Propuesta curada por Martín Perán
El arte sucede
James Whistler
José Alfonso Suárez del Real y Aguilera
De la mano del Centro Cultural de España en México ha surgido una revolucionaria propuesta curada por Martín Perán, a través de la cual se replantea la museística tradicional, trastocando el anquilosado concepto de la Casa de las Musas —raíz etimológica de nuestra palabra museo— a las Plazas de las Musas.
La apuesta de los artistas y el curador es el resultado de una profunda reflexión colectiva que proponer exhibir en espacios públicos artefactos móviles, obras artísticas al acecho de los transeúntes, a través de los cuales el arte se haga presente en la cotidianeidad del escenario urbano y en la dinámica multifactorial de la ciudad.
El proyecto —inaugurado el pasado martes 9 de abril— se construye en torno a mecanismo concebido para generar conocimiento en las calles, para trastocar el concepto contemplativo —inherente al precepto clásico del museo—, a fin de provocar una intensa interacción socio-urbana entre piezas artísticas que nos aguardan en cualquier hito urbano, desacralizando el lastre de solemnidad y respeto que coloca al arte como objeto de veneración y no de comunicación entre el creador y su público.
En la exhibición destacan 16 propuestas de artistas mexicanos, entre los que resaltan El changarrito de Máximo González, Unidad Móvil N1, de Hugo Letaud y la Imprenta Móvil, de Nuria Montiel, pequeño taller gráfico ambulante que se ubicará en Tlatelolco del 18 al 20 de abril, para recuperar y rescatar las palabras de esa comunidad, fortaleciendo con esta propuesta artística la vinculación dinámica entre públicos y creador.
Para el curador Martín Perán, la movilidad del museo como metodología de trabajo abona al derecho humano de acceso a la cultura colocando el acervo museístico a “donde hay algo que decir y explorar”, facilitando que el protagonismo del objeto artístico se comparta con el entorno de vida socio-urbana, lo que a su criterio modifica las relaciones de poder y “garantiza el cambio de jerarquías”, con lo que integra el mensaje del creador a la vida cotidiana del público que lo descubre y reflexiona.
La apuesta de este grupo de creadores y del curador debe detonar una profunda transformación en las políticas públicas en materia de cultura de esta ciudad, cuya visión debe asumir que los colectivos de creadores y de públicos son quienes deben marcar las pautas culturales de la ciudad y no los gustos y exquisiteces de las sacralizadas “capillas culturales”, tan alejadas de la riqueza excepcional de manifestaciones artísticas metropolitanas, las cuales se fortifican a pesar del desdén oficialista y los embates mediáticos a favor de la enajenación de sus audiencias, y en contra de las vigorosas libertades culturales que afloran en cualquier punto del Valle de México.
La propuesta de Perán “va más allá de armar una exposición dentro del museo”, su apuesta estriba en ubicar al curador del siglo XXI, no como mediador entre la institución y el espectador, sino como facilitador de un diálogo entre los públicos y creadores.