Entrevista a Felipe Temoltzi García/Editor de Ciudadanos en Red
Antonio Cerda Ardura
El derecho a elegir autoridades en la capital del país, a partir de 1997, ha sido uno de los cambios más importantes de la historia reciente del Distrito Federal, sostiene, en un análisis, Felipe Temoltzi García, editor de Ciudadanos en Red, una iniciativa de la asociación civil Metrópoli 2025, cuyo objetivo es el estudio y difusión de los principales problemas de esta urbe.
Añade que a lo largo de los gobiernos electos democráticamente en la ciudad, a la par del aumento de los derechos y la participación de la ciudadanía, se han venido consolidando cambios que dan otro perfil productivo, urbano, de fisonomía y de movilidad al Distrito Federal.
Según refiere Temoltzi, en el año de 2010, la superficie urbana del Distrito Federal sumaba 633 kilómetros cuadrados y había 8 millones 851 mil 080 habitantes. En ese mismo año, el número de viviendas particulares habitadas se elevaba a 2 millones 386 mil 605, mientras la densidad de habitantes por kilómetro cuadrado era, en el área urbana, de 13 mil 991.
Si bien la población económicamente activa del Distrito Federal era, en 2010, de 4 millones 366 mil 972, al cierre de 2012, se registraba un boom de empleo informal, sumando1 millón 225 personas en este rubro, debido a que la industria manufacturera se ha ido retirando.
En cuanto a la movilidad de la capital, la totalidad de la red vial sumaba, en 2010, 10 mil 200 kilómetros. La red del Metro alcanzó, en 2012, los 227.4 kilómetros de vías férreas, y la flota del Metrobús (4 líneas), ascendía a 352 unidades, con una longitud de la red de 95 kilómetros.
El número de automóviles particulares por cada 100 habitantes en el Distrito Federal se duplicó, de 1990 a 2010, a cerca de 45.5.
Además de congestión vial, pésima calidad de aire, contaminación acústica, accidentes vehiculares y pérdidas económicas, los problemas de movilidad en el Distrito Federal afectan gravemente las finanzas públicas, ya que cada año la pérdida equivale a unos 33 mil millones de pesos.
Tanto Andrés Manuel López Obrador, como Marcelo Ebrard, dice Temoltzi, se contradijeron al privilegiar con sus decisiones improvisadas opciones de movilidad que mueven a los menos, como el segundo piso del Periférico y la Autopista Urbana.
En entrevista con Siempre!, Felipe Temoltzi indicó que si bien Marcelo Ebrard, como gobernante de la ciudad de México, tuvo buenas ideas e intenciones, sus ejecuciones fueron a medias.
Privilegió el automóvil
¿Cómo fue el desarrollo de la ciudad de México, particularmente en la gestión de Marcelo Ebrard? ¿Se avanzó lo que se esperaba o nos quedamos rezagados?
Hay que tener un punto de partida y éste puede dárnoslo el Plan de Desarrollo del Distrito Federal. La visión que tenía Marcelo Ebrard para proyectar la ciudad de México como una capital más competitiva y con un mejor desarrollo constaba de unos siete grandes apartados, así que nos podemos enfocar, para responder a su pregunta, al rubro específico del desarrollo urbano. Lo que en particular en la administración de Ebrard llamaron el “Nuevo Orden Urbano”, consistía en tres grandes temas: movilidad y transporte público, vivienda y ordenamiento territorial, y servicios urbanos. En cada uno de ellos se delinearon estrategias para alcanzar sus diferentes objetivos y creo que la mayor parte de ellos se consiguieron, pero hubo algunos aspectos que no estuvieron claros desde el principio, lo que nos da una pauta para afirmar que hubo proyectos que no se lograron de manera puntual y exitosa. Por ejemplo, habría que reconocer, sobre el tema de movilidad, que hay un problema evidente de saturación, de tráfico y de congestionamiento en las vialidades, lo que provoca graves pérdidas económicas. Sin embargo, no hubo un enfoque que viera el problema de la movilidad desde abajo y que empezara a escalar hacia arriba. Es decir, no se tomaron en cuenta todas las necesidades de los transeúntes o de los peatones y se siguió privilegiando el hecho de movilizar o mover autos, en lugar de dar preferencia a las personas. Ése es uno de los asuntos muy importantes, que no se resolvieron en la administración de Marcelo Ebrard.
Hubo también una urbanización muy acelerada del Distrito Federal.
Ése es otro punto. El programa general tenía muy claro cuál debía ser la dinámica del desarrollo urbano y la urbanización en la ciudad de México. En el diagnóstico sobre ese tipo de problemas, resaltaba que había una evidente expansión incontrolada del área urbana y que eso acarreaba diferentes calamidades, porque había zonas que crecían y se urbanizaban, pero que no tenían ni el equipamiento ni los servicios urbanos adecuados. Tampoco contaban con las facilidades para conectarse con el resto de la ciudad y eso acarreaba efectos negativos evidentes en la calidad de vida de los ciudadanos, y afectaba, de forma general, a toda la ciudad. El caso es que la política habitacional no fue lo suficientemente fuerte para contener esa expansión del área urbana.
Esas zonas que no tienen servicios dan origen, en la periferia, a lo que antes se conocía como “cinturones de miseria”.
Sí, generalmente los conocemos como asentamientos irregulares. Tienen esa connotación porque surgen de una transacción del suelo que no es regular. Es decir, puede haber una venta del suelo o de predios para construir viviendas, pero por fuera de la ley. Hay que recordar que el Distrito Federal, en términos de su zonificación, está dividido en suelo urbano, que es todo lo que está construido en la ciudad: edificios, carreteras, etcétera, y el suelo de conservación o el área que no es urbanizable. Es lo que pasó con éstos que usted denomina “cinturones de miseria”. Son asentamientos irregulares, o es urbanización popular en la periferia, dependiendo del enfoque que uno quiera asumir. Pero están fuera del margen del área urbana y generan un grave problema, porque se urbanizan zonas que no deberían ser urbanizadas. ¿Por qué? Porque es importante preservar esas áreas, ya que proveen servicios ecosistémicos a toda la ciudad. Permiten, por ejemplo, la recarga del acuífero, e impiden que se derribe bosque, que es importantísimo para mantener una temperatura adecuada en la ciudad. Con la urbanización de esas zonas, se provoca una importante pérdida de elementos ecológicos y biológicos que afectan seriamente la sustentabilidad y la sostenibilidad de la ciudad. Y no se logró detener.
Es cierto también que hubo una política muy enfocada a la construcción de vivienda, por ejemplo en esta zona de la ciudad en la que se ubica Ciudadanos en Red, que es el área de las colonias Nápoles, Ciudad de los Deportes y Del Valle. Hay muchos edificios de vivienda, pero esta vivienda es inaccesible para muchos sectores que tuvieron que irse o alejarse de la ciudad.
Negocio inmobiliario
Esto ha provocado sobrepoblación en algunas áreas y se han afectado los servicios.
Sí, desafortunadamente hubo un abuso de las facilidades en la política habitacional del gobierno de la ciudad, y no se tuvo un control de la expansión, del crecimiento o de la edificación de vivienda dentro de la capital y su área urbana. Así que eso acarreó muchos conflictos por los cambios de uso de suelo y por la evidente disminución del suministro de agua. Generó también problemas de tránsito dentro de las colonias y la llegada de nuevos pobladores a estos espacios, con antecedentes muy distintos, digamos, a los de los pobladores originarios.
No quiero hablar de un actor en específico, pero, en suma, en la cadena de actores que están alrededor de esto, hubo un abuso evidente por hacer un negocio inmobiliario antes que un crecimiento ordenado o la edificación de un patrimonio de utilidad para las familias de la ciudad de México. Éste es un asunto serio, que prevalece, y que no se alcanzó a dimensionar bien, pese a que se tenía, creo, un diagnóstico adecuado.
Otro de los problemas principales es el abasto de agua.
En el tercer aspecto, el de los servicios urbanos, se contempla esa lógica del saneamiento de las aguas residuales, de la distribución adecuada de agua en la ciudad, y la disminución de fugas en la red. Es esa serie de acciones que año con año conocemos que se emprenden y que tienen un presupuesto importante dentro de las finanzas de la capital. Ahí también estaba prevista la parte de la movilidad de los peatones, pero, desafortunadamente, en ese sentido no se logró mucho: todas las banquetas siguen igual de horribles, tienen diferentes desniveles, porque hay rampas para que entren autos a las cocheras de las casas, y eso dificulta la movilidad. En época de lluvias, uno se resbala, o una persona de la tercera edad no puede caminar con facilidad. Eso provoca que los ciudadanos estemos perdiendo esa parte de gozar la ciudad, de disfrutarla, de salir a las calles y caminar en ellas, o apropiarnos del espacio público.
Un aspecto que no quiero dejar de lado y que es muy importante en esto del “Nuevo Orden Urbano” implicaba, precisamente, ese rescate de los espacios públicos. La anterior administración no definió de manera adecuada lo que eran estos espacios públicos. Eso acarreó que el tal rescate fueran solamente pinceladas.
O los espacios se revolvieron, como ocurre en la zona del Zócalo: el comercio choca con los paseantes, las zonas peatonales no logran definirse con precisión, etcétera.
Sí, justamente eso. Se habló de que iba a ocurrir una recuperación de áreas específicas de la ciudad, pero no como un concepto amplio de espacio público, que incluyera, por ejemplo, las calles, sus banquetas, los jardines, en fin… Todas estas áreas de la ciudad que hacen que se viva en ella. Entonces solamente se dieron pinceladas y se tuvieron gastos o erogaciones importantes, por ejemplo, en la Plaza de la Republica. En toda esa zona del Monumento a la Revolución se dieron intentos fallidos de rescate, o no fue a la medida o a la escala que se pretendía, como en Tlaxcoaque, Garibaldi o la Alameda, que sufrió una importante transformación urbana. Sí se atendieron aspectos que causaban ciertas molestias al gobernante, en el sentido de que eran elementos que perjudicaban la imagen de ciertas zonas: indigentes, comercio ambulante, etcétera. Pero no hubo una definición completa o articuladora de los esfuerzos de la ciudad, en cuanto a espacio público. Es cierto, ya no había zonas invadidas con puestos semifijos en áreas del Centro Histórico, pero los que los medios de comunicación llamaron toreros llegaban con mantas, o con hules, o qué sé yo.
Sin ese concepto adecuado de espacio público, hubo una propensión, de todas formas, ilegal, y de un manejo especializado de parte de los grupos de comerciantes, bajo esa modalidad de toreros. ¿Cómo? Llegan, ponen su manta y sus mercancías, y, cuando va a pasar el gobernante, de inmediato desalojan. El gobernante ve todo bien y, cuando se marcha, los puestos se vuelven a instalar. El ciudadano común, que anda sin escolta, es el que sufre y padece todo.
¿Cómo diría usted que fue la gestión de Marcelo Ebrard? ¿Fue buena, mediocre, nada más de pinceladas?
Es difícil encontrar un adjetivo. Yo diría que hubo partes que estuvieron muy bien. Teníamos, por ejemplo, una sola una línea de Metrobús y se amplió. Dejó cuatro líneas y proyectos ejecutivos o en marcha para otras. Me parece que eso fue genial, aunque tuvo sus bemoles: en el corredor Insurgentes sigue habiendo saturación. Tampoco se terminó con el asunto de los microbuses, que es un aspecto toral de la movilidad. El 65 por ciento de los usuarios de transporte colectivo público se mueven en microbús y la red tiene una serie de deficiencias que no se alcanzaron a solucionar.
En términos generales, la de Ebrard fue una administración con buenas ideas e intenciones, pero con ejecuciones a medias, totalmente a medias. Creo que le faltó dar el paso definitivo para alcanzar un éxito mayor en diferentes áreas del desarrollo urbano de la ciudad.


