Gonzalo Valdés Medellín

Abocado al rescate de los temas sacros en el teatro popular mexicano, Luis Álvaro Hernández Esquivel montó La pasión de Cristo en el atrio del Templo de San Francisco en el Centro Histórico de la Ciudad de México. El Viacrucis fue representado por la corporación Justicia para Grupos Vulnerables AC y, con economía de recursos, pero buen tino en el manejo del espacio, Hernández, actor y director y adaptador, revivió los pasajes propios del Nuevo Testamento, imprimiéndoles un sello mexicanista a través de maquillajes y vestuarios entresacados de la policromía popular. Con Mónica Albores y El Pichi, así como un nutrido grupo de jóvenes e inquietos actores, La pasión de Cristo fue celebrada por un público numeroso que, gracias al dramatismo de las escenas, se entregaba a personajes sacros y, en muchos momentos, abucheaba a Caifás, Poncio Pilato y los centuriones que martirizaban al nazareno. Con eficacia e ímpetu, La pasión de Cristo avivó el gusto por las representaciones de Semana Santa en el Centro Histórico. Luis Álvaro Hernández Esquivel forjó una puesta con toques de hiperrealismo persiguiendo pintar la violencia y virulencia con que se sacrificó al Verbo hecho Hombre. Justicia para Grupos Vulnerables trabaja con amor al teatro, y lo hace por acendrar e incentivar en las jóvenes generaciones la necesidad de establecer diálogo con la tradición teatral.