Preocupación nacional
Humberto Musacchio
Sólo cinco estados de la república (Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Morelos y Michoacán) son escenarios de la rebeldía magisterial contra la reforma educativa. En las movilizaciones se estima que la participación oscila entre cinco y diez por ciento de los profesores y, pese a todo, el asunto constituye un motivo de preocupación nacional.
México requiere con urgencia una reforma educativa, pues actualmente es el país peor calificado de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), realidad que lo imposibilita para competir en una economía internacional que se hace cada vez más compleja y que requiere de cuadros altamente calificados, pero también de una amplia base laboral capaz de desempeñarse creativamente y con acierto en un mundo en el que aceleradamente envejece el conocimiento.
Se puede discutir el cómo, los tiempos y modalidades del gran cambio que necesita todo el sistema escolarizado. Lo que no está a discusión, pues se trata de una verdad sabida, es la necesidad de una reforma profunda, que incorpore la computación y el internet a la enseñanza y la autoenseñanza, que restructure planes y programas de estudio y capacite realmente a los muchachos para ganarse la vida y hacer su aporte a la sociedad.
Durante décadas se optó por menospreciar y marginar la enseñanza normal y se pretendió clausurar las normales rurales, lo que se consiguió en cierta medida. El resultado de esa actitud gubernamental ha sido la producción en masa de profesores pésimamente preparados, incapaces de leer de corrido, de escribir con mediana sintaxis y aceptable ortografía. Y esos egresados son los que trasmiten el conocimiento a los niños y jóvenes.
Lamentablemente se echa a andar la reforma sin establecer los indispensables consensos, lo que parece estar dictado por la urgencia. Es igualmente cierto que la estructura charra del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) se conserva intocada, pero los sectores democráticos del magisterio no pueden argüir lo anterior como pretexto para negarse a participar en el cambio.
Las autoridades tendrán que ganarse la participación de los ahora rebeldes, simplemente porque sin profesores no hay reforma que pueda caminar. Y por algo más: la rebeldía de los mentores se produce en entidades rezagadas desde siempre. Por eso se está gestando un movimiento en el que confluyen múltiples grupos sociales, cada uno con sus demandas. La actual insurgencia, múltiple, dispareja y hasta contradictoria, expresa una insatisfacción profunda. Es una forma de levantarse contra el abandono. Contra eso tendrán que encaminarse las acciones gubernamentales.