba de un ataque cardíaco, hoy hay antecedentes que lo ponen en duda.
La ministra de Derechos Humanos señaló que existen indicios de que la muerte de Goulart se habría producido en el marco de la Operación Cóndor, patrocinada desde Washington y que coordinó a todos los regímenes militares latinoamericanos de la época.
Pablo Neruda
El poeta chileno, Premio Nobel de Literatura, había sido operado de un cáncer en 1973, y producido el golpe militar, estaba por viajar a México, país al que había sido invitado por el entonces presidente mexicano Luis Echeverría.
Se habían hecho todos los preparativos, incluso se había optado por un tipo de avión que le diera más comodidades a Neruda en el viaje. Pero algo ocurrió y los médicos determinaron internarlo en un hospital privado.
Ahí empezó el deterioro de la salud del poeta y los médicos le indicaron a su chofer que fuera a una farmacia determinada en busca de un medicamento. La farmacia no aparecía y tampoco el medicamento y cuando el chofer regresó, Neruda ya había muerto.
El chofer ha declarado y reiterado que mientras él buscaba la medicina, al poeta le pusieron una inyección en el estómago, la que había provocado hinchazón y le había dejado una mancha roja.
Los restos de Neruda van a ser exhumados entre el 6 y el 8 de abril por órdenes de un juez, para practicarle los estudios de rigor.
Hugo Chávez
A fines de 201l, el ya fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez se mostró extrañado al comentar que no podía ser casual que las presidentas Cristina Fernández y Dilma Rousseff, así como los presidentes Fernando Lugo, Lula da Silva y él mismo hubieran tenido cáncer.
Así lo recordó Eleazar Díaz Rangel en su columna dominical en el diario venezolano Ultimas Noticias, la que tituló “¿Cáncer inoculado?”, y agregó que el entonces presidente había comentado que eso no podía ser casual y que algunos poderes foráneos pudiesen tener responsabilidad.
Recordó también Díaz Rangel declaraciones de Julian Assange, de Wikileaks, acerca de las investigaciones que se hacen en el Fuerte Detrick en torno a la guerra biológica y al desarrollo de un virus especial, agresivo y letal del cáncer.
Asimismo, señaló que el gobierno venezolano envió muestras con nombres supuestos de la biopsia realizada al presidente Chávez a laboratorios de Brasil, China y Rusia.
Los resultados “coincidieron en que se trataba de células únicas, de un cáncer extremadamente agresivo, y aparentemente desconocido”.
¿Quién toma las decisiones?
Tanto en torno a las investigaciones relacionadas con lo que se ha llamado la “industria nuclear”, así como lo relativo a quien toma las decisiones acerca de la eliminación de determinados líderes, hay dos documentos importantes.
En lo relativo a la industria nuclear, la doctora Helen Caldicott, australiana, ha realizado importantes investigaciones acerca de las consecuencias que derivan de las acciones de los que no cejan en el desarrollo de esa mal llamada industria.
Así, por ejemplo, ha señalado que mientras la Organización Mundial de la Salud informó en 2005 que a raíz de la catástrofe nuclear de Chernobyl de 1986 sólo habían muerto 43 personas en relación directa a ese hecho y 4 mil debido a cánceres fatales, la realidad mostraba algo distinto.
De acuerdo al informe de la Academia de Ciencias de Nueva York del año 2009, el número de muertos atribuibles a Chernobyl se estimaba en 980 mil.
La doctora Caldicott ha recibido múltiples distinciones de organismos internacionales e incluso fue nominada para el Premio Nobel de la Paz por Linus Pauling.
Como se puede apreciar, el asunto tiene dos variantes. Una es la relativa al desarrollo de la industria nuclear estatal y privada, que provoca males que no remedia, porque su negocio es fortalecerse para dominar en ese sector, con fines aparentemente diversos en un comienzo y que se unen después como estamos viendo.
La otra variante consiste en ganar una posición de dominio en el plano político y en este punto la responsabilidad recae sobre los gobernantes, aspecto que también está siendo debatido en varias instancias.
En Africa, las situaciones se están dirimiendo a través de guerras estimuladas y finalmente provocadas y declaradas desde afuera.
En América Latina, con altibajos, se ha seguido un curso aparentemente tranquilo y de bonanza económica. El tiempo dirá.




