Entrevista a Edgardo Buscaglia/Experto en seguridad internacional
Antonio Cerda Ardura
Aunque la política exterior de Estados Unidos es muy compatible en este momento con el programa del presidente mexicano Enrique Peña Nieto, los ataques terroristas, internos o externos, de esta semana en la Unión Americana, “nuevamente vuelven a despertar los instintos de autodefensa exagerada, que son tan característicos de la sociedad y la política norteamericanas”, y podrían tener un efecto muy nocivo en las relaciones entre ambos países.
Así lo advierte, en entrevista con Siempre!, el doctor Edgardo Buscaglia, presidente del Instituto de Acción Ciudadana en México; investigador principal de la Universidad de Columbia, en Nueva York, y director del Centro de Derecho Internacional y Desarrollo Económico.
El especialista en temas de seguridad internacional indica que cada vez que Estados Unidos endurece sus políticas de prevención del terrorismo, pierde terreno cualquier avance en materia migratoria.
Paranoia
¿Qué estima que va a ocurrir ahora, en Estados Unidos, después del atentado en Boston?
Estados Unidos es un país con una cláusula constitucional que permite a sus ciudadanos acceder a las armas como un derecho que ellos consideran básico. En todos los lugares del mundo hay personas violentas, pero, en la Unión Americana, los violentos pueden hacer mucho más daño que en cualquier otra nación, ya que tienen acceso, incluso, a materiales explosivos, lo cual en otras latitudes es muy difícil que se permita. En China, por ejemplo, una persona, a la que le está prohibido ir a los mercados informales a comprar armas, puede entrar en una escuela primaria con un cuchillo, como ocurrió en diciembre pasado en Beijing, y apuñalar a niños y maestros, sin que fallezcan. Pero, en Estados Unidos, esa misma persona puede tener acceso a un rifle AK-47 y a otras armas de guerra y cometer actos con una violencia poco acostumbrada. Ése es un problema jurídico-constitucional que tiene que resolver Estados Unidos, con base en su cultura, y llegar a una resolución rápida, porque las sociedades con esos niveles de violencia tienden a cerrarse ante el planeta y a generar lo que en muchas ocasiones vemos en esa nación: una paranoia colectiva que le hace mucho daño a su política exterior y que, en partes, también afecta a México.
Ya vimos cómo el episodio trágico del 11 de septiembre de 2001 tiró a tierra la agenda bilateral que tenían pensada implementar George W. Bush y Vicente Fox. Aquella agenda tal vez le hubiese hecho muy bien a México, porque Estados Unidos estaba enfocando su política exterior hacia el tema migratorio. Y ese mismo asunto lo van a tocar, seguramente, los presidentes Obama y Peña Nieto, dentro de pocas semanas. No obstante, estos nuevos ataques, sean de terrorismo interno o de terrorismo internacional, nuevamente vuelven a despertar los instintos de autodefensa exagerada que son tan característicos de la sociedad y la política norteamericanas, y van a cerrar fronteras e imponer pasos cada vez más complejos para abordar un avión y llegar a ese territorio. Ese tipo de situaciones tiene un efecto muy nocivo en las relaciones de Estados Unidos con el resto del mundo y, especialmente, con México.
Ahora que usted menciona el tema migratorio, ¿no se vería muy hecho este atentado como para afectar una posible revisión de la política migratoria estadounidense?
Yo no quiero tejer alguna hipótesis que todavía ni siquiera constituye parte de la línea de investigación del FBI y de otras agencias. Se está determinando que fueron bombas de diseño muy básico. Así lo ha declarado el FBI. Pero ese tipo de artefactos también han sido fabricados en Irak y Afganistán y han sido utilizados contra las tropas norteamericanas. De manera que hay que tener cuidado. Creo, sí, como le he dicho, que Estados Unidos tiene ya una larga trayectoria en el acceso obsceno a armas de diferentes calibres y tipos, incluidos los explosivos.
El acceso a las armas provoca, igual, que una minoría de personas con comportamientos antisociales, desequilibradas o no, cometan daños y atropellos con mucho más facilidad que en México y otras partes del mundo. Eso significa también que, obviamente, las políticas exteriores y domésticas del presidente Obama van a ser impactadas por los hechos de violencia terrorista. No hay ninguna duda.
Sin embargo, pensar que hubo una mente diseñando este acto de terrorismo para descarrilar la reunión de Obama con Peña Nieto, me parecería una hipótesis un poco aventurada. No existe ningún tipo de evidencia al respecto. El verdadero problema va a ser el impacto en la agenda de política exterior de Obama hacia México, y ese impacto, claro está, va a ser negativo. Se verá afectada, por ejemplo, la apertura a los flujos migratorios altamente capacitados o no tan capacitados, que urgentemente necesita Estados Unidos para sus sectores agropecuario y tecnológico. Así que, por conveniencia propia, ese país tendría que incrementar esos flujos de recursos humanos mediante una política migratoria mucho más flexible y racional que la que tiene ahora. Por desgracia, no lo va a poder hacer en la medida en que los grupos políticos más xenófobos y cerrados sigan manteniendo al presidente Obama y a su administración en jaque, dentro del Congreso. Obviamente un ataque terrorista siempre tiene ese efecto nocivo sobre la población, que comienza a encerrarse en sus casas y a mirar a todos los que vienen de fuera como enemigos potenciales.
Agenda compatible
¿Qué deja esto como experiencia para México?
La conclusión es muy simple: si Peña Nieto quiere desmilitarizar y llevar las políticas de seguridad hacia el terreno de la prevención social, con el establecimiento de un gabinete intersecretarial —como lo anunció, como medida número uno de su discurso, en diciembre, cuando asumió el Poder Ejecutivo—, bueno, las reformas migratorias de Obama caen como anillo al dedo. Hay una agenda potencial bilateral mucho más coincidente y compatible que la que había cuando estaban Calderón y Bush. Así que hay mucho por delante que aprovechar en la próxima reunión Obama-Peña Nieto, y esperemos que este acto de terrorismo no descarrile lo que se tenía pensado conversar.


