“No me lleves todavía”, le decía el mandatario de Venezuela Hugo Chávez a Dios, al tiempo que, seguramente, recordaba su primera aparición en televisión la mañana del 4 de febrero de 1992, cuando llamó a la rendición de los oficiales que le acompañaron en la intentona golpista que él comandó esa madrugada contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Así el golpe de Estado fallido supuso su primer gran triunfo.

Hugo Rafael Chávez Frías nacido el 28 de julio de 1954 se apuntó a la Academia Militar en agosto en 1971 atraído por la idea de que así podría dejar su pueblo natal, Sabaneta de Barinas, e irse a Caracas, donde se esforzaría por captar la atención de un cazador de talentos de la liga americana de béisbol pues quería ser lanzador, y lo fue: se le recuerda como el zurdo Furia, “el mejor lanzador” del Ejército y “excelente primera base”.

A la par de su carrera deportiva y militar y bajo la tutela de su hermano Adán comenzó a vincularse con movimientos políticos de izquierda y a tejer conspiraciones para desbancar al sistema y tomar el poder.

Dos de sus sueños se hicieron realidad al poder lanzar la primera bola en un partido en el antiguo Shea Stadium de los Mets de Nueva York, seis meses después de convertirse en presidente de Venezuela.

Chavéz ganó sus primeras elecciones el 6 de diciembre de 1998 con el 56 por ciento de los votos y como candidato del Movimiento V República. Una vez en la presidencia, su primer decreto consistió en la Convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente.

La Constitución redactada por esta asamblea y aprobada en 1999 estableció una serie de reformas como la creación del Poder Moral y el Poder Electoral.

En las elecciones por la religitimación, el 30 de julio de 2000, Chávez fue elegido por segunda vez presidente con el 59 por ciento y su partido obtuvo mayoría en el Parlamento.

El 11 de abril de 2002 miles de venezolanos marcharon hacia el Palacio de Miraflores para pedir la renuncia del presidente. Hubo muertos y heridos. Días antes  despidió por televisión, a toda la alta gerencia de la estatal Petróleos de Venezuela, que explota y comercializa el crudo con el que se financia más del 60 por ciento del presupuesto del país. Poco a poco, el gobierno logró tomar el control de la situación y a partir de entonces, Chávez quedó persuadido de la necesidad de controlar todos los “sectores estratégicos” de la nación.

Carisma 

El mandatario venezolano tenía carisma entre la gente y conocía la ciencia y el arte del abrazo, sabía acoger a las personas por un segundo y hacerlas sentir únicas; además tenía petróleo. Con esa dos armas conquistó el corazón de un buen trozo de Latinoamérica.

En tanto, los mandatarios Rafael Correa de Ecuador y Evo Morales de Bolivia aplicaron pronto la terminología revolucionaria de Chávez, y su rechazo hacia las políticas del Fondo Monetario Internacional.

Chávez disfrutó de un amplio respaldo entre las clases pobres, gracias al masivo gasto del Estado para expandir la sanidad y los programas educativos, financiados con los ingresos de las exportaciones del petróleo.

Inspirado por su mentor y amigo, el líder cubano Fidel Castro, Chávez aplicó en Venezuela una política cada vez más radical, nacionalizando gran parte de la economía.

Con el transcurso de los años, Chávez fue alargando el plazo para abandonar la presidencia de Venezuela. En febrero de 2009, promovió una enmienda a la Constitución, que fue aprobada en un referendo popular y estableció entre otras reformas la reelección presidencial indefinida.

Pero la enfermedad trastocó sus planes. El comandante fue sometido a cirugías y meses de quimio y radioterapias. Mientras duró su convalecencia se negó a revelar los detalles de su enfermedad y a delegar plenamente su poder.

El presidente Chavéz mostró en varios discursos la angustia que le generaba la idea de morir. En ellos apelaba a Dios para que le diera una vida con dolor antes que quitársela del todo.

“Dame tu cruz, cien cruces, que yo las llevo, pero dame vida, que me quedan cosas por hacer por este pueblo y por esta patria. No me lleves todavía”, decía Hugo Chavez.